Era media mañana y había gente que iba y venía por la Plaza Treinta y Tres, jóvenes sentados en los bancos, muchos estudiantes de la UTU y de centros de enseñanza que no concurren o abandonaron el sistema educativo, pero que optaron por concurrir a ese espacio público como punto de encuentro.
De repente dos motos de la Policía entraron a la plaza acompañados de otro efectivo, a pocos metros de ellos, una camioneta del PADO que acompañó el procedimiento y observaba todo lo que estaba pasando. Los policías se dirigieron hacia un grupo de jóvenes que estaban sentados en un banco como si nada.
De un momento a otro, todas las miradas posadas sobre ellos, allí un cronista de este diario que iba caminando pudo saber que la Policía sospechaba que en ese grupo de jóvenes específicamente había un hecho delictivo que se estaba cometiendo y que era ya una conducta reiterada.
Una persona aportó algo más, dijo que los jóvenes allí sentados se dedicaban a la venta de lo que podrían ser estupefacientes y que la Policía ya los estaba vigilando, ya que los mismos lo hacían a otros jóvenes que aparecían de manera sistemática en el lugar y bajo la mirada de funcionarios policiales que los vigilaban desde hacía tiempo. Al final hubo detenidos y la investigación para determinar la situación siguió su curso.
