Es claro que son varias las personas que transitan calle Uruguay todo el día, ofreciendo para la venta a los transeúntes todo tipo de artículos (“chucherías”, como dicen algunos). También son varias las personas que se molestan porque entienden que son demasiado “insistentes, pesados”” para que se les compre, tanto así que una señora nos contaba ayer, que uno de estos muchachos la siguió una cuadra insistiendo para que le compre.
Pero lo más grave es, por ejemplo, lo que nos contó otra lectora. Sucede que ella ingresaba a la zona de cajeros automáticos del Banco, cuando uno de estos muchachos, tras decirle ella que no le interesaba comprarle lo que ofrecía, le dijo: “Bueno señora, igual yo la espero acá afuera, entonces usted va a salir con plata y aunque sea por ayudarme me tiene que comprar”. Ya estaríamos hablando hasta de hostigamiento, ¿verdad?
Entre algunos rumores de cierre y algunas confirmaciones, lo cierto es que el comercio salteño sigue estando en una situación para nada cómoda. Es como si la situación de diferencia cambiaria con Argentina hubiera sido la estocada final para muchos.
Alguna vez lo comentamos: si se quiere comprobar esta penosa situación, tan solo a modo de ejemplo, alcanza con recorrer la Galería Salto 1, o la vereda de enfrente al Banco República (en el centro). Son muchos los locales vacíos. Muchísimos.
