Con su hijo Daniel Boada Mendizábal
José Boada Petiati – Ex gerente de Banco República y Tienda El Triunfo, presidente de Salto Uruguay
Hijo de padre catalán y madre vasca, José contaba con tres hermanos.
Arraigado a su pueblo natal, Salto, ha dejado en la memoria de los salteños a un hombre ocupado en su tarea de conjugar un estilo de vida con muchas facetas.
Casado con Nélida Mendizábal, fueron padres de dos hijos: Fernando y Daniel. Abuelos de Matilde, Mateo, Magdalena y Federico.
Tenía incorporada la virtud del trabajo, una vida social junto al Club Salto Uruguay, en la Liga Salteña de Fútbol y lo más importante: cuidó de una maravillosa familia.
Daniel, su hijo, es a quien convocamos para recordarlo:
“Papá concurrió a la primaria, luego a secundaria y con el correr del tiempo, comenzó a trabajar en el Banco República”, nos dice Daniel.
“Realizó allí su tarea por unos años como gerente y cuando abre el Banco Mercantil, comienza allí a trabajar, hasta que este cierra sus puertas, absorbido por el Banco República y se jubila.
Trabajó además desde muy jovencito, en forma paralela con el banco, en la Gran Tienda el Triunfo como gerente, donde se jubiló.
Cuando el banco tenía su horario por la mañana el lo hacía de tarde en El Triunfo, o viceversa.
¿Qué recuerdos conserva de su papá?
Mi ídolo fue mi padre.
Fue mi ídolo en mi vida y mi tío que era arquitecto y padrino además, en mi vocación.
Estaba papá muy entregado a Salto Uruguay y la sede, era como nuestra casa. Recuerdo que mi primera pedaleada la hice allí dentro. Me la regalaron a la bici cuando solo contaba con tres años y fué en la cantina del club que debuté dando unas vueltas.
Salto Uruguay era parte de la familia. Mi padre pasaba todos los mediodías por la sede y nosotros nos criamos allí dentro.
¿Fue jugador su papá?
Muy poco. Pero sí fue técnico, dirigente a sus 25 años, comenzando allí su camino en la directiva del club.
Comenzó como socio colaborador desde muchachito y cuando entra a trabajar al banco, lo invitan para integrar la directiva y no salió nunca más.
Tuvo 62 años de directivo y fue presidente por doce años.
Una vez, cuando OFI cumplió años, hizo homenajes a los periodistas y a los dirigentes del fútbol del interior.
Fue papá de Salto a recibir un premio, con más de cincuenta años como dirigente y Aceré Francisco Echever, como periodista con más de cincuenta años en el fútbol del interior.
¿Cómo era su carácter?
Era muy trabajador, muy inteligente y articulador.
Muy estricto en su trabajo y dedicado. La responsabilidad que tomaba, estaba como prioridad en su vida.
Y Salto Uruguay en su vida ocupaba un lugar de privilegio.
Los martes eran sagrados, porque se reunía la directiva y si había alguna actividad o un cumpleaños, no se lo festejaba. Fuera el de mi madre o de papá o de alguien de mi familia, no se podía faltar al club.
Los domingos que había fútbol, nunca pude ir a una matiné, a menos que lloviera. Los sábados las inferiores y los domingos, fútbol o básquetbol.
A los bailes yo lo acompañaba a mi padre con nueve años.
Era amigo de todos los de las orquestas y de los organizadores, como “Pepe” Gelpi.
¿Tiene alguna anécdota para compartir?
Acompañaba tanto a papá en los bailes que una vez y quedó para el recuerdo, la existencia de una foto de Vinci coronando a la reina del carnaval salteño y se me veía a mí detrás comiendo algo.(Sonríe).
Mirando todo de atrás, con ocho o nueve años. Me crié en ese ambiente.
Papá tenía un grupo de gente que conservaban la misma dedicación por el club, como Mario Bazzano, Belggeri, Julio Echandi y otros.
Un grupo muy unido y que estaban siempre diciendo presente en todo lo referido a la sede.
¿Cuándo comienza esa etapa de bailes?
Cuando mi padre comienza a trabajar allí, no tenía sede, entonces realizaban los bailes en La Italiana, se llamaban”Los bailes de tardecita “ y con la ganancia de esos primeros bailes construyeron la primera casa de Salto Uruguay en calle Uruguay.
Luego compran la casa de al lado y construyen la otra mitad de la sede.
En ese salón de fiestas, se realizaron muchos eventos, casamientos fiestas de 15, etc.
Los bailes de todas las épocas. Y los carnavales eran algo sublime.
En el año ´65, se hacían bailes durante días. En semanas de carnaval, se hacía de corrido esa primer semana, la segunda y la tercera paraba solo lunes y martes. Todos los días estaba lleno, llegando las mejores orquestas.
Esto no solo pasaba en esa época en Salto Uruguay, también lo hacía Universitario, con orquestas internacionales.
Luego comenzaron las discotecas y se terminó un poco el furor de los bailes.
Y Salto Uruguay en fútbol ni hablar en la época de papá.
