Instalarnos en la costa de Bella Unión, orillas del majestuoso Río Uruguay, contemplando el desplazamiento del agua, nos lleva muchas veces a imaginarnos ese «mundo» viviente que nace, crece, se reproduce y muere en las diferentes profundidades, y en otras infinidades de ocasiones, siendo presa de los pescadores. Más allá de los mejillones dorados, caracoles y cangrejos, esta corresponsalía quiere compartir con nuestros lectores parte de un interesante material de la Comisión Administradora del Río Uruguay, que habla precisamente de los peces del «río de los pájaros pintados».
LA ICTIOFAUNA
Desde el punto de vista ictiogeográfico, el río Uruguay, donde habitan más de 150 especies de peces, se considera incluido en la región Guayano Brasílica, y dentro de ella, en la provincia Párano Platense, cuyo límite sur es el Río de la Plata. Existe una gran afinidad entre la ictiofauna del río Uruguay y la del sistema del Paraná, cuyos elementos predominantes pertenecen a los órdenes Characiformes y Siluriformes, que por otra parte son los que han experimentado la más importante radicación adaptativa en los sistemas fluviales de Sudamérica. Entre los caraciformes se encuentran especies carnívoras, fitófagas, iliófagas y omnívoras, con tamaños que van desde el de las pequeñas mojarras, de pocos centímetros, hasta el de los grandes dorados, de más de un metro de longitud y pesos que superan los 30 kg. Este grupo comprende además, entre otros, a los dientudos, las pirañas, la tararira, las bogas y los sábalos. Los siluriformes incluyen también formas con hábitos de alimentación muy diversos y un rango de tamaños aún más amplio que el de los caraciformes. Las viejas de agua constituyen el grupo más numeroso del orden, y junto con los bagres y armados, integran un conjunto de peces adaptados a la vida asociada al fondo. Otros siluriformes importantes con el surubí, que puede alcanzar más de un metro y medio de longitud, y el patí, peces ictiófagos de gran importancia pesquera.
LOS «ELÉCTRICOS»
Aunque son relativamente poco conocidos, debido a sus hábitos nocturnos y por carecer de interés pesquero u ornamental, los Gymnotiformes ocupan un lugar importante por su diversidad y biomasa en la cuenca del río Uruguay. Todas las especies de este grupo, como la morena y la banderita, se caracterizan por su condición de «peces eléctricos», capaces de generar descargas mediante órganos especializados, y de percibir corrientes eléctricas débiles mediante electrorreceptores ubicados en la piel. Esta notable adaptación les pemite detectar obstáculos o localizar presas potenciales, en plena oscuridad, por las deformaciones que producen en las líneas de corriente que el pez emite y percibe continuamente.
LAS «RAYAS» Y OTROS
El elenco de los peces del río Uruguay se completa con representantes de la clase de los condrictios o peces cartilaginosos (rayas de río) y de otros órdenes de peces óseos como los Clupeiformes (sardina de río, lacha, mandufia), los Mugiliformes (lisa), Atheriniformes (pejerreyes), Synbranchiformes (anguila de río), Cyprinodontiformes (Cynolbias, madrecita) y Perciformes (corvinas, chanchitas, cabeza amarga, lenguado). En tiempos relativamente recientes se han establecido también poblaciones de la carpa europea, pez exótico perteneciente al orden Cypriniformes.
REPRODUCCIÓN
La zona de reproducción se encuentra normalmente aguas arriba de las áreas de cría y de alimentación. La estrategia reproductiva de estas especies involucra, precisamente la liberación de gran cantidad de huevos en aguas abiertas y la utilización de la corriente y el desborde a los cuerpos de agua marginales (que constituyen las principales áreas de cría por sus condiciones de protección y disponibilidad de alimento) como mecanismos de dispersión de los huevos y larvas. Las especies con comportamiento migratorio, como el dorado, la boga, el sábalo, el surubí o el patí, son en general las de tamaño más grande y de mayor interés pesquero. La presencia de la represa de Salto Grande a partir de 1979, incidió sobre los peces migratorios del embalse de manera diversa, según las especies. Si bien la mayoría experimentó una disminución de su abundancia en la década del 80, debido a la interferencia con los circuitos migratorios y los procesos reproductivos, algunas mostraron evidencias de recuperación, tal el caso del sábalo, la boga y el dorado, que incrementaron su frecuencia en los muestreos realizados en la década de 90. Otras en cambio como el bagre cucharón, el armado chancho y el surubí, continuaron la tendencia declinante y desaparecieron prácticamente de las capturas. A diferencia de otros peces migratorios, el patí pasó a ser una especie rara en los primeros años de la década del 80, a constituirse en una de las más abundantes en la actualidad. El pacú y el pirapitá o salmón de río estuvieron totalmente ausentes de las muestras obtenidas en el embalse luego del cierre de la represa. La fuerte reducción numérica de estas especies, de régimen predominantemente frugívoro, estaría motivada, además, por las deforestación de la vegetación marginal en la cuenca del río Uruguay.
Los peces de Río Uruguay
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