Yo nací durante la dictadura. Era niño cuando volvió la democracia. Recuerdo de mi infancia, a personas que hacía poco tiempo habían vuelto al país tras el exilio, otras que estaban recién volviendo a «acomodarse» a los aires de la libertad luego de años en prisión…Recuerdo historias de mi barrio, como por ejemplo cuando me contaban que una vez los militares habían allanado la casa de tal o cual vecino, o que fulano se había tenido que ir a Buenos Aires…Me acuerdo de escuchar a maestros (en mi familia siempre los hubo) hablar de cuestiones algo injustas en el trato que daba el nuevo gobierno, según se tratara de «los destituidos» y “los que siguieron estando”. De muchas cosas me acuerdo. También cuando una funcionaria de la Biblioteca Infantil (que en ese momento funcionaba en la planta alta de la Inspección de Primaria), me dijo que mejor no llevara a la escuela el libro de cuentos que me había gustado sacar en préstamo, porque «ese autor está mal visto». Ni que hablar que recuerdo que se hablaba mucho de «los tupas» y «los milicos», y de paso aprovecho para recomendar el libro «Milicos y Tupas», de Leonardo Haberkorn.
Entonces resulta que entre tantos recuerdos, ahora se me da por pensar: ¿quiénes fueron las verdaderas víctimas de todo aquello tan nefasto que vivimos los uruguayos? Y las respuestas cantadas a esa pregunta son: los que perdieron la vida en tiempos de guerrilla (ya sea por ser revolucionarios o por ser policías o militares, pero también simplemente -sin ser nada de eso- por haber estado en el lugar que los puso el destino para jugarles una mala pasada), y son víctimas quienes fueron desterrados y debieron separarse de sus afectos, y también quienes sufrieron prisión, violaciones, tortura y tanto más…Y lo son además quienes perdieron su trabajo, y perdieron familiares y amigos, etc. etc. Pero a todo eso quiero agregar otras víctimas: los que vinieron después.
Me refiero a las generaciones que fueron llegando luego que todo aquello ya había pasado. Esos también son -fuimos/somos- víctimas, aunque de otra manera. Víctimas por haber sido “usados” por unos y por otros, para manipularnos el pensamiento y hacernos creer determinada verdad, como si fuera única. Y querer convencernos que esa verdad era absoluta y que todo otro punto de vista que no coincidiera, no era más que una mentira.
No sé si usted habrá advertido, estimado lector, que todo este pensamiento me ha venido a la mente estos días en que el libro “Los Indomables” de Pablo Cohen y algunos dichos de Lucía Topolansky, y otros de José Mujica, y las diferentes reacciones a ellos, han “levantado polvareda”, dicho sea popularmente. Días en que conceptos tan amplios y abstractos como el de Verdad y Mentira no han dejado de aparecer por todos lados. Y han llegado hasta la Justicia…
Sí, el caso de ciertas expresiones de Topolansky han sobresaltado a la Justicia, como era esperable, como veníamos reclamando con insistencia, como debía ser…
Vale la pena compartir lo manifestado por la Fiscalía General:
“Ante los hechos de pública notoriedad, la Fiscalía General de la Nación informa a la población:
-Desde la creación de la Fiscalía de Crímenes de Lesa Humanidad, el 23 de febrero de 2018, se han producido 38 procesamientos y formalizaciones y 28 condenas. A su vez, se han registrado 73 archivos por entender el equipo fiscal que no había evidencia suficiente para seguir adelante con la causa.
-Las personas que han sido procesadas, formalizadas y condenadas en estas causas han contado con todas las garantías del Estado de Derecho: el derecho de defensa en toda su expresión y la intervención de los jueces de la República en algunos casos llegando a agotar las vías recursivas hasta la Suprema Corte de Justicia.
-Uruguay es reconocido en el mundo como una democracia plena y eso se debe en gran medida a la fortaleza de sus instituciones y a la independencia del sistema de administración de Justicia, valores que deben preservarse y profundizarse para una sociedad más próspera.
-En este contexto, el Fiscal Especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, doctor Ricardo Perciballe, solicitó a la Justicia que «en el más breve plazo posible, ordene la citación de la Sra. Lucia Topolansky».
-En su escrito el fiscal Perciballe señala: «La Fiscalía mantiene su absoluta convicción, que las víctimas de ésta causa, como de todas las que le ha tocado actuar, han expresado la verdad. De igual modo, que no existe confabulación alguna para perjudicar a nadie y menos a un inocente».
-«Pese a lo anterior-conforme a las obligaciones funcionales que le alcanzan y las garantías existentes en un Estado de Derecho- estima pertinente, se proceda a citar a la Sra. Topolansky, en calidad de testigo, a efectos de aclarar sus manifestaciones», agrega.
Solo me resta por decir que reitero lo dicho en mi breve nota de opinión sobre este tema, publicada en página 3 de EL PUEBLO este sábado último, aunque le agregaría una línea más. Le agregaría que lo menos que se podría hacer no es solamente que “el Frente Amplio les dé la espalda” a dos de sus más históricos y emblemáticos dirigentes, sino que también, que la Justicia actuara al respecto. Por el bien de todos, resta desear que así sea. Y una cosa más: “meter la pata” no es exclusividad de los jóvenes, siempre tan criticados y cuestionados por tanto y hasta por todo; los más veteranos (y alumnos generalmente hasta idolatrados como sabios filósofos de la sociedad uruguaya) a veces también muestran la hilacha, y “embarran la cancha” feo, y gravemente.
Esta es la referida nota del sábado:
“Qué polémica que se armó con las declaraciones de Lucía Topolansky. Dijo públicamente que dentro de «la izquierda» hay personas que han mentido al hablar (incluso declarando en juzgados) de episodios vividos durante los enfrentamientos de guerrilleros y policías (o militares) en lo que generalmente se llama historia reciente.Sinceramente, creo que no dijo ninguna novedad. Siempre estuve convencido que no de un solo lado hubo (y hay) ocultamiento de información y mentiras. Como también, no de un solo lado hubo crímenes.
Lo triste es que, incluso ahora, se nos quiera seguir convenciendo que los buenos estuvieron de un lado y los malos del otro. Hace unos días me dijo un hombre que fue soldado en aquella época (y hasta le tocó vigilar a José Mujica en sus años de prisión): «mire que nosotros fuimos malos, le hicimos cualquier cosa a esos presos, pero ellos también fueron muy malos con muchos uruguayos». Y sí, no cabe duda que en una guerra, las atrocidades están de ambos lados. Ahora bien, ¿cómo puede esta señora decir que ellos (tupamaros) mintieron, siendo que se pasó décadas acusando a militares de no decir la verdad? ¿Con qué cara dice ahora que es la misma que reclama verdad y justicia a los demás? ¿Por qué no le reclama verdad a los que sabe que han mentido y los conoce bien porque son sus «compañeros»? Creo que es su obligación. Razonando sus dichos pienso: ¿Entonces hay personas inocentes que están presas? ¿No habría que rever eso? Mientras escribo esta nota, leo en un diario capitalino: Frente Amplio da la espalda a Topolansky y Mujica. Me siento más aliviado, no estoy solo en esto de condenar al matrimonio de sediciosos tristemente famoso. Darle la espalda es lo mínimo que se debería hacer”.
