Ayer fue el Día del Niño. Es decir, de todos los niños. Porque «Niños», al expresarse así y en este contexto, es un sustantivo común, de género masculino y genérico, por lo que ayer fue también el día de todas las niñas, por supuesto. No es necesario, y menos prudente, caer en el absurdo de una publicidad que escuchamos estos días por allí, en la que se promocionaban compras por «el día de los niños y de las niñas». ¿Qué necesidad, no solo de alentar una deformación grosera de la lengua (que además no consideramos que contribuya a revalorizar el rol social de las mujeres) sino además de imponer un discurso pesado, denso, tedioso?

Dicho esto, ahora sí vamos entrando poco a poco en el tema que nos ocupa hoy. Pensamos en los niños y pensamos en la inocencia. De alguna manera somos todos un poco inocentes. Y es frecuente que caigamos una y otra vez en inocentadas. El DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) menciona tres acepciones de la palabra Inocentada: 1- Broma o chasco que se da a alguien en el día de los Santos Inocentes. 2- Acción o palabra candorosa o simple. 3- Engaño ridículo en que alguien cae por descuido o por falta de malicia.
Pues bien, ¿usted no cree que frecuentemente los adultos somos objeto de engaños y caemos en ellos absolutamente descuidados? Por ejemplo, ¿no nos sucede que muchas veces hemos creído en los discursos de políticos que luego, con sus acciones, terminan demostrando que en los hechos fuimos engañados inocentemente? ¿No votamos muchas veces (a lo largo de la historia, no nos referimos puntualmente a unas elecciones en concreto) pensando en un cambio total para el departamento o el país, y luego la realidad termina siendo igual o peor a lo de antes?
En fin…Sucede que estamos un tanto molestos, un poco enojados con los políticos de este país en general, con la clase política en general. Y también con la gente que se pasa todo el día criticando lo que hace este, pero si lo hiciera aquel no diría nada, todo el tiempo criticando lo que hace fulano pero lo que hizo mengano, que fue lo mismo, parece que hubiera estado bien.
Sabemos que podemos ser reiterativos con algunas ideas respecto a lunes anteriores; pero cada día surgen nuevas perlas para este larguísimo collar.
Hace unos días, la Vicepresidente de la República, Beatriz Argimón, ordenó que se compraran dos cuadros (uno con la figura de la Dra. Adela Reta y otro de la poetisa Juana de Ibarbourou) por un costo de U$S 18.000 (dieciocho mil dólares americanos). Entonces ahí surgió toda la cháchara de que cómo va a hacer eso habiendo gente que pasa hambre, habiendo tanta gente que se alimenta en ollas populares, etc. etc. Realmente no sabemos si esa suma de dinero podía haberse destinado a otra cosa, porque es sabido que a veces son dineros que vienen por ejemplo para tal cosa, puntualmente, y no se pueden transferir a otro fin. Pero supongamos que sí, que se hubiera podido usar ese dinero para otra cosa. Entonces, ¿qué quiere que le diga? Que es chocante, muy chocante, estamos de acuerdo que molesta, y más cuando viene (¿como una señal?) de un gobierno que pide austeridad, que pide hacer el máximo esfuerzo para ajustarnos el cinturón, o que aumenta a los jubilados la mísera suma de $ 250 (sí, doscientos cincuenta pesos uruguayos).
Pero al mismo tiempo nos hacemos dos preguntas: ¿El hecho de que haya gente que está pasando mal, es motivo para que el Estado ya no pueda comprar nada, que no pueda invertir absolutamente en nada más que no sean ollas populares? Y la otra pregunta: eso de gastar en cosas que parecen innecesarias, ¿no lo han hecho toda la vida todos los gobiernos? ¡Ojo!, lo que está mal, está mal y no es excusa que otros lo hayan hecho, pero no podemos quedarnos estancados criticando cada cosa puntual. Creemos firmemente que lo que tenemos que criticar es que pasan los gobiernos, de todos los colores, y siguen los despilfarros, así como siguen también los acomodos políticos en cargos de altísimos sueldos, mientras nosotros, usted y yo, estimado lector, los que laburamos todo el día y todos los días, llegamos con lo justo a fin de mes por el alto costo de la vida.
