Cuando pensamos en El Salvador, de Nayib Bukele, no podemos evitar el recuerdo de San Arnulfo Romero, joven arzobispo, asesinado mientras oficiaba una misa. El obispo del pueblo, no pensó dos veces cuando fue necesario defender la verdad y los Derechos Humanos y entregó su vida por el pueblo.
Hoy El Salvador, se debate escandalosamente en manos de las “pandillas” que asolan a la población del país. San Arnulfo Romero, luchó y planteó el tema de los pandillas, una realidad que lamentablemente no fue atacada a tiempo y como es debido, sino que sólo se pensó en reprimirla, medida en que piensan muchos gobiernos y se ha demostrado que inexorablemente conduce al fracaso.
Oscar Arnulfo Romero, un Santo que no vaciló al momento de luchar por la verdad y la justicia, condenando tanto a la ultraderecha de los escuadrones de la muerte, como a los métodos de la guerrilla y esa lucha le costó la vida. Pero no ha sido en vano, su lucha contra los escuadrones de la muerte y su petición a los militares que cesaran con la represión no puede ser desconocida y muchos menos olvidada.
Cercano ya el medio siglo del vil asesinato en ocasión en que oficiaba una misa el mártir de los pobres fue asesinado por un francotirador, de los que asolaban por entonces El Salvador, de un disparo en el corazón.
Vale la pena recordar que los funerales de Mons. Romero fueron violentamente reprimidos, con un costo de más de 40 muertos y 200 heridos. En tanto el asesinato sigue impune porque el Francotirador que se desplazaba en un coche rojo, y del que hoy se sabe su identificación, aunque no se considera más que un sicario, porque el verdadero asesino quien ideó, fue quien armó y llevó a la práctica los nefastos escuadrones de la muerte.
El Salvador enfrento una guerra civil que duró 12 años con casi 90.000 muertos y esto también hay que saberlo, antes de opinar.
Cuando nos acercamos al medio siglo de este asesinato, queremos decir que muchos de los que integraron y armaron aquellos escuadrones de la muerte, siguen vivos y gozando de privilegios cuyo origen sigue machado de sangre inocente. Otros ha muerto ya y se llevaron a la tumba sus secretos.
El Papa Pablo VÏ fue quien le nombro arzobispo de El Salvador y luego de su muerte le canonizó y elevó al rango de santo