Ruben Bentancourt después de ese penal y la llamarada de un querer…
«Cuando erro el penal frente a Danubio, en ese partido que terminamos perdiendo, ninguna bronca de mis compañeros. Tampoco del técnico cuando llego al vestuario. Ahí lo que cabe es el aliento y que la buena va a llegar. Esto en el fútbol es así.

Uno lo olvida rápido, porque además la madurez juega a favor. Por eso, a la hora del penal contra Liverpool no lo pensé dos veces y en ningún momento recordé lo que pasó con Danubio. El mal recuerdo no se queda para siempre, porque también es bueno dar vuelta la página. No faltó ese alguien que sostuvo: erra el que patea.
A Lentinelly lo tenía estudiado, porque a Liverpool lo había visto en varios partidos. Fuerte y al palo, es muy difícil que el golero llegue.
Haber ganado ese partido, claro que hace a la alegría. Por el club, por los compañeros y en lo personal. Es la segunda vez que me pasa, pelear por el descenso. La última vez fue ante El Tanque, yo jugando en Sud América. En el partido decisivo no pude jugar por acumulación de amarillas. La quedamos nosotros. Y es doloroso. El descenso es doloroso en sí mismo, porque aparece la incertidumbre para cada uno. Quedar en Primera con Boston River es una recompensa. ¿Cuánto tiempo peleándola? Es como jugar todos los domingos una final».
Sabe que estos días son necesarios para él.
Al fin de cuentas, una manera de ir explorando el futuro, mientras la mente se vacía.
Es un saludable ejercicio. Desagotar. Descomprimir.
El Boston River de RUBEN BENTANCOURT se propuso el final: no descender. Quedarse en la «A».
Derrotar a los oscuros presagios, porque después de todo el equipo debía enfrentar a Nacional y Liverpool en el cierre. No se achicó. Se templó. Creció. Y les ganó.
Por eso, con EL PUEBLO, no faltará aquel apunte anecdótico del penal malogrado frente a Danubio…»ya fue, ya pasó». Una manera de disminuir la carga emocional del momento.
Ahora sí, frente al «Seba» Lentinelly, el tiempo en que Ruben dejó en claro la certeza de goleador.
La derecha funcionando y la bala partiendo. Fue el 1 a 0. Llamarada de un querer….
ESE TRAMPOLÍN DE BOSTON Y
CARIÑO EN LA IDENTIFICACIÓN
«De lo que no tenemos dudas quienes somos o fuimos parte de Boston, que es un club en crecimiento. No tiene muchos hinchas, eso es verdad. Pero el gerenciamiento lo ha jerarquizado como institución y tiene una política que apunta a jugadores que pueden ser factibles de venta. Uno fue notando la prolijidad en la administración del club. No es un club que pague sueldos importantes, pero nunca dejamos de cobrar. Nunca un atraso.
Es un club para agarrarle cariño y eso me pasó. Uno aprende a querer el club que lo incorporó o la camiseta que defiende.
¿Qué hice con la camiseta del último partido?… cuando salgo me la saco y quedo con ella en la mano. Llegamos al vestuario, la dejo en un determinado lugar, hasta creo que en algún momento cae en el piso y bueno… ¡desapareció! Ahhhh… pero me quedé con la pelota del partido. Se la pedí al utilero de Boston. Vine con la pelota y aquí está. Si convertí ese gol de penal… ¿quién me podía decir algo contrario a lo que yo en ese momento quería?»
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-