Concepción M. Moreno. Montevideo, 30 jul (EFE).
Lucía Topolansky es la única mujer de Uruguay que ha asumido el rol de presidenta en la historia del país. Lo hizo «por casualidad», como dice ella, por primera vez en 2010 cubriendo la ausencia por viaje del entonces mandatario, José Mujica, desde su posición de senadora más votada. Después hubo más ocasiones. La hoy vicepresidenta de Uruguay, que fue guerrillera tupamara, estuvo encarcelada, escapó y volvió a caer presa antes de la amnistía posdictatorial (1985) que recondujo su «causa» a la vía democrática, recibe a Efe en su despacho del Palacio Legislativo: reconoce que jamás pensó en postularse a la Presidencia y pone en duda que su país esté «preparado» para ese salto de género. Sobre su mesa de trabajo, numerosos papeles apilados en montones o en bandejas de clasificación y otros que sostiene entre sus manos mientras responde, de manera reflexiva y pausada, a todas las cuestiones que se le plantean. Se diría que solo falta el mate, como ese que comparte a primera hora de la mañana con ‘Pepe’ Mujica, el que fuera presidente de Uruguay de 2010 a 2015, su «compañero de vida y de lucha».
PREGUNTA: En septiembre cumple dos años en la Vicepresidencia. ¿Qué balance hace?
RESPUESTA: Yo llegué a la Vicepresidencia por una circunstancia no deseada y, ese día, cuando la Asamblea General votó afirmativamente la renuncia de mi antecesor (Raúl Sendic, por presunta corrupción), prioricé la estabilidad del país y eso quería decir que yo me tenía que subir a un auto en marcha y tratar de que hubiera el menor ruido posible. Podía haber rearmado los equipos y decidí dejar todo como estaba y no hacer ningún ruido extra, poner alguna gente de mi confianza en apoyos y tratar de que fuera una transición suave, serena. Creo que lo he logrado. No lo digo con petulancia, sino porque es un objetivo que estoy contenta de que se haya hecho porque es en bien de la democracia. ¿Se podría haber hecho más? Siempre se puede hacer más en cada orden de la vida. Me remito a este tiempo y a este trabajo que siento que he hecho para el país.
P: Estamos en pleno año electoral…
R: Esto está al rojo vivo.
P: Las encuestas no dejan bien situado al Frente Amplio, que perdería el Gobierno en favor del Partido Nacional. ¿Qué opina de la dupla Daniel Martínez-Graciela Villar (candidatos del FA)?
R: Lo que dan las encuestas, veremos… Estamos en plena pelea. La respuesta final la tendremos el 27 de octubre, no antes. El Frente Amplio es una construcción sui generis, casi única en el mundo, porque es una coalición donde tenemos partidos, como el Comunista, el Socialista, el Demócrata Cristiano; movimientos como el que yo pertenezco (MPP), sectores más progresistas, más de centroizquierda… es un abanico. ¿Qué nos une? Un programa que construimos entre todos, un estatuto que son nuestras reglas del juego y un compromiso ético. Son tres pilares que nos unen. ¿Y por qué nos juntamos? Porque la izquierda uruguaya comprendió tempranamente, en el 71, que si no estábamos unidos nunca íbamos a llegar. Algunas circunstancias de economía internacional que nos pegan en la cuestión económica y laboral del país, algunos dicen el desgaste de gobernar, etc… hacen que esta elección sea más complicada, más difícil para nosotros pero no es imposible. Daniel es un ingeniero industrial que tiene experiencia de gobierno (entre otros cargos, fue intendente de Montevideo). Y tiene un énfasis muy fuerte en dos aspectos: en el equipo de trabajo y en la eficiencia de la gestión de gobierno. En el caso de Graciela Villar, ella viene del mundo sindical, eso le da mucha facilidad de comunicación. Son muy complementarios los dos. El discurso de Graciela es más de tocar el corazón y el de Daniel es más de tocar la razón, pero en la política se precisan las dos cosas. El Frente tiene ya su fórmula, tiene su programa y ahora tiene que salir a hacer la campaña. Nosotros vamos a pelear hasta el último día de octubre y, si tenemos que pelear balotaje, lo vamos a pelear.