Pareciese un acto de torpeza, subrayar una y otra vez, sobre la consecuencia del mal de moda en las distintas áreas que hacen a la sociedad. El deporte es un componente y el fútbol en particular, ni que hablar. Y el Covid (ese mal de moda), fue generando todo un efecto dominó.
En el caso del fútbol de la Liga Salteña, la paralización desde el 13 de marzo de 2020, a tal punto que ningún torneo a nivel de Primera División se pudo disputar.
Si de los clubes se trata, sponsor que se alejaron, colaboradores que se fueron y socios que dejaron de pagar la cuota. Un combo cruel.
Por esa razón, ninguna dirigencia pretende lanzar una pretemporada, si no se tiene CERTEZA del inicio del Campeonato Salteño y sobre la base de qué formato.
El lunes pasado en tanto a nivel del Consejo Superior, síntesis para un tiempo vigente: «la situación económica de la Liga es caótica».
El déficit de dos millones, una deuda puntual y la prolongación de un tiempo, donde los ingresos no existen y los egresos de puro porfiados, se alinean para existir. Después de todo, a los costos fijos hay que contemplarlos.
El hecho es uno: si la mayoría de las áreas del país han visto sacudidas sus simientes financieras, ¿por qué la Liga de Fútbol debería permanecer al margen del impacto?
Quienes asisten despavoridos al reclamo de «buscar jugar como dé lugar», pareciera no admitir la virulencia de esa razón envolvente, dominante. El factor económico, no es un factor más a partir de una merma en la actividad. Semejante tozudez desde los intolerantes despavoridos, huele a absurdo.
No es cuestión de voluntarismo, es reconocer el peso de una realidad. Si en el calendario temático no se le otorga cabida a esa realidad, es porque se pretende tapar el sol con las manos o caer en la mismísima y desteñida chatura argumental. Ni más ni menos.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
