Certeras, muy certeras y críticas son estas palabras que el periodista Eleazar José Silva escribió hace pocas horas en su cuenta de Facebook: “Tras la jornada inaugural del carnaval capitalino, para consumo general con el interior incluido por lo tanto, repercusiones en una y otra dirección. En Salto también. Tema libre. Y está bien. Te gusta o no te gusta y es tu derecho a exponer.
Pero claramente queda de manifiesto un hecho: lo político-partidario, por encima de ese arte popular. El cintillo político es inevitable…”.
Y claro, porque quien haya mirado esa inauguración, miró ni más ni menos que una propaganda política en función del Referéndum que habrá en marzo.
ero antes de entrar en lo específico de ello, parece oportuno leer y razonar esta especie de leyenda que nos llegó hace pocos días. Se llama “Historia de la Verdad y la Mentira”, y la escribió el francés Jean León Gerome, allá por el 1900: “¡Buen día!”, dijo la Mentira. “¡Buenos días!”, contestó la Verdad. “¡Hermoso día!”, comentó la Mentira. Entonces la Verdad se asomó para ver si era cierto, y lo era. Entonces “¡Hermoso día!”, contestó la Verdad. “¡Aún más hermoso está el lago!”, dijo la Mentira. Entonces la Verdad miró hacia el lago y vio que la Mentira decía la Verdad, y asintió. Luego corrió la Mentira hacia el agua y dijo “el agua aún está más hermosa, nademos”. La Verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la Mentira, ambas se quitaron la ropa y nada-ron tranquilas, un rato después salió la Mentira, se vistió con las ropas de la Verdad y se fue. La Verdad fue incapaz de vestirse con las ropas de la Mentira y comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban al verla. Es así como aún hoy en día la gente prefiere aceptar la Mentira disfrazada de Verdad y no la Verdad al desnudo”.Y la leyenda viene al caso porque hace unos, mi-rando el desfile inaugural del carnaval en Montevideo, quedó claro una vez más que la Verdad es que el carnaval uruguayo (en general) es cada vez más un instrumento político que utiliza la izquierda. ¿Cuál sería la Mentira entonces? Pues, decir que es un movimiento que no responde a otro interés que no sea puramente el del pueblo, que es un movimiento apolítico, que predomina lo puramente artístico por encima de otras intenciones, etc., etc.
Pienso así desde hace mucho tiempo, sobre todo cuando escucho letras de murgas. Muchas de ellas han perdido incluso el encanto del humor pícaro, por intentar solo el camino de hacer política. Y el día del desfile en cuestión, ni siquiera precisé escuchar murgas, quien miraba el desfile veía una manifestación a favor del Sí en el referéndum.
Y es entonces que uno se pregunta: ¿Creerán algunos que el pueblo es tonto? La verdad es esa, la mentira es decir que fue algo espontáneo, que ese es el sentir de pueblo… Todos de ropa rosada, de tapaboca rosado, con carteles “Vote Sí”, con otros carteles “Yo defiendo la educación pública por eso voto Sí”, con la Pantera Rosa pintada en los vehículos, en la cartelería misma de las agrupaciones… Pero, ¿en serio van a seguir diciendo que es apolítico (partidario) el carnaval? ¿Tan inocentes nos creen?
A decir verdad (salvo por el hecho que me pare-ce, como decía anteriormente, que el carnaval ha perdido encanto desde que se ha politizado tanto), no debería molestarnos para nada que actores carnavaleros digan ser de izquierda, de centro o de derecha, felizmente somos libres, cada uno es de lo que quiera ser; pero lo que no podemos permitir es que se haga un carnaval político mintiendo que no lo es.
Se nos viene a la mente un par de ejemplos. Hay quienes dicen “Cabildo Abierto y los militares son cosas distintas”. No, señores; Cabildo Abierto es un partido de base militar, dirigido por militares y que se maneja con lógica militar. Y punto. No se puede mentir otra cosa. Hay quienes dicen: “Frente Amplio y PIT CNT son cosas totalmente distintas”. No, señores; uno se alimenta del otro a tal punto que suelen casi fusionarse.
Y el carnaval lo mismo. No es posible seguir min-tiendo. Cada vez más el carnaval uruguayo es un movimiento político de izquierda, y listo, hay que asumirlo. En esto del color rosado, y en los mensajes explícitos que se daban en ese desfile de la capital, quedó una vez más demostrado, más que demostrado.
Muchos pensamos en algún momento que era exagerado Rodolfo Fattoruso (crítico literario, de cine y de teatro, periodista, ex director del Instituto Nacional del Libro, etc.) en unas declaraciones sobre la cultura nacional actual, que hizo hace un tiempo a un diario capitalino. Pero capaz no sea tan exagerado. En entrevista publicada por Sábado Show el 24 de abril del año pasado, Fattoruso sostuvo que actualmente la cultura uruguaya es “stalinista” y “marxista”. Y ante la pregunta del periodista sobre cuánto cree que ha perjudicado a la cultura que gran parte de sus exponentes y sus corporaciones se hayan identificado solo con el Frente Amplio, respondió: “El populismo es la enfermedad mortal de toda vida cultural libre, di-versa y por lo tanto robusta. Las cepas uruguayas del stalinismo han envilecido de abaratamiento, de vulgaridad sin remedio todo lo que tocaron en materia cultural: al carnaval lo entristecieron, lo vaciaron de alegría y de misterio y lo convirtieron en una subespecie del ñoño psicodrama revolucionario; al teatro también lo arrodillaron ante el Estado para que los militantes vivan rentados. Convirtieron a mediocres insignes en dioses de la literatura; enterraron el gusto por lo exigen-te, satanizaron la apertura hacia las fuentes de identidad de la propia cultura, cortaron las líneas de transmisión con las mejores tradiciones del espíritu europeo.De todos los daños que hizo el stalinismo en el Uruguay, que son enormes y variados, el más grave está en la cultura. Le repito: de esto no se regresa; es un camino de ida hacia la bancarrota total de la excelencia. La trivialidad ampulosa, vacua y autocomplacida, la mala educación y el desaliño conforman la marca registra-da de la cultura nacional. Y sí. Se lo debemos enteramente al Frente Amplio”. Durísimo, ¿no? Pero da para pensarlo.
Además, si usted vio el desfile del que venimos ha-blando, ¿no le llamó la atención la poca cantidad de público? ¿Y la poca alegría que se notaba? ¿Se-ría por el Covid? Puede ser. Pero ¿no será también que se está expulsando un poco (o demasiado) a la gente? ¿Y no será que se la está expulsando porque no se da lugar a otros pensamientos? ¿Ya no será tiempo de que el carnaval uruguayo tenga un poco de autocrítica en ese sentido y, sobre todo, de humildad y sinceridad? ¿Hasta cuándo se pretenderá sostener, como dice la leyenda, una Mentira vestida de Verdad? Que además cada vez más gente se da cuenta que es una mentira, que anda cada vez más desnuda.
Contratapa por Jorge Pignataro