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sábado, 3 de mayo de 2025
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RALPH, el demoledor

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Diario EL PUEBLO digital
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Rich Moore, uno de los «padres» de «Los Simpson», mano derecha de Matt Groening y director de los más famosos episodios de la revolucionaria serie de TV, debuta en el largometraje con ‘Ralph, el demoledor’, una aventura en 3D para niños donde el malo de un videojuego se plantea por qué no puede ser héroe. Algo que ya fue planteado desde otra perspectiva en la también cinta animada «Megamente».
«‘Los Simpson’ y ‘Ralph, el demoledor’ se parecen mucho más de lo que crees», apunta el director, porque «ambas muestran una cara divertida y crítica social, tratan temas muy contemporáneos y son muy coloridas».
Rich Moore explica que fueron sus amigos John Lasseter y Andrew Stanton (altos ejecutivos de Disney/Pixar) quienes, tras la fusión de ambas compañías en 2006 le invitaron a trabajar una idea que empezó a hacerse realidad en 2008. Y la idea era dar vida al mundo de los videojuegos, los más primitivos, algo que, dice, «le encantó», porque pasó su infancia entre «arcades» (máquinas recreativas de salón) y se declara «enamorado» de los pequeños monos de 8 bites, así que le sedujo pensar «cómo sería la vida de los personajes».
Aunque ‘Ralph, el demoledor’ no existió nunca, la cinta está llena de guiños a los auténticos videojuegos y es un homenaje a todos los que amaron las máquinas recreativas.
Ralph, villano del videojuego, lleva 30 años haciendo lo mismo y está cansado de ser el malo por lo que decide convertirse en héroe, aunque eso suponga invadir otros videojuegos.
Antes, Ralph pasa por un divertido grupo de autoayuda de viejos «malos» de otros videojuegos. Así, Ralph, que recuerda por su gran tamaño y sus manazas al clásico Donky Kong, huye y se mete en otro juego, el «Hero’s Duty» donde conoce a la sargento Calhouny (parecidísima a Lara Croft) para acabar en «Sugar Rush», un país de caramelo donde se corren carreras de coches fabricados con chucherías, en el que vive Vanellope von Schweetz.
La película, resume Moore, cuenta «la crisis existencial a la que enfrentan los personajes que están programados para hacer algo cuando se plantean qué pasa si no le gusta su trabajo».
Para Spencer, el productor, «vivimos tiempos muy difíciles y es importante contar historias positivas. Cada diez años surge una nueva generación que transformará el mundo», mientras Moore puntualiza que «por eso es tan importante que los niños vean finales positivos después de que los personajes pasen por dificultades, porque así ven que incluso en los peores momentos hay esperanza».
ARGO
Luego de los premios Oscar de la Academia retorna a las salas del mundo, y obviamente de Salto, “Argo” (2012), la gran ganadora de los Oscars de esta 85ª Edición, dirigida por Ben Affleck, quien recordemos, hasta hace poco era poco menos que el hazmerreir de Hollywood durante los primeros años de la pasada década, pareciendo además que su carrera iba camino a la autodestrucción.
Sin embargo, decidió dar el salto a la dirección con «Gone baby gone» (2007), los cuales refrendó tres años después con «The Town» (Ciudad de Ladrones), pero ha sido con ‘Argo’ cuando ha conseguido el mayor apoyo crítico de su aún incipiente carrera como realizador. Una de las claves para entender el éxito de «Argo» en todos los frentes es que Affleck no cae en el error de optar por el típico academicismo para abordar una historia con suficiente interés en sí misma.
No pocos hubieran apostado por una aproximación puramente dramática a una historia real que trae inmediatamente a la memoria la reivindicable «Wag the dog» (1997) de Barry Levinson, donde el humor era la tónica dominante hasta que se producía un giro dramático final que no terminaba de encajar del todo bien con el tono del resto de película. Eso no sucede en «Argo», donde Affleck sabe cómo usar el guión de Chris Terrio (también ganador del Oscar) para, manteniendo siempre en perspectiva el dramatismo del hecho real del que parte, jugar con los géneros que mejor se amolden a cada situación para que la película funcione al mismo tiempo como propuesta de corte artístico y singular entretenimiento para todo tipo de público.
En definitiva, ‘Argo’ no se limita a una exposición académica de una singular historia real, sino que aborda con descaro todas sus posibilidades, desde el drama más evidente hasta el thriller, sin por ello obviar las posibilidades cómicas del disparatado plan para salvar a los refugiados americanos.

