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miércoles, 2 de abril de 2025
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Para conocer más la poesía de Mario Mele

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Diario EL PUEBLO digital
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/a5r9

En la edición de ayer domingo, esta página EL PUEBLO recordó a dos poetas que estaban de cumpleaños: el salteño José Luis Guarino y el sanducero Mario Mele. Fueron entonces unos cuantos los lectores que de inmediato dijeron desconocer la obra poética de Mele y, a la vez, el deseo de leerla.

No hay mejor camino para ello que tomar sus libros, respondimos, y explicamos que ese desconocimiento de una obra tan valiosa en estos tiempos se debe, en gran medida y según nuestra opinión, a la actitud de este poeta, siempre de perfil muy bajo, para quien no existe la autopromoción y menos aún la autoalabanza.

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De todas maneras, accedemos hoy, con gran gusto, al pedido de muchos: compartir poemas de Mario Mele.

Antes algunos datos:

Nacido en la ciudad de Paysandú el 22 de diciembre de 1954, el poeta Mario Mele reside en su ciudad natal. Ha sido colaborador de «Hojas del Cuareim», página literaria del semanario «Propuesta» (de Artigas). Participó en los libros colectivos «Taller Literario de Paysandú» (1994), «La chimenea roja» (1995), «A las siete P.M.» (1997) y «Los ojos del cuarto» (publicación de la Intendencia Municipal de Paysandú, 1998). En 1999 publicó su primer libro individual: «La camena» (poemas, 1999). Recibió una mención en el concurso de la IMM, en poesía inédita, por el libro «Tiresias» (2002). En 2003 apareció su segundo libro de poesía: «Café negro». Luego vinieron “La breve noche de tres horas” y “El perro sin cola” y “El bar de las mesas vacías”, en 2008, 2011 y 2022 respectivamente.

Funeral

yo sé que pasan vestidas de negro como pájaros

no miran los números de las puertas

como nosotros

pasan como pájaros

y atrapan el aire de sonrisas y algún llanto,

yo no entiendo a la muerte

qué hace en lo alto del techo?

si se burla o nos muere.

yo no entiendo los números de los cuartos

implacables y exactos,

si ellas pasan, entran y salen,

vestidas de negro

y nada las detiene…

La cuarta esquina

reconozco el viento

detrás de la esquina

cuando los semáforos se apagan,

recorren la calle de los vientres

y me traen la cereza

que baila en tu garganta,

reconozco el viento

que se perfuma de tu cuerpo

y se desbanda…

La penumbra

un día así

con lluvia y sin lluvia

con la tarde y la noche

la piel húmeda en la puerta

y el silencio de tu cuerpo.

Los ojos tocan la calle

y buscan a los gallos que no duermen.

Las manos se repiten por mi almohada.

Por los ojos cerrados penetra la lluvia

en un día así

con lluvia y sin lluvia.

La solapa

me vieron preocupado por la muerte,

estas son pues, épocas de funerales,

edades que ruedan por los muros de la noche a la calle,

días que se tapan de rezos y escapan,

alguien que quiere ver

el ruedo de tus piernas

y besar el abanico de tu espalda.

me vieron preocupado por el aliento de tu boca

por tus pechos desgastados,

épocas de amor y soledad

y de amigos que se llevan en la solapa.

Los labios

en una tarde lenta

se amontonaron los labios en la ventana

crujieron los vidrios

en los ojos

y las hojas caídas abandonaron la vereda.

Fue noche y vida

fue viento y muerte

llegaste en esa tarde

como todos los días

con tu permanencia de besos, y no seguís…

El vuelo

no me quedé

con las alas por querer

será porque pasaste

a los gritos y por lo bajo

la última vez

hace una madrugada

y algo

los labios pintados

siempre la cara flaca

y los ojos llenos de ciruelas

y las manos frías

y las manos deshabitadas

será porque te quise

que me quedé con tus alas.

Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/a5r9
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