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sábado, 3 de mayo de 2025
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Cuando sentido común y coherencia brillan por su ausencia

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Diario EL PUEBLO digital
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«A veces no valoramos lo que tenemos, hasta que lo perdemos… A veces, hay que olvidar lo que ha pasado, apreciar lo que tenemos y esperar lo que vendrá después…»

Este años los turistas brillaron por su ausencia», comentaba hace unos días un empresario en una radio salteña. Y tiene razón. Es decir, faltaron, no estuvieron (de ahí el concepto de «ausencia») pero a la vez, por eso mismo, se notó su valor (de ahí que pudieron «brillar» cual joya o piedra preciosa). Operadores turísticos, empresarios de muy diferentes rubros y empleados, que a la vez generan una inimaginable cadena, creían tener un valor que días antes se les escurrió como agua, como sol o como arena entre los dedos.

¿Es verdad que siempre se valora más lo que no se tiene? Puede ser.

Es que muchas veces lo que falta es lo que más brilla, por su ausencia misma. Nos acordamos de La Ilíada, de Homero, y de la famosa cólera de Aquiles, el guerrero semidiós cuya magnífica presencia en el campo de batalla podía haber definido de otra manera la guerra, pero se enojó y decidió no pelear, con lo que trajo aparejado un sinnúmero de calamidades sobre el ejército aqueo. Cuando Aquiles, furioso, se niega a pelear, afirma que pronto le llorarán. Y así fue. Es que se lo extrañó; y mientras no estuvo, mientras solo su ausencia se sentía, brillaba de modo imponente.

Pero cuántas cosas que nos rodean día a día brillan por su misma ausencia.

Brillaron por su ausencia los turistas en Salto la semana pasada; brilla por su ausencia muchas veces el Intendente cuando recorre otros departamentos y justo se lo necesita para algo acá; brillan por su ausencia los ediles cuando no logran hacer un efectivo control de lo que deben controlar y dejan sus investigaciones por la mitad, sin seguimiento; brillan por su ausencia los diputados cuando se espera verlos pelear, no en Troya como Aquiles, pero sí en un Palacio, el Legislativo, por el bien de todos los salteños…Y ni que hablar que entre nosotros brilla por su ausencia, desde hace más de un año, la tranquilidad de poder hacer lo que siempre hicimos sin temor a un virus de nombre Corona.

Pero en medio de todo esto, muchas veces lo que más brilla por su ausencia es el sentido común y la coherencia. Hay gente que por un lado pide encarecidamente reducir la movilidad y por otro organiza grandes movilizaciones. Hay políticos que por un lado dicen que hay que acabar con las aglomeraciones y por otro lado se niegan a votar la Ley que se propone a esos efectos. Están los que en la mañana convocan a una marcha multitudinaria y en la tarde exigen seguir las recomendaciones del GACH. Hagamos memoria: muchos de los que hace un año y unos días (mediados de abril de 2020) se opusieron al inicio de la presencialidad en las Escuelas Rurales, argumentando que «no estaban dadas las condiciones», hoy sostienen que las escuelas no pueden estar cerradas porque se pierde el derecho a la educación.

Y así se podría seguir. Están los que históricamente defendieron la idea de «sacar» al que más gana para «dar» al que menos tiene. Pero hoy no se conforman con el descuento a los sueldos públicos mayores; descuento del 5% en la franja de $120.000 a $130.000 nominales, de 10%; entre $130.000 y $150.000, de 15% entre $150.000 y $180.000, y de 20% a los ingresos de más de $180.000 nominales.

Si de salud hablamos -imposible dejar de lado el tema-, sus recursos tanto materiales como humanos ha quedado claro que son escasos. Otra ausencia ¡y cómo brilla! Sin embargo no hay coherencia entre quienes decían hace un par de días que «hay que fortalecer el área con recursos ya» y nada dicen hoy acerca de que el MSP, ASSE y el sector sanitario privado han ampliado las camas de los CTIs y dispondrán de más recursos humanos para su atención: se sumaron 96 camas en el sector público en marzo y las 129 plazas que se agregarán en total se distribuirán de la siguiente manera: 35 en el sector privado, 10 en el Hospital Militar y el resto del sector público, procurando evitar el traslado de pacientes de un departamento a otro; hubo además adquisición de 150 respiradores artificiales. ¿Es suficiente todo esto? Seguramente no, y es bueno que se siga reclamando mejoras, pero no es bueno pasarse la vida escribiendo con la mano y borrando con el codo.

Cuando el gran ausente es un buen sustento para el hogar y la familia, ¿el Estado uruguayo está o brilla por su ausencia? Cada uno tendrá su opinión, pero hay datos de la realidad que no pueden soslayarse: los montos correspondientes a las asignaciones familiares y los tickets alimentación que el MIDES distribuye a través de la aplicación digital Tuapp (una cobertura de unas 500.000 personas) han sido duplicados. Bienaventurados los creadores del MIDES, porque si no existiera, esa sí sería una ausencia que irradiaría mucho brillo. Y de paso, bienaventurados los creadores del Plan Ceibal, porque en tiempos de educación a distancia, virtual, sería una ausencia insostenible. ¿Vio que no todo está tan mal?

Pero sigamos… ¿No es ausencia de sentido común y coherencia reclamar tan desesperadamente la compra de vacunas y después muy suelto de cuerpo salir a decir: «yo no me vacuno porque no tengo garantías»? Claro que lo es. Las vacunas fueron las grandes ausentes durante un tiempo. Hoy no es la de su ausencia sino su propia luz la que brilla, pero…el porcentaje de vacunados sigue siendo bajo. ¡Cosa rara los uruguayos! Muchos dijeron que las vacunas eran pocas por eso estaba siendo difícil agendarse, quedó demostrado en cambio que el problema era del sistema de agenda y no de la cantidad de vacunas, pero igualmente los vacunados son pocos. De todas formas, Uruguay acaba de firmar contrato con el laboratorio chino Sinovac por 1.250.000 vacunas más, asegurándose que se puedan dar las dos dosis necesarias. Pero…pareciera por momentos que tenemos que borrar lo dicho hace quince días y darle la razón al Presidente de la República cuando sostuvo que faltaban brazos. Dijimos desde esta página que no faltaban brazos sino una mejor organización. Ojalá no nos equivoquemos.

En definitiva, no queda otra opción que pensar que somos una sociedad bastante gris, que siempre ve más el brillo de la ausencia que lo que tiene verdaderamente entre las manos. Pero, ni todo en la vida es un vaso lleno, ni totalmente vacío está el vaso siempre. «Entre presencia y ausencia de dos pagos de mi flor…», cantaba el gran Víctor Lima. Y entre presencia y ausencia va la vida, pero insistimos, cómo brilla por estos tiempos la ausencia del sentido común y la coherencia.

Contratapa por Jorge Pignataro

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