Las dimisiones de representantes electos por un partido a un cargo legislativo o similar se han registrado prácticamente en todas las épocas, pero por motivos muy diferentes.
Incluso en alguna ocasión en forma coercitiva.
Ahora bien, la polémica ha sido siempre la misma: ¿corresponde en estos casos la devolución de la banca al partido por el cual fue elegido o no?
Ha habido casos de las dos actitudes.
Lo que corresponde es – a nuestro criterio – determinar en forma fehaciente si la elección ha sido como integrante de una colectividad política o a las condiciones y la acción personal del elegido. Este no es un tema fácil, porque generalmente hay una mezcla de factores que determinan la elección.
Nada ni nadie mejor para determinarlo que el propio pueblo y de allí que en las elecciones siguientes saltará la verdad de la cuestión.
Lo que debemos tener muy claro es que con estas actitudes lo que estamos haciendo es ensuciar el concepto de la cuestión política.
Tratándose de legisladores nacionales nos queda toda la impresión de que lo que se está defendiendo es el sueldo del legislador (cerca de 10 mil dólares por mes) y no tanto la representatividad que supone.
En esta actitud, de renunciar a un partido, pero mantener la banca, han caído representantes de todos los partidos políticos (salvo, tenemos entendido del Partido Independiente y del novel Partido de la Gente (Novick).
No dudamos que las diferencias enriquecen a un partido, pero siempre y cuando se den en el seno de este y no fuera del mismo. Cuando alguien entiende que los postulados ideológicos de su propio partido ya no le representan, está bien que abandone el mismo, pero a nuestro criterio, lo correcto es la renuncia a todos los cargos y los puestos que puede desempeñar.
Hay una frase a la que se le atribuye valor bíblico: Serás frío o caliente, si fueres tibio te escupiré en la cara…
Nada más gráfico, una persona que recibe un escupitajo en la cara tiene únicamente dos opciones: o permanece impávido, lo cual indica su frialdad o reacciona violentamente, reacción que indica que se trata de una persona caliente.
Esto mismo – a nuestro criterio – se debe aplicar en política.
Si agotadas las posibilidades de congeniar o armonizar la ideología, entendemos que debemos irnos, que sea en forma total, no quedándonos con lo que nos sirve, porque esto es siempre un desprestigio.
Alberto Rodríguez Díaz
No nos gustan las medias tintas
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/y4y8
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/y4y8