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viernes, 16 de mayo de 2025
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Viejo y cansado, lleva marcapasos y fue operado por última vez hace tres meses

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Benedicto XVI se despedirá de los fieles el día 27 en la plaza de San Pedro
El Vaticano revela que el Papa lleva un marcapasos y que fue operado hace tres meses
El Papa renuncia acosado por la enfermedad y las intrigas.
El padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, es un tipo simpático. Los periodistas que cubren la información de la Santa Sede le tienen aprecio porque tiene más paciencia que el santo Job, responde a cuantas preguntas se le formulan —algunas verdaderamente exóticas— y siempre da la cara, a las duras y también a las maduras. En su contra se puede decir que su información es tan limitada como su acceso a Benedicto XVI, pero cuando desconoce algo no tiene empacho en reconocerlo utilizando una fórmula muy italiana: “Debo decir que no lo sé”.
Su conferencia de prensa el pasado lunes —la segunda desde la sorpresiva renuncia del Papa— no arrojó como suele ser habitual grandes titulares, pero el jesuita Lombardi sí dijo algo, una frase perdida, que viene a confirmar los verdaderos motivos del plantón de Joseph Ratzinger: “Puede que [el Papa] haya valorado los problemas de gobernabilidad, pero sobre todo el papel de la Iglesia en el mundo”.
Si a la referencia a la “gobernabilidad” del Vaticano —esto es, a la ingobernabilidad— se le añade la insistencia de Lombardi en negar que Benedicto XVI esté enfermo, más allá de los problemas asociados a un hombre de casi 86 años con una mala salud de hierro, va quedando meridianamente clara la razón del adiós. Después de casi ocho años intentando sin éxito poner cordura en la casa de Dios, Ratzinger decidió pasar el testigo, preocupado sin duda porque su progresivo deterioro pueda ser aprovechado por las distintas facciones que luchan por el poder en el seno de la Iglesia.
Dijo el portavoz Lombardi que, tras anunciar su decisión, el Papa se encuentra bien, con el ánimo sereno y dispuesto a seguir cumpliendo con su deber hasta el día 28 a las ocho de la tarde. “¿Y por qué a las ocho de la tarde?”, le preguntaron, sin duda esperando una señal, un motivo jurídico o tal vez simbólico que justificara ese momento de la tarde para abandonar un pontificado. Lombardi esta vez sí sabía el por qué, pero no encerraba ningún misterio: “Esa es la hora a la que normalmente el Papa deja de trabajar”.
Esa mañana, el diario Il Sole 24 Orehabía publicado que Joseph Ratzinger lleva un marcapasos desde hace 10 años —dos antes de ser elegido Papa— y que hace un par de meses se sometió a una operación para renovarlo. El padre Lombardi confirmó la noticia, si bien desvinculó la operación —un simple cambio de batería a cargo del cirujano cardiaco Luigi Chiariello— de la renuncia. Para entonces, según publicó L’Osservatore Romano y confirmó el hermano del Papa, Benedicto XVI ya había decidido no esperar a la muerte para dejar el pontificado. Por lo demás, el portavoz del Vaticano relató esas pequeñas cosas que tanto color otorgan al asunto a la espera del siguiente acontecimiento verdaderamente importante, la elección —tal vez a mediados de marzo— del nuevo Pontífice.
Puede que [el Papa] haya valorado los problemas de gobernabilidad
Federico Lombardi, portavoz del Vaticano
Explicó Lombardi que, hasta el día 28, el Papa seguirá siendo Papa con todas las de la ley. Hoy dirigirá la celebración del  Miércoles de Ceniza, recibirá el sábado al presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, y el domingo iniciará unos ejercicios espirituales hasta el sábado 23. El miércoles 27 celebrará la última audiencia pública del pontificado y tal vez dos o tres días después se destruirá el Anillo del Pescador. Es lo que se hace cuando un Papa muere, pero ahora también se hará para evitar cualquier posible falsificación de documentos pontificios.
Todo el que haya pasado, aunque sea de refilón, por un colegio de curas o de monjas sabe aquello de “quien evita la tentación evita el peligro”. Y el Vaticano, a la vista está, es un lugar muy frecuentado por las tentaciones y los peligros.
Fuente: ElPaís de Madrid.

Benedicto XVI se despedirá de los fieles el día 27 en la plaza de San Pedro

El Vaticano revela que el Papa lleva un marcapasos y que fue operado hace tres meses

El Papa renuncia acosado por la enfermedad y las intrigas.

El padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, es un tipo simpático. Los periodistas que cubren la información de la Santa Sede le tienen aprecio porque tiene más paciencia que el santo Job, responde a cuantas preguntas se le formulan —algunas verdaderamente exóticas— y siempre da la cara, a las duras y también a las maduras. En su contra se puede decir que su información es tan limitada como su acceso a Benedicto XVI, pero cuando desconoce algo no tiene empacho en reconocerlo utilizando una fórmula muy italiana: “Debo decir que no lo sé”.

Su conferencia de prensa el pasado lunes —la segunda desde la sorpresiva renuncia del Papa— no arrojó como suele ser habitual grandes titulares, pero el jesuita Lombardi sí dijo algo, una frase perdida, que viene a confirmar los verdaderos motivos del plantón de Joseph Ratzinger: “Puede que [el Papa] haya valorado los problemas de gobernabilidad, pero sobre todo el papel de la Iglesia en el mundo”.

Si a la referencia a la “gobernabilidad” del Vaticano —esto es, a la ingobernabilidad— se le añade la insistencia de Lombardi en negar que Benedicto XVI esté enfermo, más allá de los problemas asociados a un hombre de casi 86 años con una mala salud de hierro, va quedando meridianamente clara la razón del adiós. Después de casi ocho años intentando sin éxito poner cordura en la casa de Dios, Ratzinger decidió pasar el testigo, preocupado sin duda porque su progresivo deterioro pueda ser aprovechado por las distintas facciones que luchan por el poder en el seno de la Iglesia.

Dijo el portavoz Lombardi que, tras anunciar su decisión, el Papa se encuentra bien, con el ánimo sereno y dispuesto a seguir cumpliendo con su deber hasta el día 28 a las ocho de la tarde. “¿Y por qué a las ocho de la tarde?”, le preguntaron, sin duda esperando una señal, un motivo jurídico o tal vez simbólico que justificara ese momento de la tarde para abandonar un pontificado. Lombardi esta vez sí sabía el por qué, pero no encerraba ningún misterio: “Esa es la hora a la que normalmente el Papa deja de trabajar”.

Esa mañana, el diario Il Sole 24 Orehabía publicado que Joseph Ratzinger lleva un marcapasos desde hace 10 años —dos antes de ser elegido Papa— y que hace un par de meses se sometió a una operación para renovarlo. El padre Lombardi confirmó la noticia, si bien desvinculó la operación —un simple cambio de batería a cargo del cirujano cardiaco Luigi Chiariello— de la renuncia. Para entonces, según publicó L’Osservatore Romano y confirmó el hermano del Papa, Benedicto XVI ya había decidido no esperar a la muerte para dejar el pontificado. Por lo demás, el portavoz del Vaticano relató esas pequeñas cosas que tanto color otorgan al asunto a la espera del siguiente acontecimiento verdaderamente importante, la elección —tal vez a mediados de marzo— del nuevo Pontífice.

Puede que [el Papa] haya valorado los problemas de gobernabilidad

Federico Lombardi, portavoz del Vaticano

Explicó Lombardi que, hasta el día 28, el Papa seguirá siendo Papa con todas las de la ley. Hoy dirigirá la celebración del  Miércoles de Ceniza, recibirá el sábado al presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, y el domingo iniciará unos ejercicios espirituales hasta el sábado 23. El miércoles 27 celebrará la última audiencia pública del pontificado y tal vez dos o tres días después se destruirá el Anillo del Pescador. Es lo que se hace cuando un Papa muere, pero ahora también se hará para evitar cualquier posible falsificación de documentos pontificios.

Todo el que haya pasado, aunque sea de refilón, por un colegio de curas o de monjas sabe aquello de “quien evita la tentación evita el peligro”. Y el Vaticano, a la vista está, es un lugar muy frecuentado por las tentaciones y los peligros.

Fuente: ElPaís de Madrid.

Las claves de la renuncia del Papa

Benedicto XVI sorprendió este lunes al mundo cuando anunció que abandonará su cargo el próximo 28 de febrero.

El papa Benedicto XVI sorpendió este lunes al mundo cuando anunció que abandonará su cargo el próximo 28 de febrero. ¿Cuáles han sido las razones? ¿Qué pasará ahora? Estas son las claves de la renuncia papal.

¿Qué motivos ha dado el Papa para renunciar?

En su declaración, Benedicto XVI, que cumplirá 86 años en abril, dijo que había llegado a la certeza de que, por su edad avanzada, ya no tenía “fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”. “Para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”, dijo el Pontífice.