Hablamos de los cuadros que ordenó comprar Beatriz Argimón, ¿y los gastos en aquellos sillones para ANCAP hace pocos años? ¿Se acuerda?… los que costaron una millonada (algo así como 92 mil pesos cada uno, y fueron doce sillones) ¿Y los aviones (del gobierno anterior y de este)? Por no hablar otra vez de Gas Sayago, del Antel Arena, de Pluna, de fiestas en Ancap… ¿Habría tanta gente pasando mal si se hubiera destinado algo (solo un poco nomás) de todas esas pérdidas a ollas populares, a merenderos, a comedores escolares, a clubes de niños, a grupos de artistas, etc. etc.? ¿O en ese momento no había gente pasando mal aunque no hubiese pandemia? Bueno…hablando de cuadros…muchos de los que hoy critican los dos que se compraron ahora, ¿no son algunos de los mismos que defendieron que en el gobierno anterior el Estado comprara el Museo Gurvich por U$S 2.800.000 (dos millones ochocientos mil dólares americanos)?
Pensemos ahora en Salto, ¿qué decir de los gastos cuando hay que hacer una misma avenida dos o tres veces porque se rompe apenas inaugurada? Ha pasado en administraciones de diferentes colores políticos, ¿verdad? ¿Qué decir de un intendente que dijo que necesitaba cinco años para ordenar las finanzas y cinco más para hacer que Salto brille, y sin embargo ahora, empezando ese segundo quinquenio destina apenas el 7% del presupuesto a obras para el departamento?
¿No se siente usted a veces un poco inocente, un poco víctima de una inocentada? ¿No somos un poco niños en ese sentido? No, seguramente los niños son mucho más vivos, es verdad.
¿Y si hablamos de acomodos en cargos políticos? Sobran ejemplos, es impresionante, antes y ahora. Fíjese en la Intendencia de Salto nomás, o en Salto Grande, por mencionar dos ejemplos que tienen a su frente a un frenteamplista y a un blanco. Fíjese en el Ministerio de Turismo si quiere un ejemplo donde a la cabeza está un colorado. Recuerde que la Ministra de Vivienda preguntaba hace un tiempo en un audio que se filtró para cuándo el ingreso de tal o cual militante de su partido (eso por si quiere también un ejemplo donde hay al frente alguien de Cabildo Abierto). Y así todo…así todo. Ah… Coutinho ahora tiene al hijo en el Ministerio de Turismo. Sí, lo hemos criticado; no nos parece ético, pero ¿y cuando el intendente Fonticiella designó a su propio hijo para estar al frente de una Dirección de la Intendencia? ¿Quiere ir a otro nivel? ¿Tabaré Vázquez no lo tenía al hermano de prosecretario y después en otros altos cargos en los que también le pagábamos el sueldo usted y yo?
Entonces, para terminar… Por favor, a la clase política le decimos: hagan algo que nos demuestre que ustedes no están en la política para llegar a determinado cargo y después defecar sobre la cabeza del pueblo que confió en ustedes. En Salto estamos esperando por el famoso transporte de barcazas, esperamos por la verdadera reactivación del aeropuerto, queremos saber qué pasa con los arándanos que daban trabajo a mucha gente y ya no…y un largo etcétera. Y a la gente común y corriente, le decimos: reaccionemos, exijamos, pero sin dividirnos por colores, porque ejemplos de gente que se está llenando los bolsillos a costilla del pueblo hubo y hay, y de todos los colores. No sigamos cayendo en inocentadas.
Contratapa por Jorge Pignataro