La inseguridad provocada por la ola de violencia, que se ha visto incrementada con la irrupción y creciente expansión del narcotráfico es una de las principales preocupaciones de los uruguayos, que además perciben que se va agravando. El sistema político debe estar a la altura y dar respuesta.
En la medida que los dirigentes políticos continúen responsabilizándose unos a otros no vamos a poder superar esta la situación que vemos como destruye a la sociedad. Lo vemos todos los días en nuestros barrios y en las localidades del interior del Departamento.
Es necesario que dejemos de discursos y nos hagamos cargo.
Por eso, desde Seregnistas, a través de nuestro candidato Mario Bergara, propusimos al Frente Amplio promover un diálogo amplio, intenso y profundo sobre seguridad ciudadana que incluya a todos los partidos políticos, pero también con la sociedad civil.
Esta propuesta fue bien recibida por diferentes actores, pero lamentablemente, nuestro Frente Amplio (que la está procesando) aún no hizo suya la propuesta. Trascendió que algunos sectores plantearon falta legitimidad para realizar la propuesta; pero ¿qué estamos construyendo si ni los candidatos ni los sectores pueden hacer propuestas que llamen al diálogo?
Tal como señaláramos en anteriores entregas, la necesidad de un gran acuerdo es crucial para afrontar y procurar una solución a la problemática de la inseguridad. Varias razones lo ponen de manifiesto. Es impostergable, es ahora.
¿Por qué una Política de Estado?
En nuestra concepción de la política, lo primero es el interés general, “la pública felicidad” al decir de Artigas, y este es un asunto muy caro para nuestra sociedad, que tiene claro que no revertirlo puede dañarla aún más.
Para quienes reivindicamos el legado de Seregni, nos es difícil conciliarlo con posturas que puedan llevar a hacer política menor con un tema de esta magnitud. No importa de dónde puedan venir, pero rechazamos enfáticamente la prácticas que pretendan utilizar este tema como botín electoral.
En definitiva, como lo planteó Bergara: “los acuerdos sobre los temas que angustian al pueblo uruguayo deben ser una prioridad por encima del juego político-electoral” superando las propuestas individuales.
Esto nos plantea la obligación de construir una Política de Estado, que comprometa a todos y que perdure en el tiempo.
¿Por qué ahora?
No creemos que la campaña electoral dificulte la construcción de acuerdos, sino que lo vemos como una oportunidad, por distintos motivos.
Porque si logramos acuerdos en este año el próximo gobierno podrá empezar a aplicar desde el primer día.
Porque al ser un tema de importancia obliga a todos a pensar propuestas superadoras que pueden enriquecer el diálogo y sentar las grandes bases de ese acuerdo puede contribuir a disolver las eternas disputas sobre lo que, desde el gobierno hizo mal el otro para enfocarse en un objetivo común.
Porque todos quienes estamos en la actividad política sabemos que es la forma de evitar que los temas vinculados a la violencia, inseguridad y mundo narco, sean discutidos en la campaña electoral como si fuera un botín y cómo los piratas de las películas, cada uno quiera llevarse la mayor parte. Sería nefasto porque profundizaría la fragmentación social existente.
Porque no tenemos derecho de decirles a los uruguayos que esperen. Estamos frente a una realidad que rompe los ojos.
Es la oportunidad de demostrar que nuestro sistema político institucional democrático-republicano tiene la madurez necesaria para dejar de lado los intereses personales y encarar los problemas de la gente.
¿Por qué el diálogo?
El diálogo y el intercambio profundo son las herramientas necesarias para construir los consensos. El consenso, que se construye con el acuerdo expreso de todos los participantes, les genera obligaciones a todos, porque de alguna manera les exige cumplir con lo comprometido. Se construye un nuevo sentido común.
Consensuar es entender que las ideas de los otros nos ayudan a encontrar caminos distintos para llegar a otras más fuertes que nos permitirán seguir creciendo y superar los obstáculos.
No se trata de comprometer nuestros valores. Se trata de un gran trabajo de diálogo, idas y vueltas y muchas negociaciones hasta encontrar esa visión equilibrada con la que todas las partes acuerdan. No sirve que cada uno plantea lo que le parece y luego otro pasa en limpio y valida solo lo que le interesa.
Entender que la diversidad puede ser una fortaleza es entender el compromiso y la responsabilidad que cada uno tiene frente a la necesidad de superar estos flagelos.
Un diálogo nacional, fortalece a quienes se comprometen y deja en evidencia a quienes no quieren acuerdo y buscan dinamitar todos los puentes de convivencia.
En conclusión, nosotros vamos por el Diálogo.
