Cuando escuchamos que varios de los funcionarios públicos deshonestos que estaban combinados con algunos transportistas para eludir algunos controles o disimular algunos excesos u otras transgresiones que establecen las leyes, fueron “ejemplarmente” sancionados, con seis meses de libertad a prueba.
Las “duras” sanciones que habrán de cumplir los sancionados son tareas comunitarias, vale decir limpieza de plazas, calles u otros similares.
Honestidad obliga a señalar que hay ya 29 sancionados por este caso.
Los funcionarios recibían depósitos de dinero a su nombre o tiraban una botella vacía de refresco con el dinero dentro.
Estas líneas están destinadas a pedir a la justicia mayores exigencias, si bien son los legisladores los encargados de establecer las leyes y sanciones, vale determinar que muchas veces es el Poder Judicial, a la hora de establecer las sanciones las que fija que delitos se han cometido y para nosotros hay en esto algo muy claro, y en este camino entendemos hay mucho por investigar.
Un funcionario público que se supone está allí para defender los intereses del país, del Estado, y no para ayudar a evadirlas, debe ser para nosotros objeto de todo el peso de la ley, es obvio que hoy se han instalado muchas formas de evasión y de acuerdo a lo que vemos los procesados por este tipo de delito siguen disfrutando de un alto nivel de vida, mientras los funcionarios honestos y justos, que cumplen a rajatablas su cometido, sufren privaciones y restricciones, porque sus sueldos no dan para otra cosa.
Pero hoy queremos decirles a ellos a los honestos, que muchas veces deben salir a cumplir otras tareas para complementar los ingresos de su familia, que estamos con ellos, que nunca como hoy valoramos su actitud y si les sirve para reafirmar su decisión, queremos decirle que sus hijos y sus amigos y familiares se sentirán orgullosos cuando en el día de mañana se lo nombre, cosa que obviamente no es lo que cosechará el “entorno” de los que han obrado diferente.
En definitiva, para entendernos: el máximo rigor para los infractores, no porque creamos que es la forma de lograr funcionarios públicos honestos y decentes, sino para enseñarles y dejar muy en claro cuál es la misión que se les ha encomendado.
Para los demás, no sólo el orgullo de su accionar, sino la convicción de que el camino es hacer todo lo posible por protegerlos y darles el mayor y mejor bienestar posible y acorde a su accionar.
A.R.D.