Gregoria Ustra Olivera. Repostera. Paciente oncológica
Con una manera de llevar adelante lo que se proponga, Gregoria, también lleva con gran esfuerzo adelante, su problema de salud.
Comenzó con él hace ya muchos años, sin saber que con el tiempo se tornaría más complicado, pero ella sigue apuntalando la esperanza.
Su forma de ser, animada, alegre con un excelente sentido del humor, nos muestra un testimonio de cómo se sale adelante ante tan difícil situación, intentándolo llevar con toda su positividad incorporada.
¿Cómo comienza su problema de salud?
Cuando lo noté al nódulo, contaba con tan solo 26 años. Hace más de 20.
Me palpé arriba de la mama del lado derecho, un bulto de más o menos tres centímetros y desde allí comencé a concurrir a la Clínica Amorim, porque es un lugar donde me siento muy cómoda y me brinda confianza. Me hacía el control cada tres meses, con mamografía y demás, porque además muchas veces me coincidía con el examen ginecológico.
¿Toma la iniciativa de controlar el bulto de la mama?
Siempre desconfiaba que no era normal y además me dolía.
Me fui a Paysandú por un lapso de cinco años y también me realizaba mamografías, pero jamás me realizaron una ecografía y ese bulto seguía allí.
Llego a Salto y comienzo con una dieta para adelgazar.
¿Cómo procesa la noticia de lo que padecía?
Comienzo a trabajar en una empresa en la sección de repostería y con la batidora pero no podía trabajar ese día por el dolor que me causaba en el brazo.
Lo mismo me pasaba con la masa del hojaldre cuando la iba a estirar no podía con el dolor.
En ésa época llego hasta Débora Sotelo deseando adelgazar y me mandó ella al endocrinólogo, porque podía el problema estar presente por el motivo del bulto.
Como no encuentro número en el endocrinólogo, me voy directamente al ginecólogo.
Parece que Dios me estaba guiando y consigo un número para los días siguientes. Me mandaba el médico a realizar las ecografías y no se cual era la confusión, me la hacían en el vientre. Hasta que por fin en julio de 2009, me realizo la tan ansiada ecografía.
Me acuesto en la camilla y cuando el médico me ve el bulto, me pregunta si hacía mucho que no me controlaba. Le comenté que hacía tiempo venía de examen en examen, pero una ecografía nunca nadie me había realizado.
Mientras me pasaba el aparato con gel, era desesperante el dolor que sentía en el lugar afectado y en la otra mama me pasaba lo mismo.
Me pregunta quién era el oncólogo que me trataba, lo intentó llamar varias veces, sin resultado.
Me pide que vuelva al otro día para realizarme ecografías en las dos mamas, porque según él medico, “Hay unos nódulos medios raros acá”, me dijo.
Pasó el fin de semana y el martes me llamaron diciéndome comunicarme urgente con Centro Médico. Pensé con mucha pena, imaginándome lo que me deparaba el destino, “ahora se apuran, si yo pasé veinte años con el dolor”.
Me imaginaba con lo que nos íbamos a encontrar, porque se me dormía el brazo.
¿Qué decía la ecografía?
Por el resultado de la ecografía, me dio pase al cirujano, lo busco al Dr. Campos y cuando comenzamos a hablar, me dijo: “¿Qué opinas de todo esto?”
Le dije que, cómo me preguntaba eso si yo me había controlado durante esos veinte años anteriores. Si no lo hubiese hecho, estoy de acuerdo que por allí surja una sorpresa de éstas, pero lo había hecho. No había excusa.
¿Y además cuál es la solución?, le dije.
Hasta ahí, yo no sabía que padecía la enfermedad, nunca me dijo “Tenés cáncer”. Solo fue, “Hay muchas maneras, podés ponerte una prótesis, eso está en vos, porque probablemente sean las dos mamas”.
Me habló muy bien, me dijo que la estética jugaba un papel importante luego, pero lo que estaba en juego en ese momento, era sanar.
Me dijo que había muchas alternativas, como quimioterapia y radioterapia y yo me pregunté: “¿pero si me está hablando así y voy a hacer esos tratamientos, por qué es?
Ya pidió fecha para operarme el 29 de setiembre, supuestamente para las dos mamas. Pero al final fue solamente una y envió una muestra a Montevideo a analizar.
Estaba toda mi familia reunida y preocupada por la situación, no deseaban que yo escuchara la conversación que tenían con el médico.
El Dr. Campos, se puso muy firme, diciendo que yo era la enferma y que era yo la que tenía que oír y saber todo lo que me pasaba.
Recién ahí me dijo que me había extirpado veintidós ganglios, doce de los cuales, estaban muy comprometidos por eso iba a tener problemas con el brazo, no iba a poder levantarlo o moverlo mucho, haciendo fuerza.
¿Cómo era la situación de la otra mama?
Al año, me aparece el nódulo en la otra y por prevención, me voy directamente a una consulta con el Dr. Diego Touyá, cirujano que ya me estaba tratando.
Lo que siguió fue todo muy rápido, se veía un nódulo solo y resultó que eran tres, pero con la diferencia de que eran benignos.
Sufrí tanto con la operación porque fue con anestesia local.
Ahora en agosto del año pasado, estaba terminando el tratamiento y en mayo, se complica mi situación, por un problema familiar que se me presenta y me bajó las defensas entre otras cosas, para nada positivas.
Salía a caminar mucho, para desahogarme y hacia estiramiento para tratar de sentirme mejor y comencé con un dolor en la ingle, me inyectan OXA B 12 y llegan a la conclusión de que era del nervio ciático.
Cando voy a la consulta del Dr. Touyá, me manda directamente a centello- grama y luego a la tomografía.
Para ese entonces yo ya no caminaba, ni siquiera podía subirme a la camilla.
Al salir de estos exámenes, me da la ingrata noticia de que lo mismo que tenía en la mama, me había pasado para la parte ósea del cuerpo.
No podía creer, me sentí muy mal, pero por suerte no había pasado a las partes blandas.
Me realizaron varias radioterapias, quimioterapias, que las finalizo el día 15 de octubre, pasándola muy mal durante el tratamiento.
¿Cómo se siente hoy?
Comencé a recuperarme lentamente.
Me siento mucho mejor, aunque algunas cosas todavía no realizo, al menos puedo caminar.
Soy una persona muy positiva y siento que aunque la parte económica, también el tema vivienda, además de la enfermedad me tiene muy preocupada y que incluso en BPS no encontré soluciones a algunas solicitudes que plantee, confío como creyente que soy, que todo va a ir mejorando.
No quisiera dejar pasar la oportunidad, de hacer un agradecimiento público sin ánimo de olvidarme de alguien, a los Dres: Campos, Diego Touyá, Mauricio Luongo, que son los que sostengo, me salvaron la vida, además de la psicóloga Elena Panizza y el Dr. Pamparatto, junto a la fisioterapeuta Rosario Parentini.
Son personas a las cuales les debo mucho y tengo también mucho para agradecerles.