El Día Mundial del Idioma Español, que se conmemoró ayer miércoles 23 de abril, pretende celebrar su importancia como lengua internacional, que ya cuenta con alrededor de 500 millones de hablantes en todo el mundo. Esta celebración tiene su origen en el año 1926, cuando el escritor valenciano Vicente Clavel Andrés propuso la idea de un día especial para celebrar la literatura, pero verdaderamente como Día Mundial del Idioma Español recién fue aprobado el 13 de octubre de 1946.
La elección del 23 de abril se hizo en recuerdo del gran escritor español Miguel de Cervantes Saavedra, fallecido en esa fecha, del año 1616.
Una curiosidad:
¿Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día?
Es habitual ver en algunas publicaciones, que también William Shakespeare, figura descollante de las letras inglesas, falleció ese mismo día, 23 de abril de 1616. Sin embargo, es bueno aclarar que las defunciones no sucedieron el mismo día, pues existía un desfase entre los calendarios inglés y español. En 1582, el Papa Gregorio XII adelantó 10 días el calendario. Así, el día 5 de octubre pasó a ser el 15 del mismo mes. Solo Francia, Italia y España adoptaron inmediatamente este cambio. Inglaterra no lo hizo hasta 1752. Así, para los ingleses, Shakespeare murió el 23 de abril, pero para los países católicos ocurrió el 3 de mayo.
Basta de inventos seudo-anti-discriminatorios
Hablemos correctamente nuestro idioma
Por W. Molina Licenciado en Castellano y Literatura (y no en Castellana y Literatura)
El circunloquio está de moda. Muy de moda en estos tiempos. En español, el plural en masculino implica ambos géneros. Así que al dirigirse al público NO es necesario ni correcto decir «mexicanos y mexicanas», «chiquillos y chiquillas», «niños y niñas», etc., ya que eso es un CIRCUNLOQUIO, y eso lo vimos en el ignorante del Ex Presidente Fox que puso de moda y hoy en día otros ignorantes (políticos y comunicadores) a nivel nacional por TV continúan con el error, inclusive el Presidente Calderón, el ex Presidente Vázquez en Uruguay, muchos políticos españoles y el Presidente Chávez a diario al dirigirse al ejército a Generales y generalas, Tenientes y tenientas y así en todos los cargos…
Decir ambos géneros es correcto, SOLO cuando el masculino y el femenino son palabras diferentes, por ejemplo: «mujeres y hombres», «toros y vacas», «damas y caballeros», etc.
Ahora viene lo bueno: Detallito lingüístico ¿Presidente o presidenta?
Aprendamos bien el español y de una vez por todas:
NO ESTOY EN CONTRA DEL GÉNERO FEMENINO, SINO DEL MAL USO DEL LENGUAJE. POR FAVOR, DÉJENSE YA DE INCULTURA, DESCONOCIMIENTO U OCURRENCIA: ¿Presidente o presidenta?
En español existen los participios activos como derivados verbales: Como por ejemplo, el participio activo del verbo atacar, es atacante; el de sufrir, es sufriente; el de cantar, es cantante; el de existir, existente; etc.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es «ente». El que es, es el ente. Tiene entidad. Por esta razón, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega la terminación ‘ente’.
Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente de su género.
Se dice capilla ardiente, no ardienta. Se dice estudiante, no estudianta. Se dice adolescente, no adolescenta. Se dice paciente, no pacienta. Se dice comerciante, no comercianta…
La Sra. Cristina Fernández de Kirchner, para aquellos que andan atrasados de noticias, es la actual presidente de Argentina… y su finado esposo no solo hacía un mal uso del lenguaje por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española.
Un mal ejemplo sería: La pacienta era una adolescenta estudiante, sufrienta, representanta e integranta independienta de las cantantas y también atacanta, y la velaron en la capilla ardienta ahí existenta.
Qué mal suena ahora Presidenta, ¿no?
Es siempre bueno aprender de qué y cómo estamos hablando.
Caso contrario en Chile, donde lo aplicaron bien: la Sra. Bachelet es Presidente.
Pasemos el mensaje a todos nuestros conocidos «latinoamericanos», con la esperanza de que llegue a los Pinos, a la Casa Rosada, a Miraflores, a la Moncloa y a muchos más, para que esos iletrados hagan buen uso de nuestro hermoso idioma.
Sobre Literatura y Educación, decía el poeta y docente Altamides Jardim:
“Considerando a la literatura como la más alta expresión de la cultura y la única que abarca todos sus dominios, menester es confirmar que ella es la que nos revela con mayor propiedad y hondura la entraña candente de cada época; es decir, su drama social, que es a la vez moral. De ahí que, quienes tienen en su deber el impartir su enseñanza en nuestros liceos, deban gravitar en constantes y depuradas preocupaciones. El deleite estético va más allá de la sensación y requiere un sentido inteligente para hallar la verdadera respuesta en la cultura.
Enseñar literatura no es solamente enseñar a los alumnos a descubrir las interioridades de las obra literarias con finalidad de sublimación estética, sino fundamentalmente enseñar a formar en ellos , a través de la lectura, el sentimiento de su responsabilidad humana, es la esencia social, que no sin peligro puede ser omitida en nuestra enseñanza.
De modo que consideramos de vital importancia el enseñar a indagar y a comprender estimativamente en las obras literarias, la invalorable experiencia de dramas sociales que unida a nuestro drama social del presente que nos solicita material y espiritualmente a cada paso, conducirá a quienes reciban nuestras enseñanzas hacia la posición donde se conjugan enaltecedoras eficacias que elaboran heroicamente el destino humano de nuestra época.
No concordamos, porque nos impide un sustantivo fervor optimista, con quienes creen en la falta de sensibilidad del alumnado, sino más bien en la escasa sensibilidad con que es transmitida la enseñanza. Si esta no se hace viva y actuante (“Huid de las cosas fenecidas – amemos lo que vive”, dijo Goethe) encontrará siempre el eco necesario que responda a las exigencias del profesor…”
(Fragmento leído por el Prof. Facundo Jardim en ocasión del reciente homenaje de Salto a Altamides Jardim. Casa Quiroga, 9 de abril de 2014).
