Una rapiña cometida en la tardecita de ayer desnuda una situación de impotencia ante la inacción policial y una pérdida mucho más valiosa que el dinero que portaba la trabajadora, víctima en este caso de este despreciable episodio.
Este tipo de hechos de violencia han crecido en los últimos tiempos, ya que hasta no hace mucho, las rapiñas en Salto apenas alcanzaban una decena de casos en todo un año. Sin embargo, ahora las denuncias por estos hechos se multiplican, la Policía sostiene que sus autores son menores de edad y más allá de la verosimilitud del dato, la rapidez con la que actúan los delincuentes permite la consumación del robo, la concreción del daño y el desenlace que se traduce en un problema emocional para la víctima, difícil de revertir.
En este caso finalmente, los familiares de la víctima actuaron por sí mismos, concurrieron al lugar donde había ocurrido la rapiña, identificaron a los autores, dialogaron con éstos y lograron al cabo de unos minutos, que los delincuentes les devolvieran la cartera, con los documentos que tanto precisaban, aunque sin el dinero que les robaron.
EL HECHO
Lunes, siete de la tarde. El primer día de la semana no fue el mejor para una mujer de 25 años de edad, madre de un nene de 3 meses, y esposa de otro trabajador que a la hora de la salida, la estaba esperando en la casa de ambos, en el barrio Víctor Lima.
Ayer, terminó su tarea en una tienda de una zona cercana al centro de la ciudad, y regresaba en su moto hacia su casa. Tomó por calle Juncal al norte y al llegar a la avenida Enrique Amorim (ex Paraguay) dobló hacia la izquierda, recorrió una cuadra cuando sufrió el ataque.
Al parecer, un grupo de jóvenes que estaban sentados en el cruce de Enrique Amorim y calle Córdoba, le tiraron unas ramas delante a su circulación para obstruirle el paso y dejarla vulnerable sobre el rodado, y cuando lograron esto, se acercaron, la tiraron al suelo y le quitaron la cartera.
Se la llevaron corriendo y se escondieron en una calle semi a oscuras, en unas viviendas de la zona, que hacia los fondos cuentan con un descampado. La mujer logró pararse algo nerviosa, y optó por retirarse del lugar. Le comunicó lo ocurrido a su esposo, quien acudió en su ayuda y tras esto, concurrieron hasta la Seccional Segunda de Policía, para efectuar la denuncia.
Algo conmocionada por el episodio, la víctima de este hecho narró lo que su memoria, frágil en esos momentos por la tensión que estaba viviendo, le permitía recordar.
La policía tomó nota del asunto y le dijo que dejara sentado el caso. Ante esto, las víctimas del hecho solicitaron a los funcionarios que recorrieran el lugar, porque allí seguramente podrían encontrar la cartera, que en su interior tenía además de un teléfono celular y la suma de unos 3 mil pesos uruguayos, los documentos del bebé de 3 meses, que se está realizando controles y que para continuar con los mismos, es indispensable tener los papeles al día.
Los funcionarios le dijeron que por el momento “no podían hacer mucho” y especularon con que los que cometieron la rapiña que estaba siendo denunciada, eran menores de edad, y que por lo tanto, “poco podrían hacer”.
Con un sentimiento de impotencia y de honda preocupación por recuperar la documentación que había perdido tras esa rapiña, la familia de la víctima de este hecho, decidió actuar por ellos mismos y regresar al lugar para poder recuperar al menos en parte, la documentación del niño, que era lo que más preocupaba a los damnificados.
Por esta razón, regresaron al lugar dos familiares de la víctima y allí estaban los presuntos menores autores de la rapiña, contra los que nada se podía hacer según les había dicho la Policía. Llegaron hasta allí y les plantearon el problema.
“Sentados y con la sensación de que estuvieran perdidos”, según relató la víctima de este episodio a EL PUEBLO, uno de ellos atinó a pararse y con voz de autoridad les dijo que fueran hasta un lugar a una cuadra de allí, donde les regresarían la cartera.
Así lo hicieron y al cabo de dos minutos, les fue entregada la misma sin la plata, pero con la documentación a salvo. Les exigieron que se retiraran del lugar en forma inmediata y así lo hicieron, para no tener más problemas. Los rapiñados regresaron a su casa con cierta satisfacción del deber cumplido por haber recuperado algo de lo que habían perdido, pero con el sabor agridulce de saber que vivimos en un lugar donde la violencia e imposición de unos pocos, manda.
