Por. Máximo San Martín
Asesor de Imagen Personal y Corporativo
«Todo lo que usa le queda bien» . ¿Cuántas veces hemos escuchado o repetido esta frase a manera de comentario sobre una determinada persona en nuestra sociedad? Seguramente que ya es un clásico que se repite y se repite y no estamos hablando de que las personas que reciben este tipo de elogios se adapten cien por ciento al Cánon de belleza estético impuesto por las sociedades a lo largo de la historia. Estamos hablando de ese «no sé qué» que llevan consigo algunas personas, que lo hacen destacar siempre más allá de su atuendo y lógicamente generar estos comentarios. ¿Pero qué es eso que llevan consigo? ¿Es algo sobrenatural que es dado a algunos pocos y vedado a la mayoría? Creo que no, creo que es algo que claramente se puede construir y trabajar a lo largo del tiempo y que tiene que ver con lograr el equilibrio, el justo medio entre nuestra Imagen Interna y nuestra Imagen Externa.
Ahora bien, es preciso distinguir aquí lo que es la imagen externa y la imagen interna. Cuando hablo de imagen externa claramente me refiero a lo que podemos ver de las personas o de nosotros mismos, se trata del fenotipo, de la apariencia física, el lenguaje corporal, la ropa. Mientras que la imagen interna nos habla de nuestro interior, de lo que somos, que es único, nuestra esencia diría. Esta imagen interna es sumamente importante y por eso hablo siempre y repito que la imagen es integral; esta imagen interna demuestra cómo eres, cómo te sientes en la vida. De ahí que sea tan importante, ya que es preciso que exista una armonía entre lo que somos y lo que proyectamos a través de nuestra imagen. Mientras no exista esa congruencia, esa armonía entre la imagen externa e interna, entonces no existirá fuerte confianza, credibilidad y respeto de los demás hacia ti. Ese desbarajuste se nota; es como cuando estamos pasando por un mal momento, o estamos enfermos, por más que nos arreglemos y nos pongamos nuestras mejores ropas, estaremos decaídos, pesimistas, tristes. Todos podemos tener problemas y es normal, lo importante es que no se vuelva una forma de ser en la vida. Que ese estado no nos acompañe siempre, que evitemos ser «tóxicos», palabra tan usada actualmente.
Por otro lado, cuando logras ese justo medio, te aceptas a ti mismo, eres resiliente, te sientes alegre, eso se verá reflejado automáticamente en tu actitud e incluso, en algunos casos parece como si la ropa no te estuviera vistiendo sino tu a ella. Emanas tanto, te muestras y te sientes tan radiante, que es allí cuando la gente repite el clásico: «todo le queda bien».
A veces decir todo esto es muy fácil pero claro, es verdad que hay una vida que nos va mostrando una realidad que puede hacernos sentir un poco más débiles e inestables, como por ejemplo la nueva realidad que nos ha tocado con la pandemia y esa suerte de cuarentena en la que muchos nos hemos confinado durante algún tiempo. Creo que lo importante es no descuidarse, adaptarse a la nueva realidad es fundamental, estar abiertos a los cambios y sobre todo mimarnos a nosotros mismos. El hecho de seguir arreglándonos mientras estamos adentro nos ayuda a vernos mejor a nosotros mismos, a sentir que lo que vemos frente al espejo nos agrada, nos motiva, nos ayuda a reinventarnos, es algo psicológico. Además, si compartimos la casa con otras personas, entonces también reflejaremos una imagen de seguridad, de personalidad y motivaremos al resto. La imagen se contagia. Que no te gane la pereza, es el peor de los pecados.
Aprovechemos también para practicar frente a un espejo nuestro discurso, nuestros ademanes, las palmas hacia el frente dan mayor credibilidad, generan la idea de mayor conocimiento. Elimina las muletillas, las palabras que reiteras habitualmente. Intenta mejorar tu dicción. Fija la mirada al frente, piensa en que cuando tengas que ver a alguien debes mirarlo a los ojos. Trabaja en ser positivo y optimista que seguro eso atraerá cosas buenas para ti y elevará tu imagen.
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