Introdujo el equipaje del jazz en el mundo de la canción melódica.
Lucio Dalla, uno de los grandes de la música italiana (a pesar de su pequeña estatura), ha muerto. Con las botas puestas.
El cantautor ha fallecido de un ataque al corazón en la localidad suiza de Montreaux, donde el pasado miércoles por la noche ofreció el último de sus conciertos de una gira europea. Le faltaban tres días para cumplir 69 años.
Con una muy activa carrera artística que se ha extendido a lo largo de medio siglo y ha dado como fruto 37 álbumes, Dalla deja algunas de las más bellas melodías y letras de la canción italiana. Nació en Bolonia en 1943, y de hecho dedicó al día de su nacimiento (4 de marzo 1943) una famosa canción que presentó en el Festival de San Remo de 1971. Era muy joven cuando se apasionó por el jazz, hasta el punto de que su madre le compró un clarinete que él aprendió rápidamente a tocar. A los 21 años grabó su primer disco, y a partir de ese momento, no hizo más que subir y subir en la escalera del éxito. Llegó a la cumbre en 1979 con su undécimo vinilo, un disco titulado simplemente ‘Lucio Dalla’ y del que vendió un millón de copias.
Pero su mayor éxito vio la luz en 1986 de la mano del álbum ‘Dallamericaruso’, un disco en el que estaba incluida esa joya llamada ‘Caruso’, una canción ante la cual los críticos se postraron proclamándola una auténtica obra de arte. De ‘Caruso’ se vendieron ocho millones de copias y se grabaron 30 versiones, incuida una con la voz de Luciano Pavarotti. Su evolución musical le llevó a explorar distintas tendencias y estilos: probó el beat, se apuntó a la experimentación rítmica, escribió maravillosas canciones de autor… Y también colaboró con varios de los otros gigantes de la música italiana.
Audaz y transgresor iba a cumplir
69 años tres días después de su muerte
Su carrera comienza como clarinetista en un grupo de jazz romano del que forman parte, también, Fabrizio Zampa y Massimo Catalano. Es descubierto por Gino Paoli, que lo convence para iniciar su carrera como solista. Su debut resulta polémico, y en múltiples ocasiones le lanzan objetos al escenario debido a sus propuestas audaces para la época y a su look transgresivo. En cualquier caso, la provocación forma parte del estilo de Dalla. Su primer álbum, titulado 1999 alterna piezas de carácter extravagante y escaso valor musical con pequeñas joyas, como Tutto il male del mondo, la canción más elaborada musicalmente de este trabajo. Posteriormente, como otros divos de la época, aguará el vino de su producción artística para sobrevivir musicalmente. A pesar de ello, crea piezas de gran calado musical como Lucio dove vai e Il cielo. Abrirá posteriormente una nueva década con el álbum Terre di Gaibola, que contiene varias piezas destacadas (Il fiume e la città, Orfeo bianco, Non sono matto y África). Cerrará esta su primera etapa con un álbum de escaso valor, 4 marzo de 1943, con evidentes cesiones comerciales (de este disco sale la canción del mismo nombre del disco 4 marzo de 1943 (que grabó en español, bajo el título «Un Niño llamado Jesús»).
Acontece entonces una benéfica ruptura en la trayectoria de Dalla, al asociarse al poeta boloñés Roberto Roversi, iniciando una colaboración que durará cuatro años y tres álbumes. El controvertido disco Automobili resultará un éxito de ventas. De este álbum Roversi se distancia parcialmente, firmándolo con el seudónimo Norisso. Frustrado por una colaboración artística, con Roversi, que entra en crisis inmediatamente después de dar lugar a sus más elevados frutos, Dalla decide convertirse en el único referente de su música, y desde entonces será el compositor, letrista, arreglista y principal músico en todas sus obras, a la vez que se rodea de un núcleo de músicos boloñeses que confluirá en parte en la creación de los Stadio de los excelentes guitarristas Jimmy Villotti y Ricky Portera. Esta etapa se caracteriza por la fuerte necesidad de Dalla de contar y contarse. Se puede resumir esta época del autor con la canciones Anna e Marco, Futura y Caruso (esta última hecha años después fuertemente conocida, incluso en España, por Luciano Pavarotti).
