La fascinación que ejerce la música en el espíritu humano, ha quedado señalado en numerosos mitos de la antigüedad: el del legendario Orfeo, cuya lira al sonar hacía que los ríos suspendieran su curso; el de David, que al ejecutar el arpa hacía que el espíritu malo abandonara a Saúl; el del marinero del Conde Arnaldos, ante cuya misteriosa canción “la mar facía en calma/ los vientos face amainar/los peces que andan n’el hondo/ arriba los face andar/ las aves que andan volando/n’el mástil las faz posar…”
A veces, aún dejando de lado los aspectos hiperbólicos, pero conservando el elemento sustancial, los mitos se convierten en realidad, o la realidad se acerca al mito. Y lo sustancial en la dimensión de nuestra realidad humana, es el beneficioso influjo de la música, que desciende como un bálsamo sobre el espíritu (y lo uso en singular porque oídos y corazones se unifican) del auditorio, que no solo oye, sino que experimenta una suerte de catarsis que no se puede explicar con palabras.
Tal aconteció el domingo pasado, cuando en la Catedral-Basílica, se llevó a cabo el XXIV FESTIVAL CANTARES, con el desarrollo de un selecto programa de Música Sacra del Barroco Italiano con la participación del Coro Cantares bajo la dirección de su fundadora Mtra. Amalia Zaldúa, un conjunto de Arcos y Solistas, bajo la dirección general del Mtro. Francisco Simaldoni.
El programa elegido incluyó obras de dos grandes creadores del arte barroco italiano: Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736) y Antonio Vivaldi (1678-1714). Del primero se escucharon cuatro pasajes del “Stabat Mater”, un himno en latín compuesto primero en música gregoriana que alude a la presencia de la Virgen María junto a la Cruz de Jesús, y que Pergolesi al trasladarlo a la música figurada concretó una de las grandes creaciones musicales de todos los tiempos. La obra fue escrita para dos voces femeninas (ejecutadas por la soprano Lucía Leite y la mezzo Manuela Rovira).
De Vivaldi se pudieron apreciar tres interpretaciones, una de ellas repetida al final: “Nulla in mundo pax sincera” (aria, recitativo, aria y alleluia,) con la participación de la solista soprano Elodie Favre. “Credo”, para coro, arcos y continuo, y “Beatus Vir” para dos sopranos, mezzo, coro, arcos y continuo.
La calidad de los espectáculos musicales ofrecidos por la Asociación Coral Cantares en sus Festivales que ya suman 24, han mantenido invariablemente un altísimo nivel, y conforman un capítulo de gran esplendor en la historia de la cultura salteña. Lo del domingo pasado, mantiene el resplandor cenital al que nos tiene acostumbrados a los salteños desde hace tantos años, y que el público sabe apreciar, al juzgar por el lleno total que se produjo en el templo de la Plaza Artigas, por la contenida actitud de la escucha, por algún aplauso a destiempo que no se pudo refrenar, y hasta por cierta vacilación en batir palmas al final de las obras, como si costara descender desde las alturas del arte a la realidad cotidiana.
Instrumentos, cantantes solistas, coro, lucieron plenamente, constituyendo una nueva grata ofrenda de la Asociación Coral Cantares al público salteño, que año a año puede revivir esta removedora experiencia artística. Decía Goethe que “la música es el verdadero elemento de donde procede toda poesía y al cual vuelve” como los ríos al mar.