Durante la Semana Santa, la época en que más uruguayos sale de vacaciones, no ha pasado un solo día sin que se registrara un accidente carretero. Lo peor de ello es que muchas veces se han vuelto fatales, es decir que terminaron con la muerte de algunos de los participantes. Significa que frecuentemente transforman una jornada feliz, de esparcimiento familiar en una tragedia de consecuencias desastrosas.
Entre las causas más frecuentes de estos accidentes -según el propio organismo encargado de controlarlos – se cuentan maniobras incorrectas (adelantamientos en zonas no habilitadas, a velocidad excesiva y demás).
En otros casos, porque lamentablemente los sigue habiendo, se trata de conductores alcoholizados.
Vale decir que en buena medida no son “accidentes”, sino siniestros, aunque seguimos insistiendo que una cosa es la designación periodística y otra muy diferente es la judicial, la que tiene que ver con las posibles causas del hecho.
De todas formas los accidentes se siguen registrando y lo que más cuestiona es que no por falta de conocimiento o por causas naturales, como puede ser una descarga eléctrica o la caída de una rama por un viento muy fuerte, sino por la inconsciencia de los propios conductores.
Vale decir que muchos de estos “accidentes” son evitables, si manejáramos responsablemente, respetando las normas del tránsito.
Lamentablemente no es así. Hoy cuando vemos un camión cargado de troncos y el estado de las redes conque controlan a éstos. Cuando vemos los famosos “trencitos” de camiones cargados, que se conducen como si fueran los “dueños” de las carreteras, nos convencemos que en muchos casos la causa es la imprudencia humana.
En estos días se ha anunciado una nueva etapa de control, con la incorporación de más semáforos “inteligentes” de los que sacan la foto de la infracción en el momento preciso.
Pero tenemos que entender que mientras no nos convenzamos que por algo existe límite de velocidad, por algo en algunas zonas de la carretera está prohibido adelantar, no podremos terminar con esta pandemia.
La carretera, como la vida misma requiere que nos manejemos con prudencia, respetando a los demás, conociendo y respetando los derechos establecidos, mientras no lo hagamos no terminaremos de lamentar las consecuencias de esta pandemia.
Gran parte de la responsabilidad en este sentido les cabe a los controladores. Cuando entendamos que es necesario involucrarse en el tema, sancionar con dureza a los reincidentes, sea quien sea, entonces quizás podamos esperar otra realidad.
A.R.D.
Una pandemia que no se acaba
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