Un 12 de julio, como hoy, pero del año 1904, en la localidad de Parral (Chile) nacía Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, quien con el seudónimo Pablo Neruda se convertiría en uno de los mayores poetas en lengua española de todos los tiempos. Obtuvo todos los mayores reconocimientos y premios que puede obtenerse en las letras, entre ellos el Premio Nobel de Literatura en 1971. Autor de obras fundamentales como «Veinte poemas de amor y una canción desesperada», «Residencia en la tierra», «Los versos del capitán», «Odas elementales» o «Canto General», entre tantas más (varias decenas más), falleció en Santiago de Chile, el 23 de setiembre de 1973. Hoy, a 116 años de su nacimiento, el homenaje es la lectura de su «Poema 5» (de «Veinte poemas de amor y una canción desesperada»):
Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas
