Seriedad y compromiso respaldan 60 años de trayectoria
Quien llega al “Taller Uruguay”, en Agraciada 2294 casi Raffo, plena Zona Este, con lo primero que se encuentra es con gente trabajando, permanentemente trabajando, en reparación o en fabricación de diferentes artículos de hierro, y eso ha sido, sin dudas, una de las claves para la permanencia a través del tiempo. Porque “Taller Uruguay”, a cuyo frente ya transita la tercera generación de la familia Paulino, está cumpliendo nada menos que 60 años de vida, y se proyecta para que los éxitos continúen por muchos más.
Hasta allí llegó días pasados EL PUEBLO y conversó con Luis Paulino, hijo del fundador y padre de quien actualmente se encuentra al frente de la empresa. Sus primeras palabras -y las que reitera en varios momentos- son de agradecimiento a todos quienes han hecho posible tan fructífera trayectoria. Y así proseguía el diálogo:
-Hablemos de los orígenes del taller…
El taller empezó a funcionar en calle 25 de Agosto y Artigas, exactamente donde ahora está el patio de la Biblioteca Departamental. Ahí había un galpón, que después fue demolido para hacer ese patio. Ya en el año 80 nos mudamos a Viana 27. Pero claro, todo eso que estoy contando hizo mi padre. En el año 80, cuando él falleció, yo me traslado donde es mi casa, acá a la vuelta (señala hacia calle Raffo), tenía un galpón en el fondo. Y después, ya en 1985 compramos acá y nos instalamos acá. Hasta 2006 estuve yo, y ahora está mi hijo Andrés Pascual al frente, desde enero de 2007.
-¿Siempre herrería?
Sí, siempre en el rubro herrería. La parte de maquinarias agrícolas se hacía solo allá en 25 de Agosto, cuando quedé yo no lo hice más sino que me quedé con la parte de elásticos de los vehículos, así como fabricación de trailers, aberturas y todo ese tipo de cosas. Cuando hablo del rubro herrería, me refiero a la fabricación y venta de elásticos que es lo principal, pero después tenemos como decía, fabricación de aberturas y trailers, y en parte siempre innovamos también, tuvimos que recomponernos un poco, por ejemplo en aquella crisis del año 2002.
-Es que en tantos años, imagino que habrán pasado por todo tipo de momentos…
Sí, pero diría que ni en la pandemia anduvimos mal, porque estuvimos cerrados una semana, cuando nos asustamos como todos, pero después claro, los clientes empezaron a llamarnos y había que seguir…La producción seguía, los que plantaban, los que cosechaban frutas y verduras, todos seguían trabajando, se seguía mandando a Montevideo. O sea que se trabajó igual. Diría que se sintió más la crisis del 2002 o, por ejemplo, la del último año del gobierno militar. Ahí se sufrió mucho. Sin embargo, aunque cueste creer, lo que más se hacía en el 2002, en plena crisis, eran los trailers de botes y los juegos para barbacoa. Lo demás sí estaba bastante parado.
-Y siendo siempre una fuente de trabajo para mucha gente, ¿verdad?
Sí, hemos dado trabajo acá a un montón de gente, muchas veces aunque sea para hacer la diaria. Amistades por ejemplo, una cantidad. Gente que nos decía que no tenía nada, y bueno, le decíamos: vení al taller que algo vas a hacer y te vas a ganar el pan. Hasta ahora tengo amigos que están muy bien económicamente, pero pasan por acá y me dicen: pensar que me ayudaste cuando yo no tenía nada. Eso es muy bueno, te lo reconocen…
-Acá vemos hamacas, canastos para residuos, puertas, juegos de patio, pero lo fuerte de ustedes son cosas más grandes, como los elásticos de vehículos, ¿es así? Además aprovecho a preguntarle si la clientela es principalmente de Salto o no tan así…
Esos artículos son un complemento, son cosas que en determinados momentos se van haciendo y se van agregando. En cuanto a los clientes, son de Salto y de todos los alrededores. Hoy en día estamos mandando material a Young por ejemplo, y acá en el norte Artigas, Bella Unión, Tacuarembó… Gente que viene a buscar frutas y verduras acá y ya repara acá. La clientela es variada, pero trabajamos con muchas empresas, y hay empresas grandes de Salto que siempre las hemos mantenido nosotros, la mantención de vehículos se ha hecho y se sigue haciendo acá. Me refiero a camiones, ómnibus…
-Un trabajo más bien artesanal que tiene su propio mérito, ¿se valora eso?
Y…hay quienes lo valoran y quienes no. Pero creo que los clientes se dan cuenta que traen un trabajo acá y saben que queda bien, es garantido.
-¿Algunas claves para mantenerse en el tiempo?
Le diría que en 60 años, la seriedad en principio, y cumplir con la gente. Fíjese que venían y me decían: te dejo la llave del camión, yo a las 5 cargo. Entonces nosotros trabajábamos de corrido, había que llegar y se llegaba. Si no, no llegaban los camiones a Montevideo con las frutas para el Mercado, tenían una hora determinada para entrar en el Mercado. Y si nosotros veíamos que no íbamos a dar abasto, tomábamos más gente. Esa seriedad y esa responsabilidad siempre se mantuvo. Puedo contar también que con camiones de Salto Grande a veces empezábamos a las 5 de la mañana y nos íbamos hasta las 11 de la noche, o 12, o 1 de la mañana. Nadie nos regaló nada, a pulmón hicimos todo.
-Si le pregunto por la competencia que tienen, ¿qué me dice?
Siempre tuve una muy buena relación con mi principal competidor diría, que era Di Nápoli. Siendo yo competencia, él me ayudó bastante, me dio el molde de una máquina, me compró maquinaria, me impulsó a trabajar. Pero tenemos muy buena relación con los colegas, inclusive nos cedemos materiales, nos auxiliamos.
-Pienso por ejemplo en los avances tecnológicos, ¿ha cambiado mucho este trabajo?
Hay cosas que están cambiando mucho, vehículos que ya vienen sin elástico, y nosotros vamos innovando. La tecnología, aunque muy de a poco, pero fue cambiando cosas en este rubro también. Antiguamente, por dar un ejemplo, no teníamos una pulidora, era todo a mano, cortábamos a fragua, hoy en día pasás el disco ¡y chau! Antes todo daba más trabajo, hoy es más práctico, con menos sacrificio.
