Cuando escuchamos la celebración del Día del Voluntario registrad, nos replanteamos aquello de ¿por qué? son necesarios, diríamos imprescindibles en estos momentos los voluntarios y nada más justo que dedicar un día a reconocer su labor.
El senado de la República acaba de sancionar una ley que penaliza a quien arroje una colilla de cigarro en la vía pública (hay millones de ellas arrojadas en calles, veredas y plazas), pero tiene la contradicción de que ha sido adoptada por el poder político, cuando lo ideal sería que se lo hiciera a pedido de la población.
Esa gente que hasta la hemos oído denominar como “bobos” dedicados a limpiar lo que otros ensucian. Para nosotros, es gente consciente y responsable, que sabe que todos dependemos de todos, porque el planeta denominado “tierra” es un ecosistema que depende de lo que hagamos como sociedad, como habitantes del planeta y por lo tanto lo poco que se realiza de beneficioso para el planeta que habitamos lo hacen los voluntarios.
Lejos de ser personas que exageran su rol social, diríamos que son personas que tiene muy claro que el planeta es uno sólo y su futuro depende de lo que hagamos todos para conservarlo tal como lo hemos recibido.
Así es que nos duele cuando vemos que hay personas que arrojan sus residuos, nylon y otros similares en lugares inapropiados.
Estamos seguros que no fueron todos, pero también estamos seguros que si no fuera por estos voluntarios el daño que finalmente se causaría al planeta seria aún mayor. Se preguntará Ud. ¿Cómo es posible estas actitudes? Y le diremos que es muy sencillo.
Si Ud viera las plazas japoneses convertidas en hermosos jardines, o en provechosas huertas que todos ellos respetan, se daría cuenta que el grado de conciencia civil que ha alcanzado esta sociedad asiática es muy superior al nuestro.
Mientras nosotros seguimos aferrados o al menos muchos de nosotros seguimos aferrados a aquello de la “viveza criolla”, ellos han asumido su rol en el planeta. Que tuvieron que pasar por experiencias muy duras y crudas, nadie lo duda.
Pero lo que más duele es considerar que ellos son los ingenuos, los “bobos” que se hacen responsables de lo que nosotros no hacemos. Es que hace mucho tiempo en los Estados Unidos se acuñó una frase que se adjudica a un jefe piel roja “cuando muera el último pez, cuando caiga el último árbol, ustedes se darán cuenta que el dinero no se come…”. Algo que sin duda debiéramos meditar profundamente.
A.R.D.
