POR JORGE PIGNATARO
Atrás nuestro no hay nada, un gaucho, dos gauchos, treinta y tres gauchos”. Eso escribió alguna vez el novelista Juan Carlos Onetti con su habitual escepticismo y pesimismo ante la vida en general. Es que la historia nacional ha sido también tema literario en distintos momentos y desde diferentes enfoques. Seguidamente, ofrecemos algunos poemas –distintos autores y épocas- inspirados en la gesta de 1825 de la que hoy, 19 de abril, se cumple un año más: de Desembarco de los Treinta y Tres Orientales. Antes, parece oportuno llamar la atención sobre la importancia que Salto ha dado a este hecho, según lo refleja su nomenclátor.
Calles, plaza, placa, pueblo, bustos…Salto, la ciudad que se llenó de homenajes en torno a esta fecha
(Publicado en Diario EL PUEBLO el 19de abril de 2020)
No es común que en una sola ciudad abunden tantos tributos a un mismo hecho histórico. Pero es lo que sucede en este caso y aquí, en Salto. No es frecuente que el nomenclátor de un lugar incluya nombres alusivos a ese hecho en tantos espacios públicos. Vale la pena hacer un repaso:
-Desde 1899, Salto recuerda el hecho al denominar como «19 de abril» a una calle; esta nace en la zona portuaria y se extiende hacia el este hasta proximidades de calle Santa Rosa.
-Pero además, también desde 1899, se llama «Agraciada» otra calle (paralela a aquella una cuadra hacia el norte y extendida al este hasta cercanías del estadio Ernesto Dickinson) que también alude a este hecho.
-La Playa La Agraciada es conocida asimismo como «Arenal Grande», nombre que también lleva una avenida de Salto (ubicada en la zona este de la ciudad, desde Avda. Magallanes hasta Avda. Enrique Amorim). Vale recordar que la playa se ubica sobre el Río Uruguay, en el departamento de Soriano. La consigna de los orientales era «liberar la patria o morir por ella», y la bandera que desplegaron fue la que se conoce como Bandera de los Treinta y Tres.
-Pero, como si tres calles fuera poca cosa, además de 19 de Abril, Agraciada y Arenal Grande, no olvidemos que aquí tenemos también la calle «Treinta y Tres Orientales», que nace al finalizar la cuadra del 800 de calle Uruguay y se prolonga hacia el sur hasta Avda. Pascual Harriague. Y, como si aún fuera poco, en la intersección de esta calle y Artigas (vereda del Palacio de Oficinas Públicas), se ubica una placa que reza: «Libertad o Muerte. 1825-1925. El Pueblo de Salto a los héroes de la Agraciada».
-También una de las plazas ubicadas sobre nuestra calle principal recibe ese nombre: «Plaza Treinta y Tres Orientales». Se trata de uno de los espacios públicos más antiguos de Salto, cuya fecha de creación es cercana a la propia creación de la ciudad. La primera gran reforma que tuvo, al menos de la que se tienen registros, data de 1910.
-Y no podía quedar de lado el homenaje al líder de aquellos orientales, por eso una calle también se denomina (desde 1899) «Juan Antonio Lavalleja». Es la que nace al finalizar la cuadra del 500 de calle Uruguay y se extiende hacia el sur (con algunas interrupciones) hasta proximidades de la avenida Manuel Patulé.
-Cabe agregar que un busto de Lavalleja, junto a uno de Manuel Oribe (nombre también de una importante avenida y de un barrio), se encuentra en la plaza ya mencionada. Y que uno de los lugares más grandes y poblados del interior del departamento (y Municipio desde 2010) también lleva su nombre, antes «Colonia» y ahora «Pueblo Lavalleja».
Romance de Juan Antonio
Te nombro y siento en la boca
genuino gusto de patria,
te evoco y en tu figura
se corporiza mi raza.
Te canto y musicalizan
mi voz aquellas guitarras
de los viejos payadores
que iban trenzando tu fama ,
con los tientos primitivos
de cielos y cifras gauchas.
Por tu nombre y tu imagen
resumen plena la estampa
del oriental que su tierra
ganó a sangre y a tacuara.
Porque eres el arquetipo
del hombre que expresa su alma
solo cuando vive libre
como el viento de las pampas.
Juan Antonio, Juan Antonio,
cuentan que cuando arengabas
a los gauchos orientales
al iniciar una carga,
se alzaba un palmo tu cuerpo
sobre tu talla menguada,
y tu bronca voz crecía
como un viento de borrasca
para henchir los corazones
de fe, denuedo y confianza.
Juan Antonio, savia heroica
de una estirpe indomeñada,
cristalizador del sueño
que en Artigas alentara:
para expresar tu grandeza
ninguna palabra alcanza,
ni hay lauros con que pagarte
lo que te debe la patria.
Serafín J. García
Sin nombrarte
De qué tala habrás nacido
De qué coronilla el molde
De qué estrella tu apellido,
Que fue tan alto tu nombre?
De qué toro retacón
Habrás copiado tu porte
De qué potro escarceador
Sacaste libre el galope?
En cuál rincón de la sierra
En la fruta de qué molle
Maduraste el aguijón
Para clavárselo al Norte?
De qué teros los clarines
Que agudizaron sus toques
Para tallar el granito
Donde afirmaste tu bronce?
En cuál de los cerros altos
Trepaste los horizontes
Para aprenderte los rumbos
Que abrió la aurora del “Once”?
De qué creciente la luna
Que te creciste esa noche,
Formando de cuarta luna
Tu corvo sable de Prócer?
Qué lluvia llenó tu cauce
Para tenderte en desborde
E inundar de libertad
Los Treinta y Tres corazones?
De qué ceibo, de qué cielo;
De qué espumas tus aprontes
Para formar tricolor
La devoción de tus hombres?
De dónde la fe rotunda
Que en Florida, cual resorte,
Izó las viejas cadenas
Para romperlas de un golpe?
De dónde la voz aquella
Que resonó por los montes
Cuando todo Sarandí
Se estremeció con tu orden?
De qué tala habrás nacido
De qué coronilla el molde?
Por Minuano y Oriental
No hace falta que te invoque,
Y el que te quiera nombrar,
Que se descubra ¡¡y te nombre!!
Santos Inzaurralde
A Lavalleja (fragmento)
¡Bien estás en el bronce, león minuano.
Con tu gesto de heroica rebeldía
¡Si parece que cargas todavía.
«Carabina a la espalda y sable en mano»!
¡Bien estás en el bronce! mas el llano
No es digno pedestal de tu osadía:
¡Tu trono debe ser la Serranía
Que vio flotar tu poncho veterano!
Olegario María Núñez
Desembarco de los
Treinta y Tres Orientales
Pisan los héroes la humillada tierra
y al primer esplendor del sol naciente
con voz robusta y ánimo valiente
el grito arrojan de ¡libertad o muerte!
¡Cielos! ¿Adónde van? El alta sierra,
el bosque umbrío, la llanura ardiente,
hierven cuajadas de enemiga gente
y el hendido cañón la muerte encierra.
¡Qué importa! ¿No es la Patria quien los llama?
de la orilla cercana a la remota,
la sublime locura se derrama.
¡Patria! es el nombre que a los labios brota;
el caro acento al oriental inflama
y lanza al viento la cadena rota.
Aurelio Berro
