El manejo de los medios de comunicación en el país es seguramente uno de los debes más importantes que se plantean hoy.
Aunque nos comprenden las generales de la ley, entendemos que cobijados en la libertad de prensa y de opinión, estamos a expensas de absolutamente todo lo que se pueda mostrar o publicar.
En materia de imagen audiovisual manda el mercado. Es así que el color, el aspecto y la imagen en general de lo que se muestra y de quien lo muestra es esencial.
Si alguien se detiene a mirar y buscar los programas televisivos que nos llegan, se habrá de encontrar con un amplio número de programas de cocina. Si alguien quiere conocer al menos aspectos generales del arte culinario, tiene una amplia gama de posibilidades.
Algo similar sucede en materia de publicaciones de esparcimiento o entretenimientos.
Vale decir que sin desmerecer lo que se hace vemos un innegable dominio del mercado. Se miran los costos de producción, se trata de salvar el ¨rating¨y por lo tanto no importa la calidad, sino que pueda captarse lo mejor posible el interés de los televidentes, aunque esto signifique caer lo menos posible, pero caer al fin.
Ni que hablar de las redes sociales donde ¨todo vale¨, porque basta tener un conocimiento básico de la red Internet para publicar lo primero que me viene en gana opinar en relación a cualquier tema.
O si no basta saber lo que ha pasado con la salud del ex presidente Tabaré Vázquez.
Cualquier medio y cualquier periodista puede equivocarse y fallar al informarse, pero jamás debería de cometer irresponsabilidad o negligencia, porque detrás de cada noticia o opinión siempre hay personas.
Pero la esencia de todo esto es el déficit que hay en materia de formación de opinión en cada caso. Se le da prácticamente el mismo valor y la misma credibilidad a un ¨bolazo¨ que no tiene fuente, que no se sabe de donde proviene o quien está detrás o bien se lo conoce y ello mismo pone en cuestión su credibilidad, porque no todos los comunicadores gozan del mismo prestigio en este sentido.
El Estado tiene en esto un rol muy importante. Sin limitar la libertad de opinión y la libertad de prensa debería – a nuestro entender – de aportar algunos lineamientos, sin censurar y sin limitar, pero orientando al lector, oyente o televidente para que aprenda a discernir adecuadamente.
A.R.D.
No todo es lo mismo
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