Nos atacaron diciendo que somos parte de la Intendencia, que somos unos sinvergüenzas, que cobramos plata de arriba
Ingrid Figueroa, directora del Centro Bullying Salto

El Centro Bullying de Salto ha dado un paso crucial en su lucha contra la violencia y el acoso escolar. Su directora, Ingrid Figueroa, anunció recientemente que la institución ha sido habilitada por el Ministerio de Educación y Cultura para intervenir en cualquier ámbito educativo, deportivo o recreativo a nivel nacional. “Ahora el centro está en otro escaloncito más arriba”, afirmó Figueroa, destacando el esfuerzo de su equipo multidisciplinario para lograr este reconocimiento
La violencia en las redes sociales y en espacios como el baby fútbol o los colegios motivó la emisión de un comunicado dirigido a la sociedad en general. Figueroa advierte sobre la naturalización del desprestigio y la agresión en la sociedad: “¿Por qué la gente tiene tan naturalizado el etiquetar a la otra persona generando un daño? ¿Por qué tanta violencia?”. Este fenómeno, explica, se refleja en el comportamiento de los niños, quienes replican en el aula la agresividad aprendida en otros ámbitos.
El centro, además de atender casos de bullying, busca sensibilizar sobre la importancia del manejo profesional de la problemática. “Cuando un niño es víctima, hay que abordarlo con la profesionalidad que requiere”, señala Figueroa. La intervención temprana es clave para evitar que el dolor se transforme en odio y que el niño agredido termine convirtiéndose en agresor.
Si la gente no se dedicara a potenciar el odio y sí el amor y la empatía, sería tan sencillo todo


A pesar de su labor independiente, el centro ha sido blanco de críticas infundadas, especialmente tras recibir el premio del Presupuesto Participativo. “Nos atacaron diciendo que somos parte de la Intendencia, que somos unos sinvergüenzas, que cobramos plata de arriba”, lamentó Figueroa, subrayando la falta de información en la sociedad sobre el funcionamiento de las asociaciones civiles.
Para abordar el bullying, el centro cuenta con un equipo de psicólogas y trabajadoras sociales que analizan cada caso de manera individual. En una primera instancia, se entrevista a los padres y se determina si realmente se trata de bullying o si el niño enfrenta otro tipo de violencia, como la familiar. Si se confirma el acoso escolar, se inicia un proceso de siete sesiones enfocado en reconstruir la autoestima del niño y brindarle herramientas para afrontar la situación.
El mensaje de Figueroa a la sociedad es claro: la empatía es fundamental. “Si la gente no se dedicara a potenciar el odio y sí el amor y la empatía, sería tan sencillo todo”, reflexiona. La sensibilización y la educación en valores son esenciales para revertir la cultura de la violencia y construir un entorno más sano para todos.
El Centro Bullying de Salto se consolida así como un actor clave en la lucha contra el acoso escolar, promoviendo la mediación y el trabajo conjunto entre víctimas, victimarios, familias e instituciones para encontrar soluciones efectivas y duraderas.
