Entrevista a Tomás Silveira: Conociendo el mundo de la colombofilia en Salto

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    Tomás Silveira es arquitecto y funcionario desde hace 33 años del Banco Hipotecario, pero tiene un hobby desde niño, le gustan los bichos, pero fundamentalmente, las palomas. Tiene el mayor palomar de Salto, las cuida, las entrena y las lleva a competencias cada fin de semana a distintos puntos del país. Una de sus palomas compitió en un torneo sudamericano y junto a otras 7 palomas uruguayas salió primera en su categoría. Silveira transmitió algo de su pasión a EL PUEBLO en la siguiente nota.

    – Estamos en el siglo XXI, donde la tecnología nos abruma y acerca distancias para comunicarnos, sin embargo, parece que las palomas mensajeras siguen…
    – El tema de las palomas mensajeras viene de miles de años que lamentablemente los últimos usos que se les dio con mensajería y que se le sigue dando es bélico. Pese a vivir en un mundo con mucha tecnología, los países muy avanzados te descifran cualquier comunicación, sin embargo, a una paloma mensajera no la pueden agarrar. El último uso bélico que conozco en América fue en Malvinas. Después siempre se usó con fines deportivos, por lo menos desde hace 200 años, o sea, desde que se pudo cronometrar.

    – ¿Son como maratones?
    – Claro. O sea, la paloma tiene la condición de volver a su palomar, vos las tenés que llevar. La paloma siempre va a volver al palomar donde hizo su primer vuelo, su adaptación como pichón. Entonces luego, mediante un mecanismo de entrenamiento de irle dando distancia, las primeras veces de varios kilómetros, después 30, 60, se le refuerza así el instinto de volver. La paloma a los cuatro meses ya puede empezar a competir como pichón. En Uruguay tenemos un grave problema que es la distancia, no tenemos territorialmente mucha distancia, y sacar a la paloma mensajera del país es un lío de novela.

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    – ¿Los frena Aduanas?
    – Pasaje de frontera, es un lío sacarla del país. Entonces, desde Salto lo más lejos que podemos correr es desde La Paloma o desde el Chuy de Rocha, que son 500 y pico de kilómetros en línea recta. Los campeonatos van desde la distancia más cerca que es Young, unos 180 kilómetros, también Artigas, Trinidad, Colonia, Durazno, Montevideo, La Paloma, Chuy, hasta terminar en esta época del año corriendo una mayor distancia que se llaman carreras de fondo, que son de más de 400 a 500 kilómetros. La semana pasada se dio una carrera de Montevideo de cuatro horas y media. Normalmente una carrera a Montevideo son 5 horas y media, pero el viento sur que había, de unos 20 a 30 kilómetros por hora, se le suma a los 70 u 80 que vuela una paloma normalmente. La velocidad crucero de una paloma es esa, de 70 u 80 kilómetros por hora, si a eso le agregás un viento de 20 kilómetros por hora llega a 100 como si nada.

    Si mandás a una paloma a carrera larga, hablo de más de 500 kilómetros -los argentinos corren hasta 1.300 kilómetros, tienen suficiente territorio para poder hacerlo-, si mandás a una paloma con 350 a 400 gramos, y te vuela una carrera difícil, con temporal y con viento en contra, te vuela entre 8 a 10 horas y termina pesando casi la mitad cuando llega. Es como que si nosotros saliéramos a entrenar con 80 kilos de peso y volviéramos con 40.

    – ¿Cómo pasa eso?
    – La primera hora de vuelo la paloma consume toda la energía de carbohidratos, maíz y todo lo de demás. Después empieza a consumir las grasas que tiene alrededor de los intestinos, la que tiene entre la piel y los músculos, después consume la grasa del músculo, eso es único en el reino animal, la paloma se consume así misma volando, llega a tu casa con casi la mitad de su peso, luego comió, tomó agua, le tenés que dar una comida especial, y al otro día pesa lo mismo, se recupera rápido. Eso es lo que permite que una paloma mensajera pueda volar grandes distancias forzada, no como una migración.

