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miércoles, 16 de julio de 2025
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Naufragio en el Mediterráneo

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Diario EL PUEBLO digital
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Emulando lo que fue la tragedia del Titanic casi cien años atrás, se produjo en la noche del viernes último el naufragio del Crucero Costa Concordia, el más grande de bandera italiana. Tres muertos y 40 desaparecidos fue el saldo primario. El capitán está detenido y acusado de irresponsabilidad y haber abandonado el barco rápidamente.

Pánico y desesperación entre pasajeros y tripulantes

El mayor crucero de Italia chocó en la noche con una roca no señalizada, según el capitán

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El Crucero Costa Concordia, encallado frente a la costa de la isla de lGiglio, en el archipiélago de Toscana, es el más grande de bandera italiana.
Según las primeras manifestaciones del capitán del buque, la nave chocó con una roca que no figuraba en las cartas náuticas.
La nave resultó averiada y costaló, causando pánico en la población que trató de llegar a la costa en horas de la noche. Varias embarcaciones de pescadores locales concurrieron a ayudar a los náufragos,
Aún así, ayer había todavía 70 personas desaparecidas y al menos tres muertos, un tripulante peruano y dos turistas franceses.
Las imágenes de la nave encallada y el rescate de las víctimas dan idea de la magnitud de la tragedia.

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El rescate de los pasajeros entre la noche y las primeras horas de la mañana.

El ‘Costa Concordia’ había zarpado de Civitavecchia para un periplo por el Mediterráneo

Tres muertos y 40 desaparecidos es el saldo primario que dejó encalladura del crucero

Era la primera cena a bordo. A las 21.30 del viernes, los 3.200 pasajeros y 1.000 tripulantes del Costa Concordia, un buque que había zarpado dos horas antes del puerto de Civitavecchia -a 80 kilómetros al noroeste de Roma- para realizar un crucero por el Mediterráneo, sintieron un fuerte impacto, un apagón momentáneo y el estruendo de los platos al caer.
La voz del capitán -según el testimonio de Luciano Castro, uno de los supervivientes- intentó tranquilizarlos a través de los altavoces: “Solo se trata de un problema eléctrico”. Pero enseguida llegó una nueva orden: “Por precaución, diríjanse a los botes salvavidas.
A partir de ese momento, según Mara Parmegiani, otra de las pasajeras, “se vivieron escenas propias del Titanic”. Afortunadamente, en esta ocasión el naufragio se produjo justo enfrente de la isla de Giglio, en el archipiélago de Toscana, y un buen número de pequeñas embarcaciones se acercaron enseguida para ayudar.
Aun así, hay tres pasajeros muertos confirmados -dos turistas franceses y un marinero peruano, según las autoridades- mientras que la Capitanía italiana ha confirmado que hay al menos 40 desaparecidos (a primera hora de la tarde aseguraba que eran 70). Equipos de submarinistas buscan dentro del barco escorado, respaldados por helicópteros que hacen un rastreo por la costa. Según el cuerpo de bomberos de la isla, entre 100 y 150 personas fueron rescatadas del mar por los equipos de socorro, y de ellas una ya cadáver.
Mientras la confusión reina en Porto Santo Stefano, las autoridades han dicho que hay 14 heridos, de los cuales dos están en estado crítico.
Según datos de la naviera, a bordo viajaban 177 españoles, siete de ellos tripulantes. El embajador de España en Italia, Alfonso Lucini, ha confirmado a Efe que «ningún español se encuentra ingresado en ningún hospital», aunque ha matizado que «no se ha podido constatar aún si hay desaparecidos entre los españoles».
A las dos de la madrugada, y mientras el barco seguía escorándose sobre el flanco de estribor, todavía quedaban entre 200 y 300 pasajeros esperando ser rescatados. Entre ellos, un buen número de niños. Según los testimonios recogidos por varios medios italianos, algo falló durante la evacuación pese a que el barco estaba encallado a un tiro de piedra de la isla de Giglio. Los supervivientes han contado que se desataron escenas de pánico.
El armador -la compañía de cruceros Costa Crociere – emitió una primera justificación: “La posición de la nave está convirtiendo en extremadamente dificultosas las últimas operaciones de desembarco”. Mientras, en la isla, la población -unos 1.500 habitantes- se afanaba por socorrer a unos náufragos que casi los triplicaban en número. Francesco Schettino, comandante del crucero, da su versión del naufragio: el Concordia golpeó un escollo que no estaba en los mapas náuticos. Empezó entonces a embarcar agua y por eso Schettino – que estaba en el timón, según contó a la Capitanería – decidió virar hacia la isla. Esta noche se ha conocido que Schettino, de 50 años y 30 años de experiencia marítima, ha sido detenido.
La iglesia, el asilo de la parroquia, casas particulares y hasta el hotel Bahamas, que estaba cerrado por tratarse de temporada baja, puso sus habitaciones a disposición de los supervivientes. No solo muertos de miedo, sino también de frío: “Cuando el incidente, estábamos en la cena, y no teníamos mucha ropa encima. Y por supuesto no nos dio tiempo de abrigarnos…”, explica Parmegiani.

