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viernes, 4 de julio de 2025
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Prohibir la cría de perros feroces

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Diario EL PUEBLO digital
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Se trata de un tema del que nos hemos ocupado en muchas ocasiones y no nos cansaremos de volver a hacerlo, pero como seguimos anclados en el mismo lugar entendemos que es oportuno insistir en esta opinión.
En Montevideo un feroz perro pitbull acaba de matar a un niño de cinco años y herir gravemente a su cuidadora, una mujer de más de setenta años. Es atroz, pero no es el primer caso ni el único, porque si no nos equivocamos van cerca de diez muertos de esta forma.
No nos explicamos por qué la cría de perros feroces y en particular de estos “pequeños toros” (Pitbull en inglés), una raza que mentes enfermizas criaron mestizando otras razas feroces, sigue estando autorizada en el Uruguay.
El asesinato de cualquier ser humano es algo atroz, pero cuando se trata de niños o ancianas indefensas no merece comentario alguno. De nada sirve que los dueños del can o sus responsables vayan presos. Nadie puede devolverles la vida a las personas asesinadas.
Hemos escuchado por ahí argumentos de que no se trata de canes feroces, sino que todo va en la crianza que se les de. Para nosotros no es un argumento válido, aún cuando así fuera, nadie sabe cuando el animal está molesto, malhumorado o sencillamente dispuesto a atacar a alguien.
Pitbull, Rottweiler, Dogo, todos animales conocidos por su ferocidad. Quienes argumentan que los tienen por seguridad, debieran saber que actualmente ésta se considera casi inútil, pues la delincuencia ha logrado hallar los puntos débiles de los animales y los inutiliza de esta forma.
Quienes sostienen que cuando el animal ha sido criado junto con los niños y por lo tanto son inofensivos para éstos, no conocen lo suficiente del carácter del animal, ni de los accidentes que pueden producirse.
Aún cuando el animal no ataque habitualmente y defienda a su amo, nadie sabe cual será su reacción en determinadas circunstancias.
Resulta doloroso para cualquier persona tanto sacrificar el animal, como más aún responsabilizar a quien lo ha criado por las acciones de ellos. En alguna oportunidad hemos visto episodios lamentables en que se responsabiliza a los propios padres o dueños de los animales, por el asesinato del niño o de una persona mayor concretado por el animal.
Para que esto no suceda es necesario que los legisladores dejen de mirar para otro lado y hagan lo que deben hacer en relación a estos animales feroces, que no tienen la culpa.

A.R.D.

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