Esta semana que pasó tuve la oportunidad de conversar con referentes del Frente Amplio a nivel nacional (también con los de aquí de Salto que los acompañaban en la gira), sobre el plebiscito que están impulsando referente a la reforma de la Seguridad Social.

Yo los escuchaba y me parecía que tenían razón en un cien por ciento. Sentía que nadie puede dudar de lo que explicaban, sobre todo en cuanto a que las jubilaciones más bajas deben -por lo menos- equipararse a un sueldo mínimo. ¿Quién podría estar en contra de eso?
Pero resulta que al detenernos más en ciertos temas, el discurso entraba como en una calesita cuando yo preguntaba por qué durante los 15 años de gobierno frenteamplista seguíamos viendo jubilaciones y pensiones tan miserables (no se me ocurre otro calificativo) y por qué, además, no se eliminaron las Afaps como ahora proponen. Noté una especie de sinceramiento, por llamarle de alguna manera, cuando uno de ellos dijo algo así como: “lo que pasa es que tenemos que ponernos más de acuerdo entre nosotros mismos, en la interna del Frente”, y otro acotó de inmediato: “nos debemos una buena autocrítica”, y otro: “ya hicimos y seguimos haciendo una autocrítica”.
Ahora bien, cuando allá por el año 2019, referentes del gobierno actual -en aquel momento en plena campaña política- nos prometieron “los mejores cinco años de nuestras vidas”, ¿era solo un eslogan?, ¿estaban convencidos de ello y después chocaron con la realidad?, ¿o esa mejoría no incluía a jubilados y pensionistas? Porque si vamos a decir las cosas, hagámoslo de forma completa, no a medias: el porcentaje de estos pasivos que están pasando muy mal económicamente era y sigue siendo altísimo.
Y así como pregunto -por manejar apenas un par de ejemplos- por qué el Frente Amplio en 15 años y con mayoría parlamentaria no eliminó las Afaps que ahora tanto critica y poco menos que las ven como demonios, también digo por qué esta coalición multicolor que hoy nos gobierna no eliminó las prestaciones reparatorias a ex tupamaros que también tanto critican varios de sus integrantes.
En todos estos casos parece cumplirse aquello de que resulta fácil ser oposición, porque todo se basa en ideas, proyectos, propuestas que nos conducirían prácticamente a un mundo ideal; pero que cuando toca ejecutar las cosas, el panorama es totalmente otro.
Un ejemplo más…¿Por qué desde hace más de treinta años, es decir, habiendo pasado por el gobierno Partido Nacional, Partido Colorado y Frente Amplio (en algunos casos un solo partido y en otros en modo coalición), nunca lograron reducir un poco aunque sea la brecha enorme que existe entre lo que recibe mensualmente de dinero un alto jerarca del Ejército y un soldado raso? Que uno gane más que el otro puede entenderse lógicamente, pero lo invito a informarse sobre este asunto y verá que es una diferencia tan abismal que parece una broma. ”Los mejores cinco años”, ¿tampoco incluían a nuestros soldados?, y en los años anteriores, ¿tampoco alguien fue capaz de acordarse de ellos? Pero acordarse en serio digo, con acciones claras y tangibles, no con discursos.
Sobre todos estos temas, y muchos más por supuesto, es común escuchar frases como: “mirá que no es tan fácil”, “son temas muy complejos”, “eso no se arregla de un día para el otro”… Está bien. Pero nadie está diciendo que sea fácil, decimos que es posible. Porque si no lo podemos arreglar nosotros mismos, si no pueden “meter mano” en estos asuntos quienes hemos elegido para gobernar, ¿tenemos que esperar que vengan extraterrestres? Me permito un poco de humor…¿Quién podrá defendernos? ¿El Chapulín Colorado?
Pero más allá de lo jocoso, lo decimos realmente en serio: ¿quién entonces puede hacer algo para mejorar esas cuestiones que, a medida que se van alternando en el poder, los partidos políticos van criticándose unos a otros?
En fin, estamos en un momento del año donde uno de los comentarios más generalizados es precisamente la falta de dinero. Capaz usted piensa: pero eso pasa siempre. Sí, pero el comienzo del año implica el pago de otros impuestos (digo “otros” porque se suman a los que pagamos a cada momento cuando compramos desde un caramelo hasta una casa): contribución, patente, primaria…Agréguele las facturas de OSE y UTE altísimas…Porque claro, si en mi casa tengo agua (mire que hay personas en asentamientos que no la tienen) es para usarse, y más con estas temperaturas insoportables de nuestro verano; y si tengo ventiladores y/o acondicionadores de aire (en algunos asentamientos hay hogares que no tienen siquiera energía eléctrica), son para usarse. ¿O quienes no tienen acceso a unas vacaciones de verano en otros lugares del país o del mundo, tampoco tienen derecho a pasar bien en su casa?
“¡Qué lástima, qué lástima, que la gente sea tan pobre”, dice en su inicio un hermoso cuento de Francisco Espínola. Y fíjese usted lo que son las cosas, ahora que lo nombro me acuerdo que Paco Espínola, gran narrador nacido en San José, también en su momento incursionó en política en procura de un mundo mejor; fue blanco y después comunista. Es decir, fue cambiando al comprobar que en todos lados hay muros difíciles de derribar. ¿Difícil de derribar o que no encuentran voluntad -política- que los derribe? Ahí está la cuestión.
Digo para finalizar que revolviendo archivos, me encontré con una nota que escribí hace algo más de tres años, donde hablaba de lo mal que pasan muchísimos de nuestros jubilados, y en la que incluía este ejemplo completamente real: “mi vecino Ramón trabajó cincuenta años, deslomándose en chacras, y además, como empleado de varios comercios (mandadero, atención de mostrador, etc.). Pero resulta que hoy, si no se pone al frente de la pequeña verdulería que instaló en su casa, no vive, no le alcanza para vivir. Y digo ponerse al frente de corrido de 7 a 21 horas. Sucede que su jubilación ronda los 15.000 pesos, y el alquiler le cuesta 9.500 pesos, y entre UTE y OSE paga unos 3.500 pesos… ¿Se entiende?”.
Pero hace unos tres años, cuando publiqué aquella nota, varias personas me dijeron que yo estaba muy apurado, que tenía que darle más tiempo al nuevo gobierno, que apenas iba a mitad de su mandato, etc. etc. Bien, ahora le resta bastante menos de la mitad del período…¿Y?, ¿las soluciones?, ¿los mejores cinco años?, ¿o tendremos que darle quince años como a los otros, para después volver a escribir que gobierne quien gobierne la historia se sigue repitiendo?