El Costa Concordia se dirigía al puerto de Savona (norte de Italia), y desde allí tenía previsto hacer escala en Palermo (Sicilia), Cagliari (Cerdeña), Palma de Mallorca, Barcelona y Marsella antes de volver a Civitavecchia.

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Los evacuados ya en tierra firme esperan ser trasladados.

Un uruguayo viajaba en el «Titanic italiano» que encalló ayer en aguas del mar Mediterráneo

El naufragio del crucero Costa Concordia, el «Titanic italiano» encallado frente a la Isla del Giglio, en las aguas heladas del Mediterráneo, provocó al menos tres muertos -un peruano y dos franceses- y 70 desaparecidos que eran buscados «puerta por puerta» en cada rincón del islote.
El relato de los pasajeros sobrevivientes, más de un centenar de ellos latinoamericanos, rememora las escenas de la película Titanic, de James Cameron. «La gente comenzó a gritar mientras los niños lloraban de miedo en medio de la oscuridad», dijo un hombre que logró nadar a tierra firme.
Otros viajeros denunciaron que las tareas de socorro fueron muy lentas y precisaron que antes de abandonar el barco, la nave de pasajeros más grande de Italia perteneciente a la compañía de «Costa Cruceros», pasaron al menos dos horas.
El naufragio ocurrió el viernes a la noche en las aguas heladas del Mediterráneo cuando el crucero, con 4.234 personas a bordo, 52 de ellas niños, colisionó contra un escollo frente a la isla, en la región de Toscana.
Una de las víctimas, de nacionalidad peruana, era miembro de la tripulación, mientras los otros dos fallecidos eran turistas franceses.
Según los relatos de sobrevivientes, numerosos pasajeros -3.216 viajaban en total en la nave, el resto eran miembros de la tripulación, en gran parte asiáticos- se lanzaron al mar para tratar de salvarse y otros quedaron literalmente colgados de las barandillas.
En el crucero, además de casi un millar de italianos, viajaban 107 latinoamericanos: 46 de ellos brasileños, 17 argentinos, 10 colombianos, 10 chilenos, 8 peruanos, 5 venezolanos, 4 dominicanos, 2 cubanos, 2 ecuatorianos, 2 mexicanos y 1 uruguayo.
«Mientras navegábamos a marcha turística impactamos con una punta de roca que no estaba señalada. Según la carta náutica, debía haber agua suficiente por debajo de nosotros», dijo el comandante del buque, Francesco Schettino
La nave había zarpado del puerto de Civitavecchia, cerca de Roma, para realizar un crucero por el Mediterráneo.
Poco después de que el crucero encallara, el capitán ordenó a la tripulación que procediera con la evacuación. La tripulación repartió chalecos salvavidas y recurrió a los botes para llegar hasta la costa de la isla del Giglio, dijeron fuentes cercanas a la empresa. Pero el pánico se adueñó de los pasajeros, y muchos de ellos criticaron la imprevisión de los tripulantes.
«No fuimos ayudados adecuadamente por la tripulación para abandonar la nave. Vi mucha gente que se tuvo que arreglar por sí misma», contó Stefano, un pasajero argentino.
Vivian Parra, una pasajera chilena, dio también una visión diferente a la de la empresa: «Sentimos un ruido espantoso; yo estaba cenando con mi suegro y sentimos un estampido grande, pero se dijo que era un problema de generador. Y se insistió hasta el final con esa información, por eso hubo tanto caos, la gente se desesperó, se cortó la luz, los niños lloraban, la gente se exaltó, hubo peleas, y no se sabía cómo sacar los botes, y cortaban las amarras con hachas».
«Nunca se nos dio instrucciones antes de subir a la embarcación, como lo exige el protocolo, entonces todo fue desbordado», dijo a la radio de su país Bio Bio.
La tragedia puede ser aún mayor. Unos 70 pasajeros están aún sin ubicar, dijo hoy Giuseppe Linardi, prefecto (represente del gobierno central) de Grosetto, la ciudad continental más cercana a la isla, en el sur de Toscana.
«Localizamos hasta el momento a 4.165 personas. Hay una diferencia de unas 70 personas, pero estamos haciendo una búsqueda, prácticamente puerta a puerta» en la isla. «Ya fueron encontrados cuatro norteamericanos», dijo.
«No podemos descartar que a raíz del pánico que hubo en el barco algunos pasajeros se hayan lanzado al mar. Quizás algunos de ellos no lograron ser socorridos» pero muchos otros podrían estar en la isla, dijo, aunque a medida que avanzaban las horas se iban perdiendo las esperanzas.
Los heridos hospitalizados son 40, dos de los cuales están graves.
El buque, al chocar contra el escollo, tuvo una rajadura enorme de 70 a 100 metros y se inclinó a 80 grados.
«Existe también el riesgo de contaminación ya que el buque lleva 2.388 toneladas de gasoil en sus tanques», subrayó el prefecto.
En tanto, ya llegaron a la región Toscana técnicos especializados de Holanda «para aspirar del buque el combustible presente en los tanques para evitar un daño ambiental a la zona», dijo el responsable de Costa Cruceros, Gianni Onorato.
El choque contra un escollo que destrozó la quilla de la nave tuvo lugar probablemente algunas millas antes de la isla del Giglio, dijeron a la agencia ANSA fuentes de la investigación.

