Cuando la mujer caminaba por la calle Artigas entre Treinta y Tres y Larrañaga, al pasar frente a un colegio privado de la zona, frunció el ceño y puso cara de asco. El otro individuo que venía de frente no entendía cuál era la situación por la cual ella ponía ese gesto, hasta que caminó por el mismo tramo que ella y allí sintió lo que pasaba.
Un olor nauseabundo reina en el lugar y para colmo de males, un contenedor de la basura que hay allí, estaba con la tapa del recipiente abierto. El olor se hacía más fuerte y ya nadie quería pasar por el lugar, por el contrario todos dejaban ese espacio libre. Alguien clamó porque la Intendencia se hiciera cargo del asunto, pero hasta ayer todo estaba igual.
Se trata de contaminación en el ambiente, dijo uno de los padres que había ido a buscar a su hijo al centro educativo, además es contaminante para esos chicos que concurren a estudiar allí. Nadie sabía si el olor era específicamente por algo putrefacto que estaba en el lugar, o si se trataba del contenido del recipiente.
Quienes estaban allí aducían que trasladarían esa inquietud para que la Intendencia fuera al lugar y tomara cartas en el asunto, ya que se trata de un lugar por el que a diario transita mucha gente y además hay muchos niños que no merecen estar soportando un olor nauseabundo que es hasta contaminante.