Una rapiña cometida en la tardecita de ayer desnuda una situación de impotencia ante la inacción policial y una pérdida mucho más valiosa que el dinero que portaba la trabajadora, víctima en este caso de este despreciable episodio.
Este tipo de hechos de violencia han crecido en los últimos tiempos, ya que hasta no hace mucho, las rapiñas en Salto apenas alcanzaban una decena de casos en todo un año. Sin embargo, ahora las denuncias por estos hechos se multiplican, la Policía sostiene que sus autores son menores de edad y más allá de la verosimilitud del dato, la rapidez con la que actúan los delincuentes permite la consumación del robo, la concreción del daño y el desenlace que se traduce en un problema emocional para la víctima, difícil de revertir.
En este caso finalmente, los familiares de la víctima actuaron por sí mismos, concurrieron al lugar donde había ocurrido la rapiña, identificaron a los autores, dialogaron con éstos y lograron al cabo de unos minutos, que los delincuentes les devolvieran la cartera, con los documentos que tanto precisaban, aunque sin el dinero que les robaron.
- espacio publicitario -![ASISPER]()
EL HECHO
Lunes, siete de la tarde. El primer día de la semana no fue el mejor para una mujer de 25 años de edad, madre de un nene de 3 meses, y esposa de otro trabajador que a la hora de la salida, la estaba esperando en la casa de ambos, en el barrio Víctor Lima.
- espacio publicitario -![UNICEF]()
Ayer, terminó su tarea en una tienda de una zona cercana al centro de la ciudad, y regresaba en su moto hacia su casa. Tomó por calle Juncal al norte y al llegar a la avenida Enrique Amorim (ex Paraguay) dobló hacia la izquierda, recorrió una cuadra cuando sufrió el ataque.
Al parecer, un grupo de jóvenes que estaban sentados en el cruce de Enrique Amorim y calle Córdoba, le tiraron unas ramas delante a su circulación para obstruirle el paso y dejarla vulnerable sobre el rodado, y cuando lograron esto, se acercaron, la tiraron al suelo y le quitaron la cartera.
Se la llevaron corriendo y se escondieron en una calle semi a oscuras, en unas viviendas de la zona, que hacia los fondos cuentan con un descampado. La mujer logró pararse algo nerviosa, y optó por retirarse del lugar. Le comunicó lo ocurrido a su esposo, quien acudió en su ayuda y tras esto, concurrieron hasta la Seccional Segunda de Policía, para efectuar la denuncia.
Algo conmocionada por el episodio, la víctima de este hecho narró lo que su memoria, frágil en esos momentos por la tensión que estaba viviendo, le permitía recordar.
La policía tomó nota del asunto y le dijo que dejara sentado el caso. Ante esto, las víctimas del hecho solicitaron a los funcionarios que recorrieran el lugar, porque allí seguramente podrían encontrar la cartera, que en su interior tenía además de un teléfono celular y la suma de unos 3 mil pesos uruguayos, los documentos del bebé de 3 meses, que se está realizando controles y que para continuar con los mismos, es indispensable tener los papeles al día.
Los funcionarios le dijeron que por el momento “no podían hacer mucho” y especularon con que los que cometieron la rapiña que estaba siendo denunciada, eran menores de edad, y que por lo tanto, “poco podrían hacer”.
Con un sentimiento de impotencia y de honda preocupación por recuperar la documentación que había perdido tras esa rapiña, la familia de la víctima de este hecho, decidió actuar por ellos mismos y regresar al lugar para poder recuperar al menos en parte, la documentación del niño, que era lo que más preocupaba a los damnificados.
Por esta razón, regresaron al lugar dos familiares de la víctima y allí estaban los presuntos menores autores de la rapiña, contra los que nada se podía hacer según les había dicho la Policía. Llegaron hasta allí y les plantearon el problema.
“Sentados y con la sensación de que estuvieran perdidos”, según relató la víctima de este episodio a EL PUEBLO, uno de ellos atinó a pararse y con voz de autoridad les dijo que fueran hasta un lugar a una cuadra de allí, donde les regresarían la cartera.
Así lo hicieron y al cabo de dos minutos, les fue entregada la misma sin la plata, pero con la documentación a salvo. Les exigieron que se retiraran del lugar en forma inmediata y así lo hicieron, para no tener más problemas. Los rapiñados regresaron a su casa con cierta satisfacción del deber cumplido por haber recuperado algo de lo que habían perdido, pero con el sabor agridulce de saber que vivimos en un lugar donde la violencia e imposición de unos pocos, manda.
- espacio publicitario -![Bloom]()