Oro que se inflama, sol de mi terruño,
Reflejos de plata del Río Uruguay.
Tremolares verdes, arrullos de esperanza
la sábana inmensa del cañaveral.
Punta de esa lanza apuró el progreso
desgranando azúcar en el corazón.
Entre mis dos ríos, laborioso y preso,
rincón de mi patria, hermoso rincón.
Hasta el Plata llega por el patrio río
del molesto hijo que concluye en él
el dulce saludo de arenas y el mío
turbulentas aguas del indio Cuareim.
Refrescó asperezas de los «malojales»
y pasó cantando gracia y plenitud,
soñando bólidos de patos baguales
la arisca «cachuera» del Itacumbú.
Cantarinas y ágiles, pasan las canoas.
Piedras milenarias aquietan un ¡ay!.
Dorados brillantes, nacarinas bogas
adornan tus aguas mi viejo Uruguay.
Mi sueño alimenta hermanas razones.
perfuman mi verso las rosas de abril,
un beso enlazado a tres pabellones
hermana Argentina y hermano Brasil.
Pueblo que Rivera fundara hace tiempo,
bandera en el norte de la libertad,
para que sus hijos vivieron contentos
cónclave armonioso de trabajo y paz.
De Artigas la joya, harina y fermento.
Fronteras que abrazo, la dicha nos da,
la perla dorada del departamento,
Bella Unión, ejemplo de orientalidad.
Florencio Soto
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