    – ¿Cómo hace la paloma para no perderse en el camino?
    – Algunas en la etapa de pichón las podés perder. Se cree que la paloma, porque tampoco está comprobado, que registra los campos magnéticos de la Tierra y fija un punto. Entonces, en base a esas coordenadas, la paloma vuelve a su lugar de origen.

    – ¿Eso es por instinto, porque inteligencia no tiene?
    – Por instinto, pero dentro de las aves, tiene una muy buena inteligencia. Pero claro, lo de ellas es más bien instinto. Uno la educa a entrar al palomar y todos los hábitos que tiene que tener. No hay que olvidarse que a una paloma mensajera la mandás a carrera, hoy la encanastamos para Montevideo –este año tenemos problemas de locomoción, por eso estamos repitiendo mucho Montevideo-, llevan a la paloma a la sociedad, tiene un chip adentro de un anillo de plástico que se registra en el reloj de la sociedad. Cada paloma que va a carrera se pasa ahí, lee el chip y va al canasto, y cuando estás encanastando a tus siete palomas que van por equipo, también está conectado tu reloj, porque cada uno tiene un reloj electrónico que es especial para carreras. Queda entonces registrada la paloma en el reloj de la sociedad y en tu reloj, cuando llega la paloma a tu casa, hay una plancha de plástico que es como un lector de barras gigante de un supermercado, cuando la paloma pasa la plancha, registra el chip y lo marca en el reloj.

    Por ejemplo, se corre mañana a las 8, poné que mañana a la una de la tarde la paloma ya está acá. A las 8 de la noche los sábados nos reunimos, cada uno lleva su reloj, se conecta al reloj de la sociedad, se imprimen todos los tiempos y se ordena. Pero para eso la paloma tiene que tener hábito, porque si llega a tu casa y no entra, es lo mismo que no

    hubiese venido.

    – ¿Cómo adquirió el gusto por este deporte?
    – Empecé en el año 78, de gurí, me gustaban los bichos, una tía me mandó muy buenas palomas mensajeras de Montevideo, y mis padres me dejaron criarlas. Normalmente empezás de gurí con palomas de la calle, que son muy similares. Después corté en el 84 porque me fui a estudiar a Montevideo, y después cuando volví arranqué de vuelta.

    – Si se agarra una paloma en la plaza, ¿se puede entrenar para competir?
    – No, la paloma mensajera es una raza especial. Las mirás y son muy similares, pero la mensajera es un poco más grande, mucho más musculosa.

    – ¿Cómo se pasa de criar palomas a la competencia?
    – Ya había una sociedad acá que se llamaba García Moreno, que había gente muy veterana, Chacón, Malaquina, Grattone, cantidad de personas referentes en Salto que tenían palomas mensajeras, se usaban mucho antiguamente las palomas mensajeras. Entonces, uno entra en ese círculo, después la gente fue falleciendo, y fuimos quedando los que en aquel momento éramos los más jóvenes y seguimos.

    – ¿Cuánta gente hay en Salto practicando este deporte?
    – Corriendo hay trece, palomares debe haber veinte, porque algunos tienen y no corren, dan un poco de trabajo.

    – ¿Por qué dan trabajo?
    – Por ejemplo, en mi caso, trabajo en el Banco (Hipotecario), tengo que levantarme todos los días a las siete u ocho de la mañana y largarlas en casa, tengo el palomar en la azotea, les abro las puertas y ellas salen, les pongo una bandera, me voy a tomar café, y mientras está la bandera ellas vuelan, saben que tienen que volar, recorren todo Salto, se las ve pasar por acá y por allá, cuando se entraron a cansar a los 45 o 50 minutos, empiezan a girar arriba de tu casa, les saco la bandera, ellas entran, les doy la comida y se encierran. En ese sentido son como un perro.

