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viernes, 11 de abril de 2025
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Sólo cuando lo entendamos

Diario EL PUEBLO digital
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#Editorial

La pandemia que ha estado presente siempre en los países denominados “en desarrollo” es la pobreza y en estos momentos más que nunca se nota su tremenda influencia. La situación indica que los pobres y la gran mayoría de las poblaciones de estos países enfrentan una tremenda disyuntiva. El hambre o el riesgo de contraer el virus.

Quizás pueda pensarse que el hambre es más llevadera, porque siempre se puede recurrir a un familiar, un amigo o un conocido para conseguir algo que permita paliar el hambre. Pero no es así, debido a que las consecuencias permanentes de las penurias que supone la pobreza son tremendas y no son sólo las físicas, sino que también llegan a lo psicológico.

Ningún gobierno puede ufanarse de haber dominado la pandemia, ni siquiera aquellos más remotos en los que la pandemia parece permanecer dominada.

Esta es la parte más lamentable de la pandemia que enfrentamos hoy. Hay mucha gente, la mayoría diríamos de los habitantes de estos países, que depende del producto de su trabajo, en estos momentos más que nunca.

Aguantar sin moverse demasiado, sin salir, en “la burbuja” siquiera para buscar lo mínimo para su subsistencia, cuando se ha sobrepasado el año sufriendo limitaciones y prohibiciones, para poder cumplir con las exigencias de los “protocolos”, es bastante difícil de lograr.

La cuestión ha pasado a ubicarse entre las necesidades, diría la pobreza, por no decir lisa y llanamente el hambre y el riesgo de contraer el virus causante de la pandemia y hasta de muchos fallecimientos.

Vale decir que la pandemia sólo ha venido a desnudar una situación grave, injusta y arbitraria, que vive pendiente de un hilo y en estas situaciones se transforma rápidamente en la parte más débil del hilo.

El Estado es quien tiene las mayores posibilidades de arbitrar medidas para enfrentar en mejores condiciones y por más largo tiempo a esta situación.

Pero obviamente que tampoco dispone de recursos ilimitados y en gran parte ya ha dispuesto de ellos, aunque nunca serán suficientes para “bancar” las necesidades dejadas por la pandemia.

Al comenzar la pandemia trasmitimos nuestra convicción de que las principales consecuencias llegarían meses después y lamentablemente no nos equivocamos. Hoy las cifras dan cuenta del mayor número de desocupados, de comercios cerrados, de gente enferma y obligadamente sola y abandonada por consejo médico.

El único paliativo para esto sigue siendo la solidaridad, el humanismo entre todos que sólo se logrará cuando entendamos que todos dependemos de todos y del ambiente en que vivimos.

A.R.D.

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