El sistema de segunda vuelta en las elecciones nacionales, establecido para las elecciones de 1989, evidentemente acusa hoy un desfasaje en el tiempo.
A nadie se le oculta hoy, que este sistema fue adoptado cuando el electorado del país apareció dividido en tercios.
Vale decir cuando el crecimiento de las fuerzas de izquierda, reunidas en el Frente Amplio, comenzó a insinuarse con posibilidades de llegar a constituirse en una verdadera opción de poder.
Los partidos “tradicionales”, blanco y colorado, aún con neta mayoría parlamentaria establecieron el “ballotage” ya conocido en otras partes del mundo, sobre todo en Francia de donde proviene, previendo que sería la forma de retardar la llegada al poder de este tercer partido que no dejaba de crecer desde su formación en 1971.
En realidad hasta el momento dio resultado en una sola ocasión. Cuando en 1984, Tabaré Vázquez, ganador en primera vuelta, perdió en la segunda contra el Dr. Jorge Batlle.
Hoy se pone en funcionamiento por segunda vez, pero en situación muy diferente en cuanto a porcentajes.
El hecho es absolutamente legítimo, porque es lo que se estableció oportunamente y ni siquiera se puede discutir su objetivo, dado que es una forma de asegurarse de que quien llega finalmente a la presidencia de la República es la persona que cuenta con mayor número de adhesiones de la ciudadanía.
Ahora bien, el motivo fundamental para establecer el sistema de la segunda vuelta, está hoy severamente cuestionado precisamente porque ya no logra eficacia.
No ha logrado impedir que la izquierda siga constituyendo la principal fuerza política, al punto que nuevamente ha logrado la mayoría absoluta en el Parlamento.
Lo que resulta más difícil de establecer con claridad en cambio son los límites que existen en otros países donde también fue adoptado el sistema para poner en práctica la segunda vuelta, y no existen aquí, como la diferencia existente entre el primer y segundo candidato más votado.
El tema no es menor, no tanto por el derecho de competir, que parece sano y beneficioso, sino porque esta “revancha” para decirlo con términos futboleros, tiene un altísimo costo para el país, por lo que cuesta en si la infraestructura electoral y por el traslado de los ciudadanos que viven o residen en un lugar y votan en otro.
El mismo sistema ha “despegado” las elecciones municipales de las nacionales, quizás tratando de evitar el efecto “arrastre” de las nacionales sobre las departamentales, pero también es cuestionable hoy, porque la habilitación del “voto cruzado” debidamente promovido, podría evitarnos, por lo menos una elección.
No ahora, por supuesto, pero en su momento seguramente habrá que revisar el tema.
Un tema a revisar
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