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miércoles, 9 de abril de 2025
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Se inauguró en San José muestra de Eduardo Mernies, el pintor maragato que pintó a Marosa y Garet

Diario EL PUEBLO digital
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En Uruguay el único valor es el dinero y todo lo demás se va al demonio”

Este viernes 18, la ciudad de San José vivió la inauguración de una muestra de primerísimo nivel. Fue el Museo Departamental de San José y Galería de Arte Juan Palleiro quienes organizaron la muestra “Recordando al Rubio”, exposición de dibujos y pinturas (en el mencionado museo) del artista maragato Eduardo Mernies (1945-2022).

Por un lado, vale decir que Mernies cultivó una fecunda amistad con los poetas salteños Marosa di Giorgio y Leonardo Garet; por otro, que hace unos días tuvimos oportunidad de leer una entrevista al pintor publicada en la revista La Pupila en febrero de 2017, realizada por Óscar Larroca, de la que vale la pena, por su vigencia, recorrer ahora algunos fragmentos.

En cuanto al vínculo con Marosa y Garet, trascendió lo personal y se plasmó en el arte: a ambos poetas salteños el maragato quiso y supo retratar. El cuadro de Marosa, incluso, fue él mismo quien lo trajo hasta Salto para alojarlo en la Sala Marosa, de Casa Quiroga. El de Garet aún no ha sido traído a Salto, y de hecho forma parte de la muestra inaugurada anteayer. Mernies era habitué de El Mincho, bar montevideano que fuera hasta hace algunos años, centro de reuniones de buena parte de la intelectualidad uruguaya. Y a esas personalidades también retrató Mernies: Juan Introini, Miguel Ángel Campodónico, Ricardo Prieto.

Respecto a la revista, tiene precisamente en su portada una pintura de Mernies sobre Ricardo Prieto, “El mundo de Ricardo Prieto” (óleo sobre tela). De allí extraemos estos pasajes:

-Que “el mundo vaya para tal o cual lado” no necesariamente indica que alguien que no tome ese rumbo esté en la posición equivocada…

Lo que pasa es que, posiblemente, el mundo lleva a que los artistas sean de una manera o de otra. Capaz que en ese sentido yo estoy fuera de las corrientes que se vienen, pero no me importa. Fijate que este abstraccionismo que no significa nada en el fondo,que no mueve sensibilidades profundas, que no lleva a reflexiones, está más vinculado al arte decorativo que a otra cosa. Entonces “el arte” en sí, no está. Para mí, claro. Es lo que yo pienso, y puede ser que me equivoque. Te voy a poner un ejemplo. Hicieron una exposición (hace unos años) sobre el Círculo de Bellas Artes, en el Museo Nacional de Artes Visuales. Había una pared con obras de planistas, y otra pared con pintura más contemporánea. Y se dio un fenómeno fantástico para estudiar: la influencia que estaba del lado del planismo era una influencia técnica, esos artistas tomaban todos los recursos pictóricos del mundo europeo y de la vanguardia europea, pero el mundo que traducían era “el de acá”. Cuando ibas a la otra pared, el mundo era “el de allá”, no era el mundo de acá. La mayoría de las cosas que vos mirabas estaban vinculadas a procesos, de sentimientos y de emociones “de allá”. No sé si todos lo notaron, pero a mí me pareció una cosa extraordinaria. Cuando yo analizo estas cosas puedo ser injusto en el sentido de que entiendo que el que está trabajando hoy y quiere trascender, no puede tomar ciertos caminos. Y como yo no tengo esos compromisos ni tengo una carrera de pintor, ni de artista, ni de nada; tengo libertad para hacer y decir lo que se me antoja.

-Cultivaste buena parte de la bohemia montevideana durante la segunda mitad del siglo pasado. ¿Crees que hoy sería posible tener ese tipo de vínculo distendido como los que vos tuviste, en los cafés y boliches?

Yo creo que no. Capaz que se da y uno no lo sabe. Siempre hay un mundo que subyace que uno no conoce. Yo estoy fuera de los nuevos intercambios sociales…

-La comunicación ahora es un poco más despersonalizada.

No creo que sea enriquecedor. Este tipo de contacto en el fondo denota soledad, porque si no le estás mirando la cara, no ves las reacciones… Esto me hace acordar a lo que me pasó con Cézanne y con otros también. Con de Chirico, yo lo miraba en revistas y libros y decía: «¿pero este tipo es tan famoso con estas cositas? Sin embargo, en el museo de arte de Nueva York, había «un cuadrito de porquería» que era una maravilla. Es eso, esa magia del contacto «cara a cara». (Manuel) Espínola Gómez tenía un encanto que no lo podías ver de ninguna otra manera si no lo conocías directamente. Manolo, que era un hombre que se ve que tenía ansias de trascendencia universal, era un tipo muy dotado, pero eso se le nota en los cuadros previos a los ocho octogonales donde puso toda la carne en el asador: profundizó temas de sus vivencias. Y fijate que si habrá ido a contrapelo de las corrientes de ese momento que se topó con Cúneo en la calle y éste le reclama: «qué retroceso Espínola, ¿cómo puede hacer eso?» Es decir: ¿cómo había abandonado lo anterior para meterse en el campo de la figuración?

-¿El Uruguay es mezquino con la memoria y el patrimonio de sus artistas (escritores, actores, músicos, artistas visuales)?

En Uruguay hace muchísimo tiempo que el dinero es el único valor que hasta en la parte moral funciona. Vos le podés hacer un comentario a un tipo sobre qué siente ante una obra de arte y te responde: «¿cuánto vale?» El valor intrínseco de la obra no le importa a nadie. Yo creo que en Uruguay el único valor es el dinero y todo lo demás se va al demonio porque no tiene el arraigo de una significación. Las consecuencias las van a sufrir aquellos que creen que todavía hay gente que tiene otros valores. Esos van a sufrir como condenados.

(FOTO: inauguración de la muestra; Susana Gayol, esposa de Mernies y Juan Palleiro, director de la Galería Palleiro, de Montevideo, frente al cuadro titulado “El mundo de Leonardo Garet”).

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