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martes, 3 de junio de 2025
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Wilney Arambarri: un padre orgulloso de su hijo que brilla en la sub 20 celeste

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Diario EL PUEBLO digital
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Instalado en la localidad de Tropezón, con un entorno de vida que brinda mucha paz y dedicando su tiempo a un trabajo de entrega y esfuerzo, como lo es la horticultura, nos recibe Wilney, el papá de Mauro Arambarri  Rosas, nuestro actual orgullo salteño en materia futbolera.
Mauro Arambarri  es oriundo de esta localidad, acompañado siempre por su familia, compuesta por papá Wilney, mamá Silvia y sus hermanos: Betania y Facundo,  es que comienza a convertirse en lo que es hoy: “un chico que promete y mucho”.
Wilney compartió una charla muy amena con El Pueblo, la que extractamos seguidamente.
¿Cuándo se da cuenta del interés y las condiciones de Mauro por el fútbol?
De muy chiquitito.Tal vez por ver mi entusiasmo y dedicación de siempre por el  Club Tropezón, acompañándome para verme jugar como arquero en este equipo.
A Mauro le vimos de muy pequeño, con 4 ó 5 años, esa veta como le llamamos, del pelotazo contra la pared en la primera oportunidad.
Y yo sugiriéndole que le pegara de una forma u otra. Pasado el tiempo le organicé una canchita en casa, donde con un arco hecho con cajones, le tiraba los tiros libres.
Todo el tiempo que durara ese entretenimiento, le daba consejos, de que no se apurara cuando le tocara patear en los tiros libres,  prestar atención  en la ubicación del arquero, que se sintiera cómodo que el juez no lo iba a echar, por esas diferencias.
Consejos primordiales, para un niño que recién comenzaba en esta batalla del deporte.
¿Cómo es que comienza Mauro su trayectoria?
Me encuentro con unos amigos Laxague, dirigentes del Club San Eugenio, y me sugieren que lo traiga a Mauro a practicar en su equipo.
El primer día fue un desastre todo, cometió Mauro un penal, se sentaba arriba de la pelota, estaba totalmente distraído. Pensé: “no va a servir para este deporte”. Para el otro domingo, la cosa cambió. Pateaba muy fuerte, y lo veía con sumo entusiasmo. Asi empezó Mauro, con 8 años.
Luego Nico Araújo, dirigente de Gladiador lo invitó a entrenar en este cuadro y siendo yo técnico de la tercera de Tropezón, en oportunidades de que el contrincante tenía jugadores chicos, aprovechaba y lo mechaba allí. Jugaba el sábado de tarde en Gladiador y el domingo en Tropezón.
Cuando cumplió los 10 años jugaba en la selección salteña dirigida por Vlaemink, técnico de Nacional.
Pasado el tiempo, quedó en Tropezón, saliendo campeón dos años con la tercera. Con 13 años, jugaba en la selección sub 15 de la Liga Agraria, y en una eliminatoria  realizada en el Dickinson, alguien vio sus condiciones.
¿Cuándo deja Salto?
Es Pereira quien lo lleva a Danubio (Montevideo), con 13 años, luego se retira este técnico y todo quedó en nada.
Un día llegamos a Guichón, a un interescolar y lo llevé a presentarse a Peñarol, había muchos jugadores,  captadores y tampoco tuvo suerte, “no lo vieron”.
Con 14 años, tuvo la suerte de que lo invitaran a jugar en Nacional, a su vez jugó en la selección de Salto, saliendo en ambos equipos campeón. Al salir campeón del interior,  le dio derecho de representar a Uruguay junto a la selección, en un sudamericano en Chile. Lo acompañé durante doce días.
Pero es en el Estadio Dickinson, antes de irnos a Chile que lo ve Pablo Bernasconi, se conecta con  su actual contratista Gonzalo Sierra y quedó  entusiasmado, pero nada pasó en concreto.
Cuando llegamos de Chile, estaba la gente de Defensor Sporting en el aeropuerto  invitándolo a quedarse, pero tenía que ser en ese momento. “Hoy tiene que quedarse, porque el fútbol es así”, nos dijeron.
Como habíamos estado tantos días fuera, me dice Mauro:
– “¿Sera papá que puedo ir una semana a la quinta y vuelvo?”
Siempre fui muy estricto con él en cuanto a esto, y le contesté:
– No sé Mauro, el tren llegó. “Una semana puede ser mucho”. El hombre me está diciendo que si te quedás, practicás esta semana, con todo el movimiento que traes de la selección y el sábado ya juegas de titular”. Y así fue.
Estaba por otro lado Nacional que lo pretendía, pero pensé que ésta era la mejor propuesta.
Además Defensor me daba otra seguridad, incluso diciéndome que Mauro iba a estar más contenido. Me hacía esto sentir más tranquilo. Y se quedó, con 14 años. Venía a Salto cada tres meses,  yo lo visitaba también, pero se desenvolvió solo y muy bien.
Salió Campeón en esa categoría, luego en la otra, pero siempre anduvo en los primeros puestos con Defensor.
Luego lo citan para la preselección uruguaya, junto a Giménez, saliendo segundo y fue ahí la impresionante explosión de Giménez.
¿Cómo  es su explosión en la selección Sub 20?
Seguía en Defensor, lo citan para esta selección y es así como llega allí. Algunas veces se ha revelado con ganas de venirse,  pero lo hablábamos por teléfono, yo lo aconsejaba, repitiéndole que él quería ser jugador de fútbol y terminaba siempre diciéndome: “sos duro papá conmigo”. Pero hoy me lo agradece.
Pienso que en un deportista, el ochenta por ciento de su  fracaso, es debido al no apoyo de sus padres, exponiendo sus sentimientos y diciéndole: “venite”. No es lindo estar separados, pero es un sacrificio que debemos cumplir,  ya van tres años.
¿Cuál era su expectativa en cuanto al partido con Colombia?
Muy grande. Tomemos en cuenta que Colombia es último campeón de América, anduvo por Europa practicando.
¿Cómo ve el futuro de Mauro como papá?
Hay mucha expectativa en cuanto a su futuro. De cualquier manera, aunque vaya rumbo a la clasificación con la selección, todavía, no se ganó nada.
Si se logra salir 1º, 2º, 3º, o 4º, para llegar al mundial, bárbaro, pero aunque la alegría de haber llegado hasta aquí, no nos la borra nadie nunca más, no es lo mismo salir 5º o 6º y no ir al Mundial…
Se están manejando posibilidades pero en realidad, no sabemos en cuánto tiempo puede surgir novedades.
¿Qué le gusta a Mauro?
La quinta, no sale de casa cuando viene. Andar en tractor, pasar la pastera, arar, tareas simples. ¿Qué no le gusta?: es muy profesional. Lo embromo con un trago de alguna bebida,  solo moja los labios y me dice sonriendo: “deja quieto papá”. (Sonríe).
Aprovecho esta oportunidad para agradecer todas las llamadas, mensajes y atenciones para con Mauro a toda la gente de Salto, que están atentos y preguntan. Aportando su granito de arena algunos, preguntando otros  cosas que quieren que digamos, que todavía no están y no queremos mentir. Por ahora Mauro está ahí, seguro que dinero no tenemos, y somos conscientes de la realidad como está. Sigo con mi trabajo en la Intendencia y en la chacra, voy “tirando”.
Solo nos resta esperar y sobre todo que Mauro se sienta bien, haciendo lo que hace. Es una gran satisfacción.
Mary Olivera.