    – ¿Eso lo hacen por instinto también?
    – No, pasa que ya con tantos siglos de entrenamiento, como que ya lo tienen asumido, saben que tienen que entrenar, y les gusta, les abrís la puerta y salen despavoridas todas volando, y un día lindo de sol vuelan y vuelan.

    – Y cuando hay tormenta, ¿no se pierden?
    – Cuando hay tormenta hay más riesgo, igual, no son muy grandes las pérdidas. No te olvides que una paloma en 500 kilómetros, por ejemplo, como pasó hace dos fines de semanas que corrimos con tormenta, las agarró granizo en medio del camino, que eso las mata porque ellas vienen volando. En ese caso no perdí ninguna, fue una carrera muy complicada desde Colonia. La mayoría no perdió nada.
    – ¿Cuántas palomas tiene?
    – Debo tener entre 140 o 150 palomas, debo ser de los que tiene más en Salto. Normalmente hay unas 20 o 30 de cría, después tenés un lote de pichones, otro lote de adultas, después vas sacando, regalando las que no querés porque pasó dos años y la paloma no se destaca. Es lo más parecido a un ciclista. La paloma vuela en maratón, largan 100 palomas de Montevideo, arrancan a volar y no se esperan, las que no están al nivel de las que vienen más fuertes van quedando para atrás. Después lo ves en el marcador cuando llegan.

    – ¿Compiten todos los fines de semana?
    – Todos los fines de semana de julio al 31 de octubre, más o menos esa es la época de competencia, unos cuatro meses. En el país debe haber unos cien palomares que compiten, muy concentrado en el sur y en Carmelo.

    – Pese a las complicaciones que tienen para pasar una paloma por la frontera, ¿no hay competencias internacionales?
    – Podemos pasar puntualmente, como la competencia que se hace todos los años en Mar del Plata. Mandás tus palomas a lo que se llama el Colonvódromo, que es una chacra donde hay palomares gigantes, que albergan entre 600 a 1.200 palomas, reciben pichones de Perú, Colombia, Chile, Bolivia, Brasil, Uruguay. Los reciben de pichón ya para destetar, con un mes de edad, porque ellos los tienen que aquerenciar. Entonces, el pichón come solo, le hacen ver el entorno, hay soleras que lo ponen ahí para que se acostumbre a estar, registra geográficamente ese punto y queda ahí. Es la única forma de poder competir un país con otro.

    Y ahí se hace un campeonato. Se hacen algunos vareos y luego se hacen algunas sueltas de 200, 400 y 600 kilómetros, son tres carreras. Uruguay ganó este año, salió campeón en de la AILAC (Asociación Ibero Latinoamericana de Colombofilia), hubo muy buen nivel este año. Los argentinos te meten en la competencia cientos de palomas y Uruguay mandó ocho para definir el campeonato, de esas ocho mejores cuatro eran de Salto, y una de esas, era mía. Es un deporte totalmente amateur, al menos en Uruguay, en Argentina ya es otra cosa, ahí sí se mueve mucha plata, pero acá lo tomamos como un hobby.
    Les dejo un contacto para quienes se interesen por conocer más de este mundo, el 09973 4014, tenemos una sociedad, «Alas Salteñas», que es un ambiente muy lindo, mucha camaradería, se corre por deporte, a quien le guste y se quiera arrimar, será bienvenido.

    PERFIL DE
    TOMÁS SILVEIRA

    Casado, tiene dos hijos. Es del signo de Tauro. De chiquito quería ser zoólogo. Es hincha de Defensor Sporting.

    ¿Una asignatura pendiente? Jubilarme, ya tengo 33 años de banco.

    ¿Una comida? Un buen asado.

    ¿Un libro? Las venas abiertas de América Latina.

    ¿Una película? Me gustan las policiales.

    ¿Un hobby? Las palomas.

    ¿Qué música escucha? Folklore uruguayo.

    ¿Qué le gusta de la gente? La espontaneidad.

    ¿Qué no le gusta de la gente? La falsedad.

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