Rich Moore, uno de los «padres» de «Los Simpson», mano derecha de Matt Groening y director de los más famosos episodios de la revolucionaria serie de TV, debuta en el largometraje con ‘Ralph, el demoledor’, una aventura en 3D para niños donde el malo de un videojuego se plantea por qué no puede ser héroe. Algo que ya fue planteado desde otra perspectiva en la también cinta animada «Megamente».

«‘Los Simpson’ y ‘Ralph, el demoledor’ se parecen mucho más de lo que crees», apunta el director, porque «ambascatsmuestran una cara divertida y crítica social, tratan temas muy contemporáneos y son muy coloridas».

Rich Moore explica que fueron sus amigos John Lasseter y Andrew Stanton (altos ejecutivos de Disney/Pixar) quienes, tras la fusión de ambas compañías en 2006 le invitaron a trabajar una idea que empezó a hacerse realidad en 2008. Y la idea era dar vida al mundo de los videojuegos, los más primitivos, algo que, dice, «le encantó», porque pasó su infancia entre «arcades» (máquinas recreativas de salón) y se declara «enamorado» de los pequeños monos de 8 bites, así que le sedujo pensar «cómo sería la vida de los personajes».

Aunque ‘Ralph, el demoledor’ no existió nunca, la cinta está llena de guiños a los auténticos videojuegos y es un homenaje a todos los que amaron las máquinas recreativas.

Ralph, villano del videojuego, lleva 30 años haciendo lo mismo y está cansado de ser el malo por lo que decide convertirse en héroe, aunque eso suponga invadir otros videojuegos.

Antes, Ralph pasa por un divertido grupo de autoayuda de viejos «malos» de otros videojuegos. Así, Ralph, que recuerda por su gran tamaño y sus manazas al clásico Donky Kong, huye y se mete en otro juego, el «Hero’s Duty» donde conoce a la sargento Calhouny (parecidísima a Lara Croft) para acabar en «Sugar Rush», un país de caramelo donde se corren carreras de coches fabricados con chucherías, en el que vive Vanellope von Schweetz.

La película, resume Moore, cuenta «la crisis existencial a la que enfrentan los personajes que están programados para hacer algo cuando se plantean qué pasa si no le gusta su trabajo».

Para Spencer, el productor, «vivimos tiempos muy difíciles y es importante contar historias positivas. Cada diez años surge una nueva generación que transformará el mundo», mientras Moore puntualiza que «por eso es tan importante que los niños vean finales positivos después de que los personajes pasen por dificultades, porque así ven que incluso en los peores momentos hay esperanza».

ARGO

Luego de los premios Oscar de la Academia retorna a las salas del mundo, y obviamente de Salto, “Argo” (2012), la gran ganadora de los Oscars de esta 85ª Edición, dirigida por Ben Affleck, quien recordemos, hasta hace poco era poco menos que el hazmerreir de Hollywood durante los primeros años de la pasada década, pareciendo además que su carrera iba camino a la autodestrucción.

Sin embargo, decidió dar el salto a la dirección con «Gone baby gone» (2007), los cuales refrendó tres años después con «The Town» (Ciudad de Ladrones), pero ha sido con ‘Argo’ cuando ha conseguido el mayor apoyo crítico de su aún incipiente carrera como realizador. Una de las claves para entender el éxito de «Argo» en todos los frentes es que Affleck no cae en el error de optar por el típico academicismo para abordar una historia con suficiente interés en sí misma.

No pocos hubieran apostado por una aproximación puramente dramática a una historia real que trae inmediatamente a la memoria la reivindicable «Wag the dog» (1997) de Barry Levinson, donde el humor era la tónica dominante hasta que se producía un giro dramático final que no terminaba de encajar del todo bien con el tono del resto de película. Eso no sucede en «Argo», donde Affleck sabe cómo usar el guión de Chris Terrio (también ganador del Oscar) para, manteniendo siempre en perspectiva el dramatismo del hecho real del que parte, jugar con los géneros que mejor se amolden a cada situación para que la película funcione al mismo tiempo como propuesta de corte artístico y singular entretenimiento para todo tipo de público.

En definitiva, ‘Argo’ no se limita a una exposición académica de una singular historia real, sino que aborda con descaro todas sus posibilidades, desde el drama más evidente hasta el thriller, sin por ello obviar las posibilidades cómicas del disparatado plan para salvar a los refugiados americanos.

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