Un taxista de 48 años fue baleado en la tarde del martes de la semana anterior en la zona de Punta de Rieles (Montevideo), razón por la que el Sindicato Único de Automóviles con Taxímetro y Telefonistas (Suatt) activó en forma inmediata un paro que se extendió hasta las 16 horas del jueves de la semana anterior. A la medida los trabajadores agregaron una movilización en la IMM, Presidencia y Tres Cruces.
El taxista recibió un disparo en la cabeza mientras circulaba. Al perder el control del vehículo, algunos desconocidos abrieron el coche y le volvieron a disparar. Tuvo una herida en la cabeza con pérdida de masa encefálica. Supuestamente dispararon para obligarlo a parar y ahí fue que lo hirieron.
El trabajador recibió los primeros auxilios en la policlínica Manilas de Camino Maldonado y Libia, y posteriormente fue trasladado al Círculo Católico.
El pasado 28 de febrero otro taxista fue baleado en el barrio La Paloma. El trabajador, Juan Bonilla, estuvo internado en estado «muy grave» ya que una sola bala le perforó el pulmón, el intestino y obligó a que le extirparan un riñón, según detalló el mismo día a Montevideo Portal su medio hermano, Carlos Quiroga.
Finalmente el pasado lunes se produjo el deceso también de este taximetrista, que luchó durante 25 días por su vida, pero finalmente sucumbió.
La segunda muerte en una semana, dos trabajadores asesinados en forma muy similar, en ambos casos por menores de edad.
Es la realidad de nuestros días y más allá de toda la polémica generada por el intento de bajar la edad para hacer imputables a los menores de edad que hoy son derivados al sistema de reeducación, como el SIRPA, es evidente que las políticas que se están poniendo en práctica en este sentido no arrojan los resultados esperados.
Existe un auge innegable de la violencia y sobre todo del uso de armas de fuego por parte de menores de edad. Pero también existe un menosprecio de la vida de los demás, al punto que hoy es moneda corriente en ambientes delictivos que haya menores que buscan “fama y poder” como pesados y para ello están convencidos que deben cometer algún crimen.
Es lamentable, pero así están las cosas. Si no nos comprometemos todos en cierta forma a parar esta situación, seguramente en algunos años, otra que México o San Pablo, la inseguridad de nuestro país habrá barrido del mapa tanto esfuerzo y tanto sacrificio por construir un país tranquilo y seguro donde se pueda vivir en paz.
Alberto Rodríguez Díaz
Otro trabajador vilmente asesinado
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/w3k6
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/w3k6