El 20 de mayo, para Peñarol de Uruguay, es un día esencial en su historia. Marcado a fuego. Y sobre todo, porque un día como ese pero de 1966, los aurinegros escribieron una página superlativa: la imposición ante River Plate de Argentina, por 4 a 2, jugando la final de la Copa Libertadores de América en el estadio Nacional de Santiago de Chile.
Del 0-2 al 4-2, la fulgurante expresión de los «manyas» y con un salteño también a la hora del gol: no otro que PEDRO VIRGILIO ROCHA.
Aquel triunfo épico de Peñarol, que al relator Carlos Solé le llevó a tornar afónica su garganta cuando sentenció que «había ganado a lo macho»,pareció asociado a una actitud del golero argentino, Amadeo Carrizo, cuando paró de pecho una pelota en centro volcada por Pablo Forlán, a la captura de Alberto Spencer, el ecuatoriano de tantos años, certero y vital.
DESDE EL «DARO»
En esa década del 90, por lo menos tres veces de Pedro Rocha en EL PUEBLO. Cuando llegaba a Salto desde Brasil, los diálogos no faltaban en esta casa periodística. Los reportajes de entonces, incluyen el capítulo Peñarol-River y el «Daro» le bajó revoluciones a esa anécdota: »No le ganamos a River por una parada de pecho de Amadeo Carrizo. Como en los minutos siguientes, se acrecentó el dominio nuestro y ellos no sabían a esa altura como hacer para evitar el aluvión, no fueron pocos entre aficionados y periodistas que recalaron en la actitud de Amadeo. Por lo menos a mí y puedo hablar de una mayoría de compañeros, no nos calentó aquello que sucedió, asemejándose a una sobrada. Lo que ocurre es que en aquellos años, los arqueros dos por tres la hacían y se entendía que podía ser parte de un recurso. Peñarol lo dio vuelta, porque reaccionamos a tiempo y terminamos jugando un partidazo. No tengo dudas en lo personal: fue el partido más inolvidable de todos».
«No le ganamos a River por una parada de pecho»
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