Detenido el capitán del crucero encallado, por negligencia y fuga

El comandante del ‘Costa Concordia’, el mayor crucero italiano, naufragado en el mar Tirreno frente a las costas de la isla de Giglio, Francesco Schettino, ha sido detenido, según confirmó este sábado el fiscal jefe de Grosseto, Francesco Verusio. La Fiscalía le acusa de homicidio involuntario, naufragio y abandono del barco.
«El capitán se aproximó de forma muy torpe a la isla de Giglio, chocó con una roca que está encastrada en su flanco izquierdo, haciendo inclinarse [al navío] y entrar gran cantidad de agua en un espacio de dos, tres minutos», relató Verusio.
El choque
«Hubo una peligrosa aproximación [a la costa] que probablemente causó el accidente, aunque será la investigación la que lo establezca totalmente», explicó a SkyTG24 el portavoz de los guardacostas. Luciano Nicastro.
El capitán, un napolitano de 52 años, explicó a la televisión Tgcom24 que había «golpeado una roca» que no figuraba en la carta náutica. «Mientras navegábamos a velocidad de crucero, chocamos con una roca. Según la carta náutica, tenía que haber habido suficiente agua debajo de nosotros», se defendió en Antena».
Evacuación
El guardacostas Nicastro explicó por su parte que la maniobra de seguridad que efectuó el capitán tras el accidente (acercando al barco a la costa) facilitó el rescate, pues «permitió a miles de personas ser conducidas a la costa rápidamente y de un modo seguro».
Sin embargo, tras el suceso, numerosos pasajeros han denunciado la actuación del capitán (a quien acusan de haberles mentido, pues informó de que era un problema eléctrico) y la tripulación tras el incidente.
Según testigos, la orden de evacuación se dio dos horas después del accidente y no recibieron ninguna información. «La tripulación no tenía ni idea de cómo evacuar y el capitán nos mintió», dijo uno de los 188 españoles que iban a bordo.
«Falta mi tío Guillermo»
Juan y Ana tienen cuatro hijos, la mayor de 18, dos gemelos de 16 y otro de siete. El tío Guillermo, de 68 años, puede considerarse otro hijo más, porque a veces sabe dónde está y a veces se le olvida cómo se llama y a veces no. La madrugada del sábado, cuando la nave Costa Concordia encalló frente a la isla de Giglio, en la Toscana, la familia Tomás estaba cenando en la tercera planta del barco. Dueños de un bar en Can Pastilla (Mallorca) en el que ayuda toda la familia, este año decidieron hacer una travesía por el Mediterráneo. Desde Palma volaron todos -más dos amigos de la hija- hasta Barcelona y allí embarcaron en un crucero que desde el principio les encantó. “Ya habíamos comentado”, dice el padre, “que el año que viene intentaríamos volver”. A eso de las nueve y media del viernes, sintieron un gran golpe, la luz que se iba y venía, los platos y los vasos que se rompían estrepitosamente contra el suelo.
“Cuando sentimos el golpe”, recuerda Juan, “nos pusimos de pie y los hijos salieron corriendo, cada uno por un lado, sin saber hacia dónde.

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