Están mejor asesoradas y han ganado todos los juicios entablados desde que se reconocen sus derechos laborales hasta ahora. El consultorio jurídico de Juan Ceretta está abierto todos los viernes en la sede del Pit-Cnt. En dos horas recibe a seis mujeres, todas empleadas domésticas, que van a quejarse porque consideran que sus patrones incumplen alguno de sus derechos. Cinco de los seis casos terminan en un reclamo ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).
Desde agosto de 2011, cuando se instaló el consultorio que asesora a las domésticas en forma gratuita por un convenio entre la Facultad de Derecho y el Banco de Previsión Social (BPS), Ceretta envió al MTSS más de 140 reclamos solicitando instancias de conciliación.
El abogado informó a El Observador que en 80 % de los casos se llegó a un acuerdo económico. En el otro 20% se procedió a juicio, y en todos aquellos en los que ha habido sentencia, resultaron beneficiadas las trabajadoras por hasta $ 500.000.Es que, al contrario de lo que ocurre en otros rubros, en el trabajo doméstico son las empleadas las que tienen todas las de ganar.
Esto se debe, en parte, a que aún persiste la informalidad en el rubro y si bien muchas veces es una decisión conjunta entre ambas partes, la responsabilidad siempre recae en los empleadores. Se estima que 45% de las 110.000 domésticas en Uruguay están inscriptas en el Banco de Previsión Social (BPS).
Pero, además, las empleadoras no integran una cámara empresarial, de modo que no hay abogados referentes que dominen el tema. Según Ceretta, suelen recurrir a sus contactos (familiares, amigos, conocidos) para que les “den una mano”, pero estos están en desventaja respecto a los abogados de las empleadas, que siempre son los mismos y se han especializado en la normativa.
La explicación que subyace es que en la parte empleadora aún reina el desconocimiento. A Ceretta todavía le sorprende que los patrones vayan a las audiencias de conciliación sin los recibos de sueldo de sus empleadas por no saber que esto es una obligación. Lo mismo sucede con otros derechos de las empleadas, consagrados en la Ley de Trabajo Doméstico aprobada en 2008 (ver recuadro).
Por ejemplo, es habitual que inmediatamente después de una inspección del MTSS, las empleadoras despidan a sus empleadas como represalia por haberlas denunciado. En esos casos es sencillo demostrar que hubo un “despido abusivo”, ya que no tienen el recaudo de esperar unos días para echarlas. “El patrón tiene tanta inexperiencia que comete los errores más groseros”, consideró Ceretta.
Del otro lado del mostrador está el abogado Hugo Barone. Él atiende otro consultorio jurídico gratuito que funciona en la sede de la Liga de Amas de Casa y en el que asesora a las empleadoras. A diferencia del consultorio de las empleadas, allí no se ofrece patrocinio. Barone atiende dos días a la semana y recibe unas 10 consultas que habitualmente refieren a temas tributarios y liquidación de haberes. Los planteos de las empleadoras nunca derivan en un reclamo al MTSS porque todas las situaciones que quieran denunciar están previstas en la normativa. Si la patrona se queja, por ejemplo, de que la empleada falta más de lo que va, Barone le explica que tiene potestad disciplinaria y que puede sancionarla por eso, siempre y cuando se trate de una relación laboral formalizada ante el BPS.
En ese sentido, Barone dijo a El Observador que su consultorio jurídico tiene el cometido de reducir las “grandes vulnerabilidades de información” que tiene la parte empleadora. “Al empleador le cuesta comprender que las trabajadoras domésticas son trabajadoras como otras”, advirtió. Algunos de los reclamos que recibe Ceretta son derivados al Sindicato Único de Trabajadores Domésticos. Son aquellos que, de acuerdo al criterio del abogado, tienen mayor interés colectivo por la “gravedad” que revisten: trabajadoras que no cobran el salario mínimo, que no gozan de su día de descanso, que trabajan todo el día sin interrupción. Generalmente en estos casos el sindicato solicita a la Inspección General del Trabajo del MTSS que realice inspecciones urgentes.
(Paula Barquet. El Observador)
