No se trata de justificar. ¿Por qué habría que justificar? Al final de cuentas, Ceibal ganó.
Y como contrapartida, la tercera derrota de Arsenal frente a Ceibal en la serie «B» de la Copa de OFI. Las dos primeras en la fase inicial.
El hincha de Arsenal tiró la bronca: «no le podemos entrar».
Y el hecho es ese: Arsenal en tres partidos ningún gol. No fue parte de una misión ofensiva que descubriera el peso de la eficacia. Mientras que Ceibal se fue con el boleto de ganador, porque en el primer tiempo evitó enredarse en la madeja.
Se atrevió con más limpieza en la partida, por más que las sociedades de ataques alcanzaron pretensión de forma aislada. Al cabo, a los dos les faltó regularidad en la búsqueda.
Pero podría admitirse una consistencia superior de Ceibal, hasta ese minuto 28′, cuando el centro en pelota quieta cae desde la derecha y Nicolás Cáceres con el despertador en el área: suena primero que todos, para resolver con el 1 a 0.
No fue un Ceibal ejerciendo factores dominantes, pero su orden táctico fue superior.
Cuando Jorge Echenausi se fue lesionado en ese primer tiempo, el «Toti» Vargas vio salir a su socio potencial. Peleó siempre como un toro. Guapeando a destajo. Pero no alcanzó.
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Durante ese segundo tiempo, no se alimentó ninguna duda: Ceibal a la espera y esperó. Arsenal buscó, pero no pudo. Ceibal se expuso a que Arsenal se le viniera en medio de un trámite corrido, pero escasamente jugado. Ceibal se convenció que lo mínimo (aquel gol) era suficiente y en esa recta final, solo el aviso ofensivo de un remate de Agustín Suárez en el palo.
A Arsenal le costó todo. Movió la pelota, pero sin criterio en los metros finales. La pelota le llegó dividida a Javier Vargas y el «Tavo» Carballo resistió físicamente hasta el límite.
Es cierto que Arsenal fue más corazón que ideas. ¡No localizó los caminos, en medio del sistemático bloqueo de Ceibal!
Un remate de Emiliano Maciel que anduvo cerca del palo derecho de Jorge Flietas. Pero sin más condimento de llegada. Perdió un partido: no perdió el tren.
Ceibal se fue con la celebración justa. No dio para la elocuencia. Alcanzó lo mínimo.
Eso mínimo que fue suficiente.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-