Como lo comentó EL PUEBLO en su momento, el pasado 25 de este mes fue el «Día del Niño Por Nacer», fecha especialmente recordada por grupos que trabajan en contra de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
En Salto también la fecha fue recordada. Es así que algunas de las personas que integran estas organizaciones hablaron del tema con los medios de prensa. Carolina Bogadro y Alexandra Bozzo, dijeron a este diario que intentan reforzar la idea de que «hay vida desde la concepción; y que es el primer derecho que tiene toda persona, a vivir. Nuestra lucha es por la vida desde que se inicia, y eso es en el momento de la concepción», dijeron.

Insisten en que «la vida es un don sagrado, único e irrepetible» y que «una madre podrá tener después diez hijos más, pero esa vida que se pierde en un aborto, irreversiblemente se perdió y la madre no lo olvida jamás, es decir que tiene consecuencias irreversibles para toda la vida». Consultadas sobre cuáles son las consecuencias que se ha probado que tiene un aborto en la salud de la mujer, dijeron que se trata de «secuelas psicológicas muy fuertes», y explicaron: «esto tiene consecuencias en la mujer, en la familia y en la comunidad. Que una madre vaya a abortar no es como si fuera a sacarse una muela, que es un poco el mensaje que se está dando actualmente, con esa liviandad y banalidad con que se trata muchas veces el tema. Esto tiene consecuencias graves, heridas muy profundas que después se transmiten al matrimonio, a la pareja, y a los hijos, todos van a tener y sufrir las consecuencias. Pasa por ejemplo que después las mujeres sufren insomnios, pesadillas, sueñan permanentemente con lloros de bebés, nunca se van a olvidar, aunque pasen 60 años como a veces pasa, el día que abortaron ni la fecha en que hubiera nacido el niño, se van a acordar toda la vida de los detalles de cómo estaba vestido el médico, cómo era la clínica, los olores… Constantemente van a estar pensando: si viviera, ahora tendría tantos años, o ahora sería como aquel niño o niña…Es impresionante las cosas que te cuentan si vas al Proyecto Esperanza que es donde se trabaja en esto».
«Lo que queremos –afirman- es que a la mujer se le dé toda la información, que tome la decisión sabiendo cuáles serán las consecuencias. Y aún si decide abortar, nosotros no le vamos a dar la espalda a esa mujer, al contrario, vamos a estar para apoyarla, tenemos un grupo de personas preparadas para eso. Nunca vamos a juzgar a una mujer, porque sabemos que en el fondo no quiere hacerlo y tenemos que darle la contención que necesita». Respecto a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, del año 2012, entienden que «no es interrupción, porque algo que se interrumpe es algo que luego continúa, pero acá no, acá se corta el embarazo, se termina con la vida. Esto es totalmente irreversible y la huella queda».
Pero además, entienden que no se han dado los resultados que se decía iba a arrojar la ley, sobre todo en cuanto a que no ha podido terminado con los abortos clandestinos. Asimismo, subrayan que la ley contribuye a una naturalización de la violencia y de la «cultura de la muerte» en la sociedad uruguaya, a una desvalorización de la vida. Y para ello manejan algunos datos como estos (extraídos de estadísticas del Ministerio del Interior):
Las «muertes violentas» aumentaron exponencialmente entre 2012 y 2019; antes de 2012 los homicidios estaban entre 200 y 300 al año, y pasaron a 391 en 2019; los suicidios antes del 2012 eran entre 500 y 600 por año, y pasaron a 709 por año en 2019.