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lunes, 12 de mayo de 2025
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Qué estufa ni estufa…! Uruguay nomás!

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Diario EL PUEBLO digital
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Comenzó la Copa América de selecciones Brasil 2021. Hoy mismo tenemos que salir a la cancha, Chile nos espera. El fútbol otra vez se ubica en una posición central del interés de la gente. El frío de este mes, contribuye a que el hogar, con un televisor y tal vez una estufa al lado, sea un espacio precioso para estar.


Los uruguayos somos futboleros, ¡qué novedad! Discutidores, polemistas y sabelotodos en el tema fútbol (claro, también en política y en tantos otros). No es casual que digamos que somos tres millones de directores técnicos. Pero una polémica acerca de si un entrenador debe o no seguir en su cargo, como está ocurriendo ahora en torno al actual Director Técnico, el Mtro. Óscar Washington Tabárez Sclavo, hace mucho que no se veía. Es que tampoco es común, convengamos, que alguien esté allí tantos años consecutivos.
Hay quienes parece que poco menos le desearan el peor de los males a esa persona, a ese ser humano. Y están los que lo defienden con tanta fuerza como si defendieran la vida de un hijo, de un padre…en fin. Nada da para tanto, ¿verdad?
Hay quienes dicen que no podemos «tirarle tierra encima» a Tabárez por los últimos partidos, sino que se debe valorar toda su trayectoria al frente de nuestra Selección Nacional. Es verdad. Pero creemos que esa trayectoria puede, o debería, dividirse en dos: lo estrictamente futbolístico y lo social-cultural que generó en torno al fútbol.
En lo futbolístico, sigo creyendo que lo de Tabárez ha sido poco: ganó una Copa América en 15 años de su famoso «proceso». Ganó una Copa América como también lo hicieron otros directores técnicos, pero con una diferencia: aquellos tenían jugadores «del montón», algunos que nunca siquiera habían salido de Montevideo; en cambio Tabárez trabajó con la generación de jugadores de la que muchos eran reconocidos como los mejores del mundo. ¿Vendrá otra generación igual? Difícil. ¿Fue realmente un desperdicio de una generación entera? Sí, seguramente. Aunque si así fue, ¿es Tabárez el culpable (al menos el único) de ese desperdicio? Seguramente no. Pero es una realidad, por lo que tampoco amerita -nos parece- seguir defendiendo a ultranza el trabajo de una persona en un cargo en que es natural, normal, hasta sano, que haya recambio. Insisto, el triunfo de Tabárez, hablando estrictamente de lo futbolístico, ha sido ganar una y solo una Copa en más de 15 años de trabajo: la del año 2011, jugada en la Argentina. Porque después se podrá decir que nos clasificó a varios mundiales, y por supuesto (el caballito de batalla desde hace años) que terminamos en el cuarto puesto en Sudáfrica. Pero, en nuestro criterio –perdón si pecamos de ambiciosos- eso no es triunfo para un país futbolero como este.
Hasta ahí lo futbolístico. A lo que se podría agregar que bien, lo que se dice «bien», nunca jugamos, a pesar de haber ganado algunos partidos y una (solo una) copa. Y que si un equipo solo pasa la pelota para los costados o para atrás, además de desesperar a quienes estamos enfrente a la pantalla (y hacer que la temperatura corporal a veces suba más que por la estufa), literalmente no avanzará, porque el arco contrario está adelante. ¿O «Hay orden de…» no atacar al rival?
Pero entonces, como decíamos, también está lo otro, lo extra fútbol del fútbol, valga la paradoja. Lo que tiene que ver con lo esencialmente humano, con las actitudes, el comportamiento, la generación y defensa de una identidad nacional, la educación, el amor por el país. Y en eso sí, hay que sacarse el sombrero ante el maestro Tabárez. Lo que no implica tampoco que exageremos elevándolo a la categoría de un gurú, de un filósofo al que se le debe consultar sobre todos los temas de una sociedad. Y decimos esto porque no olvidamos que al regresar de Sudáfrica, hace once años, al maestro lo buscaba la prensa hasta para conocer su opinión sobre política, educación, relaciones internacionales, economía…Es más, hasta hubo quienes pretendían erigir un monumento a él en plena avenida 18 de Julio…Una muestra cabal de que realmente a los uruguayos nos cuesta dimensionar las cosas.
Entre quienes defienden el trabajo de Tabárez y creen que hay que «parar la mano» con tanta crítica hacia él, encontrábamos días pasados este interesante párrafo de alguien que lejos está de ser un jugador de fútbol, un periodista deportivo, menos un entrenador; es de un muy buen escritor de San José llamado Pedro Peña: «Creo que hay que poner en juego un sentido del honor más alto en relación al maestro Tabárez. ¿Quieren que se vaya por la puerta de atrás el responsable de algunas de las alegrías colectivas más importantes que hemos tenido en estos últimos 20 años porque no les sirven los resultados de los últimos seis meses? Para mí, que no sé nada de fútbol, el solo hecho de desear eso ya es una vileza. Pinta muy bien a una clase de persona con la que me cuesta interesarme en intercambiar. Códigos distintos, que le dicen. Para mí el maestro Tabárez tiene carta libre para hacer lo que quiera en la selección. Me sigue pareciendo milagroso lo que hizo al clasificar a tres mundiales seguidos».
En esa misma línea de razonamiento, es bueno enumerar algunas virtudes del maestro. La presentación de los jugadores cuando se los ve en la televisión, dentro y fuera de la cancha, es impecable. Desde su apariencia física hasta su forma de hablar. Y eso es bueno, porque al fin y al cabo, en ellos está expuesta además la imagen de todo un país. La conducta también, basta pensar que es muy difícil que un jugador uruguayo sea expulsado de un partido. El sentido de unidad en un grupo, el compromiso que implica la pertenencia a él, son todos aspectos bien manejados, como un verdadero docente ante un grupo al que se le ha encargado su formación. Porque no podemos olvidar que antes, hubo épocas en que jugadores que brillaban en el extranjero se negaban a venir a ponerse la celeste. Porque no podemos olvidar que antes, hubo épocas en que al momento de entonar el Himno Nacional, había jugadores que saltaban y charlaban entre ellos.
En definitiva, se podría tal vez poner en la balanza de un lado lo deportivo y del otro lo extra deportivo. Pero al fin de cuentas, quizás todo sea una sola cosa, porque competir es mucho más que solo ganar.
Y mientras escribimos estas líneas, pensamos si este hombre no se habrá creído demasiado eso que en algún momento desliza el escritor Pedro Peña en cuanto a «hacer lo que quiera en la selección», lo decimos porque ese aire de soberbia que en los últimos tiempos ha adoptado al responder a los periodistas en las conferencias de prensa, no se condice con los buenos modales que sin embargo transmite a sus dirigidos y que elogiábamos en líneas anteriores. Así por ejemplo el Dr. Jorge Da Silveira, con 60 años en el periodismo deportivo, asiste a las conferencias pero no pregunta nada, «porque si a mí me responde así, se arma un lío bárbaro», ha dicho.
Digamos finalmente que queremos una renovación (¿habrá un cuerpo técnico que asuma por menos plata, al que no haya que pagarle unos 3 millones de dólares al año?), sin nada más que agregar sobre Oscar Washington Tabárez y sus colaboradores, que el agradecimiento por lo extra fútbol, pero con el convencimiento de que hay otras personas que también pueden lograrlo. Y que además puedan ganar algo en lo futbolístico, si no, en los próximos partidos ya ni estufa vamos a precisar. ¡Uruguay nomás!

Contratapa por Jorge Pignataro

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