En una entrevista concedida al periodista alemán Peter Seewald para el libro La Luz del Mundo en 2010, Benedicto XVI ya sostuvo que cuando un Papa sabe que “no puede llevar a cabo su encargo, entonces tiene en algunas circunstancias el derecho, y hasta el deber, de dimitir”.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, explicó que la decisión del Pontífice había sido meditada durante meses y que no respondía a ninguna presión externa.

No sabemos el peso que tuvo el entorno del Pontífice en su decisión, pero sí que su Papado ha estado marcado por las luchas internas en el seno de la curia para contrarrestar sus intentos de limpiar la Iglesia de clérigos pederastas y banqueros corruptos. El escándalo del Vatileaks, una filtración masiva de documentos privados, que puso de manifiesto esos enfrentamientos internos y acabó con la detención de su mayordomo, Paolo Gabriele, acusado del robo de la correspondencia papal, complicó la labor de Benedicto XVI en los últimos meses.

¿Cuándo dejará el Pontificado? ¿Qué pasará después?

Benedicto XVI dejará su cargo el próximo 28 de febrero, a las ocho de la tarde. Después de su renuncia, se abrirá un periodo de sede vacante —el intervalo entre papas—. A partir del 1 de marzo y hasta la elección del nuevo Papa, un colegio de cardenales gobernará la Iglesia y se encargará de las tareas administrativas cotidianas.

El Pontífice se trasladará, por su parte, a la residencia de Castel Gandolfo —a 18 kilómetros al sureste de Roma— hasta que sea elegido su sucesor y se terminen las obras de rehabilitación de un convento de monjas en el interior del Vaticano donde residirá, según Lombardi.

¿Cuándo será elegido el próximo Papa?

Aunque todavía no se ha fijado una fecha para el próximo cónclave, Lombardi aseguró este lunes que habría un nuevo Papa antes de Pascua, esto es, el 31 de marzo.

Si el periodo de sede vacante suele durar un mes, los plazos deberían ser más rápidos esta vez, ya que no habrá los nueve días de luto que la Iglesia se reserva tras la muerte de un Pontífice, ni los tres durante los cuales se expone el cuerpo en la basílica de San Pedro para que los feligreses puedan despedirse.

“Por eso calculamos que en unos 15 o 20 días podremos llegar a un nuevo ‘habemus papam”, aventuró Lombardi.

¿Cuántos papas han renunciado a su ministerio?

De los 265 papas que ha tenido la Iglesia católica en su historia, solo han dimitido cuatro antes de Benedicto XVI. Los dos primeros, Clemente I y Ponciano, vivieron en el siglo II y III, respectivamente. En su época, la Iglesia era una secta minoritaria, y los papas tenían mucho menos poder que en la actualidad. El Pontífice adquiere importancia política, jurídica y espiritual en el Renacimiento.

Celestino V, coronado en 1294, renunció a su ministerio tras cinco meses de Papado, ya que no se acostumbraba a las responsabilidades del cargo.

El último Papa que dejó el cargo antes de Joseph Ratzinger fue Gregorio XII, que tuvo que dimitir en 1415 para poner fin al cisma de Occidente.

¿Cómo se elige al Papa?

El Pontífice se elige en el cónclave, una reunión de los cardenales en la Capilla Sixtina. Estos se encierran cum clave [en latín, con llave] para no tener contacto alguno con el mundo exterior. Tienen derecho de voto todos los cardenales que no hayan cumplido 80 años; los que sean mayores, solo tienen una función de apoyo espiritual y participan en las fases de conversación previas a la votación.

Los electores no pueden ser más de 120; ahora son 117. En teoría puede ser escogido cualquier hombre bautizado y no casado, aunque en la historia de la Iglesia casi siempre se ha elegido a un cardenal.

¿Cómo se celebra el cónclave?

Antes de empezar los cardenales recitan un juramento y se comprometen a votar secundum Deum (inspirados por Dios). Tras cada escrutinio las papeletas se atan con un lazo y se queman en una estufa. Si no se ha alcanzado la mayoría necesaria para la proclamación, la chimenea escupe humo negro.

A partir de la 34º ronda de voto, solo quedan los dos candidatos más votados, y ambos quedan excluidos de la consulta. Se vota hasta que uno de los dos salga elegido, y entonces el cardenal decano le pregunta si acepta el encargo. Si la respuesta es positiva, el nuevo Papa elige su nombre pontifical. La chimenea de la Capilla Sixtina escupe entonces la fumata blanca. Mientras el cardenal seleccionado viste la ropa blanca del Pontífice, el decano dice lo siguiente: “Anuncio vobis gaudium magnum. Habemus Papam (Os anuncio una gran alegría. Tenemos papa)”. El nuevo Pontífice sale e imparte su primera bendición urbi et orbi (a la ciudad y al mundo)

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