Uno de los elementos imprescindibles y urgentes a resolver en el país, cuando proliferan los casos denominados “ajustes de cuentas”, es decir, de gente que no tiene reparos en asesinar, es proceder rápidamente a tomar medidas con aquellas personas que ostentan armas de fuego en la vía pública.
Este es un elemento que ha contribuido a agravar notoriamente el nivel de delincuencia y como tal debe ser encarado,
Que sepamos, no hay muchos procesamientos por el delito específico de quien porta armas sin estar autorizado o al menos no hemos tenido conocimiento de penas drásticas en este sentido. Es más, si alguien argumenta que “encontró” el arma abandonada o nunca la usó, o la llevaba para entregarla, no sabe como usarla, puede salir impune o al menos con algo muy parecido, como es un procesamiento sin prisión.
Seamos claros, cada vez hay más casos de motochorros que asaltan con armas de fuego, de otros que no tienen empacho en matar a quien se les antoje.
Uno de los últimos casos de esto, fue el intento de robo contra un conocido golfista compatriota que al hacer caso omiso de dos motochorros que pretendían que se detuviera, seguramente para robarle lo que llevara o robar su vehículo, recibió un balazo en la espalda y dos en una pierna. Ni que hablar de la muerte de una adolescente cuyo destino la puso en el camino de los maleantes y hasta de un bebito como se ha registrado.
¿Qué es lo que está pasando para que no se tomen medidas drásticas cuando se encuentran armas?
En Bella Unión se ha encontrado una “madriguera de armas, autos, celulares, dinero argentino y brasileño entre otras cosas. La captura hace pensar en una investigación seria y coordinada, pero nos gustaría saber quiénes son. ¿De qué nacionalidad? ¿Dónde vivían o se desempeñaban habitualmente?
La lucha contra el delito requiere de medidas rápidas, urgentes, diríamos, porque el delito siempre va adelante, no tiene escrúpulos y la burocracia que todo lo enlentece, todo lo complica, juega a su favor.
Es tiempo de dejar los preámbulos de lado, de acentuar los controles y de que quien sea hallado con un arma de fuego, por sólo portarla sin autorización tenga una pena importante y no un simple “apercibimiento”.
Si no encaramos la cuestión con la gravedad que corresponde, siempre iremos de atrás del delito, seremos víctimas lamentando las consecuencias, quizás “protestando” y reclamando otra cosa, pero sin reclamar con la fuerza debida en los ámbitos que corresponde. Sabemos que no habrá de erradicar el mal de raíz, pero al menos le pondrá una barrera más.
Este mensaje va dirigido especialmente a quienes tienen la potestad de hacer las leyes, llámese Poder Legislativo o Poder Ejecutivo, porque en realidad son los que tienen la mayor posibilidad de cambiar las cosas.
Alberto Rodríguez Díaz