Decir “Peloduro” es decir Julio Emilio Suarez Sedraschi, este salteño nacido el 16 de setiembre de 1909. Ingresar en el mes de su nacimiento parece una buena ocasión para volver a recordarlo. Ya que mencionamos la fecha de su nacimiento, digamos que la de su muerte fue a los 56 años, el 15 de agosto de 1965. Hace algún tiempo, la Fundación Lolita Rubial, de Minas, publicaba esta elogiosa semblanza:
Maestro de Maestros: No ha existido en el Uruguay un Dibujante, Historietista, Ilustrador, y Caricaturista tan notable. Pintor, Periodista, Docente, Humorista Literario, Hombre de Radio. Ser polifacético, Secretario de Redacción – durante algunos años – de la Revista «Mundo Uruguayo», funda y dirige además la Revista más célebre del Humor Uruguayo «Peloduro». Dominaba con singular maestría los secretos de la Historieta, el Humor Gráfico y la Caricatura. Poseía un genial dominio tanto de la palabra como del dibujo. Sus personajes y su trazo son memorables e inconfundibles.
Pasa sus primeros años en Salto, donde transcurren su infancia y primera juventud. Cursa primaria y secundaria en el Instituto Politécnico Llerena. En 1927 se traslada a Montevideo, para estudiar Arquitectura, carrera que abandona muy pronto.
Comienza a publicar sus apuntes parlamentarios en «El Nacional», Diario fundado por Carlos Quijano y que tuvo corta vida. Sus primeros dibujos los comienza a publicar en «El Plata»: «Wing y Roncadera», (gérmenes de los futuros e inolvidables «Peloduro» y «El Pulga»).
En la revista «Mundo Uruguayo» ejerce el cargo de Secretario de Redacción durante algunos años, allí también ilustra y hace humor.
Agudo como pocos, abordaba con maestría la Caricatura Política y la Historieta, las que firmaba con varios seudónimos (Jess, J.E. Suarez, Suarez). Trabajó en variados medios periodísticos de su época: («El Nacional», «Marcha», «El Popular», «Epoca»; «Justicia», «El Diario», «La Mañana»), sin olvidarnos de su entrañable revista «Peloduro».
Recibe en 1941 el Premio de la Comisión Municipal de Cultura por sus 50.000 historietas, y un Segundo Premio por su Afiche de Carnaval.
Funda la revista «Peloduro» (su primer número aparece el 28 de julio de 1943), esta pasa por muchos apremios económicos por los que a los sucesivos cierres se suceden varias épocas, (la última de ellas va de enero a julio de 1964).
Su incursión radial fue variada y muy rica: «Peloduro» en CX 24 «La Voz del Aire», libretó durante algún tiempo «Los Risatómicos», para CX 14 «El Espectador» , allí también leyó sus «Charlas con Juan Julio» (notables reflexiones de la realidad nacional e internacional).La actriz Jebele Sand le «da voz» a su personaje «Marieta Caramba».
Practica la pintura, testimonio de esto son dos óleos suyos que integran el acervo del Museo Juan Manuel Blanes. Ilustra un almanaque para Toddy, con su personaje «Peloduro» como personaje y el fútbol como tema.
CAMBIOS EN LA ESTATUARIA
(De Julio Suárez, un texto de humor)
El hecho (según se ha dado noticia) tiene alguna importancia más que el de un cambio de lugar en los muebles de una casa, digamos, cuando a la patrona (que tiene su módica acepción del “Reformarse es Vivir”) se le ocurre: «¿Qué te parece, viejo, si sacamos la cómoda de acá y la llevamos a aquel rincón, y aquí ponemos la butaca con la mesita que tiene el negrito con la paloma?»…Bueno, ese clásico cambio con que la tipa (perdón: la señora) remienda el trillado paisaje interior del hogar. Lo que ahora se anuncia es, también, un cambio de lugar en el más amplio paisaje del hogar ciudadano y la ocurrencia debe ser de la propia doña Comuna, a la que le dio (¡al fin y en buena hora!) por sacar del provisoriato al Colleoni del Verrocchio y traer al David de Miguel Ángel a su propia explanada, Al David lo trajeron (ya ni me acuerdo cuántos años ha) y lo ubicaron donde hasta hoy se le puede semi-ver en el cruce de Jackson y Rivera. Digo semi-ver, con absoluta propiedad, porque al pobre lo colocaron casi recostado a una presuntuosa pared cóncava de mármol que tiene (alentada por la impúdica desnudez del adolescente) toda la apariencia de un cuarto de baño de Laviére, Vitaca y el Otro. Al Colleoni lo pusieron (ustedes saben) en una esquina de la explanada municipal, entre cuatro árboles que no lo dejan ver y en una esquina donde, si querés verlo de frente será póstumamente, porque en fija que te agarra un ómnibus. (…)
Ahora se habla de que al Colleoni lo llevarán al cantero central del Bulevar Artigas, frente a la Facultad de Arquitectura, sacándolo de donde ya había empezado a trabar una peligrosa amistad con el Gaucho (peligrosa para nuestro Gaucho, desde luego, a cuyo sano prestigio de guerrero leal y desinteresado, pudo hacer mucho mal las historias forzosamente cínicas del condottiero mercenario que guerreaba a contrato y con premio estímulo y todo). Y al David de «Miquelányelo» (como dije) lo dejarán ver, al fin, todo a la redonda quitándolo de esa absurda penitencia marmolaria que hacía ignorar (¡vaya a pudor al 50%!) las desnudeces de su otro hemisferio. Esta ubicación se me ocurre, particularmente, la más plausible. El palacio municipal guarda, digamos, cierta concomitancia con el David. El joven del Renacimiento, cuya desnudez ha recobrado ya, felizmente, su exclusivo carácter artístico, abolida por fuerza de la costumbre, la novelería traviesa de nuestra gente, va a decorar, al fin y al cabo, a un colega en nudismo: el Palacio que hasta ahora se resistió a vestirse con el revoque que suele cubrir la desnudez de otros, edificios. Con el agregado (fijate un poco lo que es ponerse a sutilizar) de que es allí, precisamente, donde en frecuentes mitines gremiales y políticos se pretende, al menos, mostrar la verdad desnuda.
¡Pero, a no alarmarse que el David, al fin y al cabo, es de inconmovible bronce!… Hasta mañana, amigos.