En el campeonato del interior, Liga Uruguaya de Básquetbol, en su última época, en la ya estaba bastante mayor papá, pero siempre acompañando.
Tenía colocado un marcapasos y el día antes de ir a controlárselo, estaba en el Bernasconi, mirando un partido, y cuando llegó al consultorio, el Dr., Olaizola le dice: «Pero José, que se lo voy a controlar si lo vi en la televisión en la primera fila en el partido de Básquetbol ayer, está impecable”, (sonríe).
¿Cómo era su vida social?
Además de Salto Uruguay, tuvo una carrera muy importante dentro de ROTARY, fue gobernador del Distrito de todo el Litoral, del norte uruguayo, Entre Ríos hasta la Provincia de Santa Fe en el año ´82 y falleció siendo Rotario. Fue presidente muchas veces y artífice en aquella época de las fiestas del Citrus con otros compañeros, con aquellas exposiciones.
Estuvo también muy presente en la Clínica KENY, Cerenap, junto a “Toto Campos”, eran muy compinches y empujaban en muchas cosas.
Y cuando era muy joven, allá por el cincuenta y pico se inicia la idea de la primera Universidad del Norte, de hacer una Universidad independiente.
Nació siendo Prouniversidad del Norte, con un grupo de amigos como “Toto” Campos, rotarios, leones y todas las fuerza vivas de Salto.
Y en el año ´74, se vio la posibilidad de brindar un servicio del interior de la Universidad de la República, realizando una gran colecta, que fue histórica por Canal 8 , se consiguió el dinero que hacía falta para comenzar con la carrera de Veterinaria, Ingeniería, Arquitectura y Agronomía y se abrió en el ´75.
La Universidad ponía los profesores y nada más.
Se alquiló donde hoy está la Universidad Católica, colaborando La Curia y Salto a través de ese comité reunió el dinero para comprar desde los libros, mesas, asientos y lo que hiciera falta. Y junto a un grupo de amigos, papá apuntalaba un poco todo lo que se hacía.
Gente de mucho empuje.
Por suerte, estuvo en la inauguración, lo vivió todo y pudo disfrutarlo.
Y yo fui la primera generación que fue a estudiar arquitectura en el año´75.
¿Cómo acompañaba su mamá en todo?
Mamá era de fierro. Evidentemente que entre los dos trabajos que tenía papá y el entusiasmo por Salto Uruguay, tenía que tener en casa un bastión que lo acompañara en un montón de cosas, aunque mi padre era muy presente.
No solo con nosotros los hijos, sino con mamá, con la familia, con los primos que siempre estaban con nosotros.
Pero creo firmemente que mi madre, pilar fundamental en todo esto, tiene una parte de apoyo y colaboración. También en Salto Uruguay, en ROTARY, muy importante.
Ningún hombre pienso, podría hacer algo, sin el apoyo de la esposa y de la familia. Mamá disfrutaba también con ello.
¿Tuvo muchos reconocimientos?
Sí, en la época en que entregaban los Azahares en el Teatro Larrañaga, se lo entregaron a él, otros premios entregados por la Intendencia, entre otros tantos.
¿Con qué disfrutaba?
Con los nietos era un apasionado de ellos. Y ahora, tuvo un bisnieto, Pedro, que no llego a conocer, la abuela sí. Y ya es socio de Salto Uruguay.
Obtuvieron un premio ambos, porque mamá era la socia más antigua de Salto Uruguay y mi nieto el más joven. Es una marca a fuego en la familia. Ser Boada en la familia y no ser de Salto Uruguay, no existe.
¿Qué heredó de papá?
Una persona de bien, dedicada a la sociedad, recíproca con lo que ésta me brinda.
Trabajó en ROTARY, en Salto Uruguay y dentro de las herencias como hijo de mi padre y amigo de las otras personas que iniciaron la Universidad, nos encontramos con la realidad de que ésta nos necesitaba, tomamos la iniciativa junto a Alberto Avellanal, Crescionini, Gutiérrez, Gustavo Peyrano, Alejandro Secco. Tratamos de juntarnos de nuevo y reflotamos la fundación universitaria y hoy como herencia, me tocó ser presidente a mi.
Hoy apoyamos diferentes cursos en la Universidad, esponsorizando proyectos, como lo hacía papa. Trabajando en lo que puedo, como siguiendo sus pasos.
¿Cuándo fallece?
Fallece en julio de 2006, con 86 años.
¿Qué le faltó hacer con papá?
Tuve la suerte de que cuando él falleció, tenía yo 49 años y creo firmemente que no me quedó ninguna cuenta pendiente.
Ni de decirle las cosas que tenía que decirle, ni aprender lo que aprendí de él.
Realmente lo disfruté.
¿Cómo lo define?
Disfruto con todos los logros que consiguió.
Tuvo la visión y la gente, que lo acompañó para trabajar juntos. Y la mayoría de las cosas que pusieron como meta, las consiguieron.
Fue una persona muy querida y reconocida por Salto y el siempre lo agradeció.
Papá fue un gran padre y una gran persona”.
El Pueblo agradece a Valentín Luzuriaga, gerente de Salto Uruguay por la deferencia de aportar las fotografías.