Recientemente se dio a conocer mediante un artículo en un medio de Bogotá el primer libro que la Lic. María Luisa De Francesco divulgó en aquel país.
Se trata del libro de cuentos “La increíble historia de amor y una no nariz”.
En una época donde los títulos de los libros son, por lo general, muy cortos la escritora uruguaya María Luisa de Francesco elige un luengo y no muy común para su ameno y sorprendente cuento infantil: La increíble historia de un amor y una no nariz, que propone una lógica ilógica tal como lo hiciese el afamado escritor Lewis Carrol en su laberíntica novela titulada, «Alicia en el país de las maravillas».
Pero lo que impacta a los ojos atentos de este maravilloso relato publicado en Colombia por la editorial “Tiempos de Leer”, no es solo el destacado título, sino las dos historias que narra.
Una es la de María Luisa de Francesco, la escritora uruguaya, y la otra es la de Ma. Alejandra Daza, la ilustradora – comenta el artículo colombiano.
La primera nos cuenta la aventura disparatada de un caballero, una bruja y un pirata, quienes deberán sortear un sin número de dificultades para alcanzar la felicidad.
La segunda se desliga de la primera para informarnos de manera visual sobre la existencia de un mundo extraordinario al que debemos adentrarnos para descubrir el entresijo.
Entrambas damas, aunque cada una por su lado, entrampan a lector de “La increíble historia de un amor y una no nariz “y solamente lo liberan cuando este termina de leer este enrevesado, pero mágico y divertido libro.
PARA ABRIR LAS
PUERTAS DE
LA ESCRITURA LITERARIA
Por su parte, el reconocido escritor británico, Roald Dahl, autor de Charlie y la fábrica de chocolates, Cuentos en versos para niños perversos, El dedo mágico, Matilda, Las brujas, entre otros, en 1980, al ser consultado por un periódico, postuló siete recomendaciones a los escritores:
Se debe poseer una viva imaginación.
Se debe ser capaz de escribir bien. Quiero decir, que uno debe ser capaz de hacer vivir una escena en la cabeza del lector. Todo el mundo no puede hacerlo.
Es un don: se tiene o no se tiene; es así.
Es precioso tener energía. En otros términos, uno debe ser capaz de atarse a lo que hace y no abandonarlo jamás, hora tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes.
Hay que ser perfeccionista. Ello significa que uno jamás debe sentirse satisfecho de lo que ha escrito hasta que no lo haya reescrito una y otra vez, con el objeto de que quede lo mejor posible.
Apelamos a una sólida autodisciplina. Uno trabaja solo, no tiene jefe.
Ninguna de las personas que están alrededor le dirán a uno qué sucedería si no regresara al trabajo.
Si tiene cierto sentido del humor, ello ayuda mucho. Esto no es esencial si uno escribe para adultos, pero para los niños es imprescindible.
Se debe tener una dosis de humildad. El autor que piensa que su trabajo es extraordinario, está abocado a grandes decepciones.