Instalado en la localidad de Tropezón, con un entorno de vida que brinda mucha paz y dedicando su tiempo a un trabajo de entrega y esfuerzo, como lo es la horticultura, nos recibe Wilney, el papá de Mauro Arambarri  Rosas, nuestro actual orgullo salteño en materia futbolera.

Mauro Arambarri  es oriundo de esta localidad, acompañado siempre por su familia, compuesta por papá Wilney, mamá Silvia y sus hermanos: Betania y Facundo,  es que comienza a convertirse en lo que es hoy: “un chico que promete y mucho”.

Wilney compartió una charla muy amena con El Pueblo, la que extractamos seguidamente.

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¿Cuándo se da cuenta del interés y las condiciones de Mauro por el fútbol?

De muy chiquitito.Tal vez por ver mi entusiasmo y dedicación de siempre por el  Club Tropezón, acompañándome para verme jugar como arquero en este equipo.

A Mauro le vimos de muy pequeño, con 4 ó 5 años, esa veta como le llamamos, del pelotazo contra la pared en la primera oportunidad.

Y yo sugiriéndole que le pegara de una forma u otra. Pasado el tiempo le organicé una canchita en casa, donde con un arco hecho con cajones, le tiraba los tiros libres.

Todo el tiempo que durara ese entretenimiento, le daba consejos, de que no se apurara cuando le tocara patear en los tiros libres,  prestar atención  en la ubicación del arquero, que se sintiera cómodo que el juez no lo iba a echar, por esas diferencias.

Consejos primordiales, para un niño que recién comenzaba en esta batalla del deporte.

¿Cómo es que comienza Mauro su trayectoria?

Me encuentro con unos amigos Laxague, dirigentes del Club San Eugenio, y me sugieren que lo traiga a Mauro a practicar en su equipo.

El primer día fue un desastre todo, cometió Mauro un penal, se sentaba arriba de la pelota, estaba totalmente distraído. Pensé: “no va a servir para este deporte”. Para el otro domingo, la cosa cambió. Pateaba muy fuerte, y lo veía con sumo entusiasmo. Asi empezó Mauro, con 8 años.

Luego Nico Araújo, dirigente de Gladiador lo invitó a entrenar en este cuadro y siendo yo técnico de la tercera de Tropezón, en oportunidades de que el contrincante tenía jugadores chicos, aprovechaba y lo mechaba allí. Jugaba el sábado de tarde en Gladiador y el domingo en Tropezón.