El estilo poético de Dalla como letrista es, en varios aspectos, antitético al de los cantautores convencionales, sin pretensiones de erudición ni de formalismo, jugando a veces con alegría y a veces con inquietud con la lengua cotidiana.
La fascinación por el mar, que llegará a cumbres casi freudianas en la magnífica Nun parlà; el gusto por el cultivo de una afectividad aún adolescente (Stella di mare o Futura); los desconcertantes pasos de lo dramático a lo cómico son algunas de las características de sus letras, a la vez que sus músicas resultan cada vez más cantables y fascinantes.
Durante al menos diez años, Dalla pone de acuerdo a público y crítica como quizás tan solo Battiato había sido capaz de hacer. Varios cantautores de la generación posterior son explícitos deudores suyos (Carboni, Bersani, Grignani, Antonacci… colaboraciones con De Gregori, y ecos de Dalla en Rossi, Fornaciari y Ligabue).
Pasado el hito del medio siglo, Dalla entra en un crepúsculo dorado, abandona los histrionismos y acepta con sabiduría popular las consecuencias de la edad. En el último decenio, sus álbumes pierden su impacto sorprendente y original y se convierten en excelentes muestras de canción de autor. El Dalla actual es un artista aún vital que consigue no convertirse en un icono de sí mismo y a continuar proponiendo una música emocionante y plenamente suya. En 2004 participa en el disco colectivo «Neruda en el corazón» que celebra el centenario de Pablo Neruda.
Falleció el 1 de marzo de 2012, tres días antes de cumplir 69 años debido a un infarto. Su cuerpo fue encontrado por su compañero, el actor Marco Alemanno, con el que vivía desde hacía años.
Tras su muerte se hizo pública en los medios de comunicación italianos su condición de homosexual, abriendo un debate sobre lo que supone en Italia ser homosexual
Fanáticos y personajes de la música, política y cultura dan el último adiós al cantante italiano
Miles de personas desfilaron ante el féretro con los restos del cantante italiano Lucio Dalla, fallecido el jueves de un infarto, expuesto en el patio de honor del Palacio D’Accursio de Bolonia, su ciudad natal.
Según informaron las autoridades municipales, hasta la tarde del sábado unas 30 mil personas habían acudido a dar el último adiós al cantante, cuyos funerales tuvieron lugar el domingo, día en el que hubiera cumplido 69 años de edad.
»Es una manifestación de afecto impresionante», declaró el ex primer ministro italiano Romano Prodi, también residente en Bolonia, y quien igualmente hizo fila para rendir el último tributo al artista.
Otros asistentes fueron el cantante Gianni Morandi; Nicoletta Mantovani, viuda del tenor Luciano Pavarotti; el futbolista Roberto Biaggio, el presidente de la Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo, además de otras personalidades de la política, la cultura, el deporte, la empresa y el espectáculo.
Pero fueron sobre todo personas comunes las que arribaron de toda Italia, quienes quisieron despedir personalmente a uno de los cantautores más famosos, fallecido el jueves en la ciudad suiza de Montreux.
Entre las coronas de flores enviadas había una del cantante español Julio Iglesias, mientras que de la fachada del Palacio D’Acursio, sede del municipio, colgaba un cartel con la frase «Ciao Lucio».
Los solemnes funerales de Dalla tuvieron lugar el domingo en la basílica boloñesa de San Petronio, luego de lo cual fue sepultado en el cementerio Certosa de la ciudad, al lado de las tumbas de sus padres.
La última actuación del artista en Italia tuvo lugar el mes pasado, durante el Festival de Música de San Remo, donde se presentó al lado del intérprete Pierdavide Carone, para quien compuso una canción.