Cuando cumplió los 10 años jugaba en la selección salteña dirigida por Vlaemink, técnico de Nacional.

Pasado el tiempo, quedó en Tropezón, saliendo campeón dos años con la tercera. Con 13 años, jugaba en la selección sub 15 de la Liga Agraria, y en una eliminatoria  realizada en el Dickinson, alguien vio sus condiciones.

¿Cuándo deja Salto?

Es Pereira quien lo lleva a Danubio (Montevideo), con 13 años, luego se retira este técnico y todo quedó en nada.

Un día llegamos a Guichón, a un interescolar y lo llevé a presentarse a Peñarol, había muchos jugadores,  captadores y tampoco tuvo suerte, “no lo vieron”.

Con 14 años, tuvo la suerte de que lo invitaran a jugar en Nacional, a su vez jugó en la selección de Salto, saliendo en ambos equipos campeón. Al salir campeón del interior,  le dio derecho de representar a Uruguay junto a la selección, en un sudamericano en Chile. Lo acompañé durante doce días.

Pero es en el Estadio Dickinson, antes de irnos a Chile que lo ve Pablo Bernasconi, se conecta con  su actual contratista Gonzalo Sierra y quedó  entusiasmado, pero nada pasó en concreto.

Cuando llegamos de Chile, estaba la gente de Defensor Sporting en el aeropuerto  invitándolo a quedarse, pero tenía que ser en ese momento. “Hoy tiene que quedarse, porque el fútbol es así”, nos dijeron.

Como habíamos estado tantos días fuera, me dice Mauro:

– “¿Sera papá que puedo ir una semana a la quinta y vuelvo?”

Siempre fui muy estricto con él en cuanto a esto, y le contesté:

– No sé Mauro, el tren llegó. “Una semana puede ser mucho”. El hombre me está diciendo que si te quedás, practicás esta semana, con todo el movimiento que traes de la selección y el sábado ya juegas de titular”. Y así fue.

Estaba por otro lado Nacional que lo pretendía, pero pensé que ésta era la mejor propuesta.

Además Defensor me daba otra seguridad, incluso diciéndome que Mauro iba a estar más contenido. Me hacía esto sentir más tranquilo. Y se quedó, con 14 años. Venía a Salto cada tres meses,  yo lo visitaba también, pero se desenvolvió solo y muy bien.

Salió Campeón en esa categoría, luego en la otra, pero siempre anduvo en los primeros puestos con Defensor.

Luego lo citan para la preselección uruguaya, junto a Giménez, saliendo segundo y fue ahí la impresionante explosión de Giménez.

¿Cómo  es su explosión en la selección Sub 20?

Seguía en Defensor, lo citan para esta selección y es así como llega allí. Algunas veces se ha revelado con ganas de venirse,  pero lo hablábamos por teléfono, yo lo aconsejaba, repitiéndole que él quería ser jugador de fútbol y terminaba siempre diciéndome: “sos duro papá conmigo”. Pero hoy me lo agradece.

Pienso que en un deportista, el ochenta por ciento de su  fracaso, es debido al no apoyo de sus padres, exponiendo sus sentimientos y diciéndole: “venite”. No es lindo estar separados, pero es un sacrificio que debemos cumplir,  ya van tres años.

¿Cuál era su expectativa en cuanto al partido con Colombia?

Muy grande. Tomemos en cuenta que Colombia es último campeón de América, anduvo por Europa practicando.

¿Cómo ve el futuro de Mauro como papá?

Hay mucha expectativa en cuanto a su futuro. De cualquier manera, aunque vaya rumbo a la clasificación con la selección, todavía, no se ganó nada.

Si se logra salir 1º, 2º, 3º, o 4º, para llegar al mundial, bárbaro, pero aunque la alegría de haber llegado hasta aquí, no nos la borra nadie nunca más, no es lo mismo salir 5º o 6º y no ir al Mundial…

Se están manejando posibilidades pero en realidad, no sabemos en cuánto tiempo puede surgir novedades.

¿Qué le gusta a Mauro?

La quinta, no sale de casa cuando viene. Andar en tractor, pasar la pastera, arar, tareas simples. ¿Qué no le gusta?: es muy profesional. Lo embromo con un trago de alguna bebida,  solo moja los labios y me dice sonriendo: “deja quieto papá”. (Sonríe).

Aprovecho esta oportunidad para agradecer todas las llamadas, mensajes y atenciones para con Mauro a toda la gente de Salto, que están atentos y preguntan. Aportando su granito de arena algunos, preguntando otros  cosas que quieren que digamos, que todavía no están y no queremos mentir. Por ahora Mauro está ahí, seguro que dinero no tenemos, y somos conscientes de la realidad como está. Sigo con mi trabajo en la Intendencia y en la chacra, voy “tirando”.

Solo nos resta esperar y sobre todo que Mauro se sienta bien, haciendo lo que hace. Es una gran satisfacción.

Mary Olivera.

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